No es la primera vez que Josep Pàmies, agricultor de Lleida y conocido activista antivacunas, se enfrenta a una multa administrativa por su difusión de terapias sin aval científico. Pero esta vez son dos sanciones y una de ellas de seis cifras, 690.000 euros en total, ambas por promocionar el consumo del MMS, una solución de clorito de sodio que se comercializa como posible cura para enfermedades y afecciones de todo tipo, desde el cáncer hasta el coronavirus, y que en España no tiene la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Los dos expedientes sancionadores, de 600.000 y 90.000 euros respectivamente, los abrió el Departamento de Salud en 2018. El primero de ellos, el más abultado, corresponde a la polémica celebración de una conferencia en Balaguer –el municipio de Pàmies– en la que se defendía el uso del MMS para prevenir el autismo, algo refutado por la literatura científica. La organización de Pàmies, la asociación Dulce Revolución, se comprometió ante las advertencias de la Generalitat a no llevar a cabo el encuentro, pero finalmente sí lo hizo. El segundo expediente, abierto por aquellas mismas fechas, estaba motivado por la venta del MMS en su web.
Tres años después, la novedad del caso es que ambos expedientes se han cerrado, las multas se mantienen y Pàmies ha optado por recurrir a la Justicia para intentar no abonarlas. Este miércoles se celebra la vista en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) y el curandero ha aprovechado para alentar a sus seguidores a través de mensajes en sus canales de difusión. “Es una vergüenza que la Generalitat impida la libertad de expresión por hablar de un producto extraordinario que resuelve infinidad de temas”, dijo.
A pesar de sus arengas, el MMS, las siglas inglesas de Solución Mineral Milagrosa, es una sustancia a base de clorito de sodio que se promueve en espacios de terapias alternativas de todo el mundo y que no tiene ninguna base científica. La Agencia Española del Medicamento emitió una alerta ya en 2010 en la que instaba a su retirada del mercado y advertía que su ingesta puede provocar “dolor abdominal, nauseas, vómitos, intoxicaciones o fallos renales”.
Además, el otro gran problema de este producto, según los profesionales sanitarios, es que cuando se presenta como útil para enfermedades graves, como puede ser el cáncer, puede distanciar a los pacientes de los tratamientos convencionales.
Con el estallido de la pandemia, las terapias y los discursos de Pàmies volvieron a coger fuerza al abrigo de las corrientes antivacunas, que este activista también ha alimentado a lo largo de su trayectoria. Pàmies difundió el uso del MMS también como solución contra el COVID-19 y llegó a acudir a la residencia de Tremp (Lleida) en la que fallecieron más de 60 ancianos, para ofrecerles su sustancia. También montó jornadas de ‘besos y abrazos’ en Balaguer sin cumplir las medidas de protección.
La Fiscalía llegó a abrir una investigación por sus actuaciones respecto al MMS, tras la denuncia del Colegio Oficial de Médicos de Catalunya, por supuestos delitos contra la salud pública y por publicidad engañosa. Pero el Ministerio Público la acabó archivando. No consideró acreditado que “elaboren, despachen, suministren o comercien” este producto. Y añadían que al no haber podido intervenir ningún frasco de MMS, no podían justificar el perjuicio y su riesgo para la salud.
Cerrada la vía penal, la que ahora se dirime es la administrativa. Si la Justicia resuelve finalmente que se mantiene la multa, tampoco será la primera que tenga que abonar Pàmies. En 2018 ya aceptó pagar una de 30.000 euros (acabó abonando 18.000 por hacerlo dentro del plazo establecido) por difundir el uso de ciertas plantas contra el cáncer.
A día de hoy, la asociación Dulce Revolución sigue ofreciendo productos como el MMS para su compra a través de la web, aunque no los asocia explícitamente al tratamiento de ninguna enfermedad grave. Además de su actividad en esta entidad, Pàmies tiene la empresa familiar Hortícoles Pàmies SL.