La noche más larga de Vandellòs: 25 años del accidente nuclear
Decía Séneca que cada cierto tiempo es necesario desenrollar la memoria para sacudir todo lo que hay almacenado. Buenos discípulos de esta filosofía de extraer del recuerdo lo que había depositado se han mostrado Ecologistas en Acción y una cuarentena de entidades, partidos políticos y sindicatos que coincidiendo con la fecha del vigésimo quinto aniversario del accidente de la central nuclear Vandellòs I pusieron en marcha una campaña para pedir el cierre de las nucleares en el Estado. Una campaña que ha culminado este domingo con la celebración de un funeral simbólico ante la explanada de la antigua planta, ahora reconvertida en el Centro Tecnológico Mestral de acuerdo con el proceso de desmantelamiento que la central inició en 1998.
Construida entre los años 1968 y 1972 en base a una tecnología nuclear de primera generación del tipo grafito gas y explotada por la compañía hispano Hifrensa, la central de Vandellòs I era una de las dos plantas atómicas que alojaba el municipio de Vandellòs y L'Hospitalet de l'Infant la noche del 19 de octubre de 1989 cuando, a las 21:39 horas, se inició un fuego en el área no nuclear de las instalaciones. Concretamente, en el edificio de las turbinas. Un incendio que significaría el epílogo de esta planta puesta en marcha a principios de los setenta.
Con el fuego y sus consecuencias, comenzaba la noche más larga de Vandellòs: horas de desconcierto, peligro e incertidumbre. Una noche en que, según expuso al juicio celebrado en 2000 el entonces gobernador civil y responsable de activar el PENTA, Ramón Sánchez, no pudo contrastar de manera fidedigna el alcance real del incidente hasta pasadas las 4 de la madrugada. Aunque el accidente comenzó en el área de producción de energía eléctrica, el peligro se situó en la afectación a los diferentes sistemas de refrigeración del reactor. Dos de estos cuatro sistemas fallaron aunque, finalmente, fueron suficientes para mantener buenas condiciones para el reactor.
El peligro se encontró, según Ecologistas en Acción, en que se habría podido producir la fusión del núcleo si los sistemas de refrigeración útiles hubieran sido insuficientes. Técnicamente, el accidente se calificó en el nivel 3 de la escala INES, valor que lo sitúa como el accidente nuclear más importante de la historia de España a pesar de que tanto el actual director de Vandellòs I, Carlos Pérez Estévez, como el Foro de la Industria Nuclear Española le restan peligrosidad al no tener “ninguna consecuencia en términos de emisiones radiactivas” en el entorno.
Movilización ciudadana
Como sucede a menudo ante un hecho extraordinario, las semanas y meses siguientes al accidente destacaron por el alto grado de movilización ciudadana que conllevó, incluso, que ayuntamientos como L'Ametlla de Mar, Pratdip, Montroig y Tivissa pidieran el cierre de las dos centrales situadas en Vandellòs. En parte por el clamor popular y, sobre todo, por las estrictas condiciones impuestas por el Gobierno al reestablecimiento del funcionamiento de la planta, Hifrensa descartó el regreso a la producción de energía, lo que abocó al cierre de Vandellòs I.
Decidido jurídicamente su cierre, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) llevó a cabo entre 1998 y 2003, el primer desmantelamiento de una central nuclear española. Este hecho, según el actual director de Vandellòs I, Carlos Pérez, ha convertido el actual centro en “un referente internacional” que recibe visitas tan institucionales para conocer el proceso como dirigidas a estudiantes. Pérez explica, además, que el nivel 2 de desmantelamiento en que actualmente se encuentra la central ha permitido extraer, por ejemplo, 1.763 toneladas de material radiactivo y 7.894 toneladas de otro tipo.
Capítulo aparte merece la sentencia judicial que juzgó estos hechos una década después. La Sala Tercera de la Audiencia de Tarragona absolvió en 2000 tanto a los directivos de Hifrensa (Mariano Mataix, Carlos Fernández Palomero y Fernando Roset) como al directivo del CSN (Jacobo Díaz). Sentencia que, en su día, las entidades ecologistas rechazaron de forma unánime y que finalmente no se recurrió.
Un periodo de latencia de 25 años
En el último informe anual presentado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en el Congreso, se informa que “no se detectaron incidentes ni anomalías significativas” en la central en 2013 Durante este ejercicio, además, se realizaron tres inspecciones en la planta. En cuanto al desmantelamiento total de las instalaciones está previsto para el 2028, momento en el que habrán transcurrido los 25 años de la puesta en marcha del nivel 2. En 2003, se selló el reactor sin combustible con el objetivo de que bajara la radiactividad de las estructuras internas. Este periodo entre los niveles 2 y 3 es el que se denomina latencia.
Vandellòs, convivencia diaria con las dos centrales
Como máximo representante de un municipio que tiene que convivir diariamente con dos instalaciones nucleares, el alcalde de Vandellòs y L'Hospitalet de l'Infant, Alfons Garcia, afirma que el pueblo “está tranquilo y satisfecho” porque cualquier incidencia es comunicada “con tiempo real”. Garcia también define la relación institucional con los gestores de las plantas como “fluida, directa e inmediata”. Aparte de la seguridad, que afirma que “debe prevalecer por encima de todo”, el alcalde valora que la repercusión sobre el territorio de estos centros es positiva tanto en materia de empleo como de generación de riqueza que revierte sobre los ciudadanos de su municipio de diferentes formas.
Fukushima o un debate inesperado sobre las nucleares
Sin lugar a dudas, el accidente que en 2011 se produjo en la central nuclear de Fukushima encendió las alarmas por sus características y su magnitud. Aprovechando el tercer aniversario del accidente de la planta japonesa, las entidades que conforman la campaña de apoyo a los 25 años del accidente de Vandellòs pusieron en marcha diversos actos públicos en Reus. Por su parte, el Foro Nuclear valora como “positivas” las pruebas de estrés que a partir de este hecho se han llevado a cabo en las plantas nucleares y recuerda que el CSN no ha identificado en sus conclusiones ningun “aspecto que represente una deficiencia relevante” en la seguridad de las centrales españolas.