Barcelona va camino de superar el umbral máximo de contaminación que exige la Unión Europea. Salvo que el mes de diciembre transcurra con un aire excepcionalmente limpio en la ciudad, con valores nunca vistos, el año 2022 se cerrará con unos niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en la atmósfera que están prohibidos desde hace años por Bruselas.
La pandemia fue un espejismo en cuanto a la calidad del aire en la ciudad. En 2020 cayó la actividad debido a la COVID-19 y la capital catalana cumplió por primera vez con la normativa europea. En 2021 también, aunque con la recuperación del tráfico rodado ya se superaron los umbrales durante el tercer trimestre. Y este 2022 ni siquiera la Zona de Bajas Emisiones, que prohíbe la circulación de los coches más contaminantes –los que no tienen etiqueta ambiental de la DGT– va a impedir que el repunte de emisiones sea demasiado pronunciado.
Las cifras, según las recoge puntualmente el observatorio Contaminació Barcelona, muestran cómo los niveles de NO2 que recoge la estación de medición del Eixample –la más expuesta a los coches– son de 42 µg/m3 de media entre enero y noviembre de 2022. El umbral de la UE está en los 40 µg/m3. “La respuesta es sí: vamos a incumplir los valores. Para que la media bajara lo suficiente, el mes de diciembre debería ser tan extraordinariamente bajo que no puede ser”, sostiene Miquel Ortega, coordinador del observatorio.
A quienes siguen con regularidad el estado de la calidad del aire en la ciudad, estos datos no les han sorprendido. La tendencia es desde hace años a la baja, debido sobre todo a que los vehículos se renuevan y son cada vez menos contaminantes, pero el fuerte desplome del NO2 durante la COVID-19 fue una excepción. Y también una ocasión desaprovechada, según activistas y entidades vecinales.
“Se ha dejado pasar la ventana de oportunidad para adoptar medidas más radicales. Se han hecho cosas, pero no se han cambiado las reglas del juego, y mientras lo más rápido para cruzar Barcelona sea el coche, nada cambiará”, sostiene Guillem López, de Eixample Respira.
El balance de este 2022 supondrá de este modo un varapalo para el Gobierno de Ada Colau, que defiende haber llevado a cabo políticas ambiciosas para mejorar la calidad del aire, desde la pacificación de calles –con las supermanzanas como proyecto bandera– hasta la multiplicación de carriles bici. También para el Área Metropolitan de Barcelona (AMB), de quien depende la gestión de la Zona de Bajas Emisiones, que además fue tumbada por los tribunales y sigue vigente a la espera de que se resuelva el recurso.
López, de Eixample Respira, deja incluso un recado para la nueva directora general de Calidad Ambiental y Cambio Climático de la Generalitat, la exdiputada de la CUP Mireia Boya: “Esperemos que contribuyan a llevar a cabo un cambio real en la movilidad”.
El peaje y los nuevos umbrales
Los activistas hace tiempo que reclaman ampliar la Zona de Bajas Emisiones de Barcelona a los vehículos con etiqueta amarilla y poner en marcha un peaje para entrar en la ciudad. “Es evidente que las medidas adoptadas hasta ahora no han sido suficientes”, constata el responsable de Contaminació Barcelona, que además advierte que la Comisión Europea ha aprobado una propuesta para rebajar el umbral de NO2 a la mitad, 20 µg/m3, de cara a 2030. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reduce incluso a 10.
“Es posible que sigamos bajando los niveles, pero a un ritmo que no será suficiente para cumplir el nuevo umbral”, apunta Ortega sobre si no se adoptan nuevas medidas. Sobre el peaje urbano, que las entidades proponen que sea de cuatro euros al día, el Ayuntamiento aseguró hace tiempo que estaba elaborando un estudio. Pero todavía no se ha presentado. “Veremos cómo lo llevan los partidos en sus programas electorales”, apunta López.
“Barcelona está muy lejos de tener una buena calidad del aire”, sentencia también Olga Margalef, geóloga y miembro de la Red por la Justicia Climática. Margalef recuerda además que los 40 µg/m3 de NO2 es solo una media, con lo que hay momentos del día, en los picos de tráfico, en que los transeúntes pueden estar expuesto a valores de 80 o 100 µg/m3.
Añade esta experta que este 2022 hay que tener en cuenta también que el otoño ha sido especialmente seco, lo que no ha ayudado a rebajar la polución. Pero afirma: “Tampoco podemos esperar a que los fenómenos meteorológicos nos limpien el aire”.
Las entidades esperan poco de las Administraciones a lo largo de los próximos meses, debido a la cercanía de las elecciones municipales. Pero pronto tendrán otra carta para aumentar la presión. El 22 de diciembre el Tribunal de Justícia de la Unió Europea (TJUE) debe resolver la sentencia sobre los incumplimientos en España –en Madrid y Barcelona– entre los años 2010 y 2018.