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La oferta de Valls para investir a Colau divide a los 'comuns'

Ada Colau, escudada por Joan Subirats y Gerardo Pisarello en la sede electoral de los 'comuns'

Arturo Puente / Pau Rodríguez

Si la del 26 de mayo no fue una buena noche para Ada Colau, pocos en su equipo podían esperar que los siguientes días fueran aún más movidos en el espacio de los 'comuns'. Pero la oferta lanzada por el PSC y este miércoles reafirmada por Manuel Valls para mantener la alcaldía de Barcelona ha abierto un profundo debate en el seno de la formación, empujada ahora a elegir entre acceder al gobierno de la capital catalana con el apoyo -aunque sin condiciones- de un partido de derechas o dejar que el candidato de ERC, Ernest Maragall, ocupe la alcaldía.

Ante esta disyuntiva, el debate abierto en todos los ámbitos de Barcelona en Comú es de calado, pues marcará finalmente una posición respecto al eje nacional que, hasta ahora, Colau había preferido ir soslayando. La dirección, muy cohesionada en torno a la figura de la alcaldesa, se mantiene hermética mientras agita el señuelo de un posible pacto de izquierdas entre ERC, ellos mismos y el PSC. Pero los socialistas realizaron la oferta que Colau medita precisamente para evitar un gobierno independentista, por lo que los 'comuns' saben que su propuesta está entre lo irrealizable y lo muy difícil. Tan improbable como que se dé el pacto de investidura a tres que Maragall querría con BComú y JxCat.

En los 'comuns' están convencidos de que la mínima diferencia en la derrota, por menos de 5.000 votos y empatando a 10 concejales, les legitima para negociar de tú a tú con ERC un pacto de gobierno, sea cual sea la forma que este adquiera al final. Si se acaba encauzando un pacto a dos con Maragall, su aspiración de máximos sería repartirse la alcaldía dos años cada uno, opción que el de ERC ve como “el peor de los inventos”. Además, en este escenario al gobierno le faltarían dos concejales para obtener la mayoría absoluta, que debería negociar durante toda la legislatura y sin una CUP en la que apoyarse.

Más allá de las aspiraciones de máximos, en el partido de Colau sopesan opciones entre tratar de retener o no la alcaldía. A un lado de la balanza está la importancia que la ciudad de Barcelona tiene para el espacio de los 'comuns', que se ha revelado en estas municipales en declive en todas las grandes ciudades catalanas. El ayuntamiento de la capital es la institución más grande controlada por la formación, una importante fuente de poder político y económico y, hasta el momento, siempre ha servido de palanca para impulsar el partido en otros ámbitos.

Algunas voces consideran, además, que la prioridad para el proyecto político puesto en marcha en estos cuatro años, que incluye medidas que van desde la eléctrica pública hasta el dentista municipal, es que Colau se mantenga como alcaldesa. Incluso mediante un gobierno conjunto con el PSC y una aritmética consistorial que, descartados los votos de una ERC rebotada, les abocaría al bloqueo o a Valls.

Pero el precio a pagar para llegar hasta ahí no es bajo. De aceptar la fórmula propuesta por los socialistas de Jaume Collboni, los 'comuns' podrían poner a sus votantes ante una incoherencia quizás demasiado grande como para mantener su confianza. Sobre todo cuando hasta el momento las encuestas siempre han revelado que Colau tiene un voto muy transversal en lo nacional, y obtiene apoyos tanto de independentistas como de no independentistas.

Los números están ahí. La alcaldesa en funciones obtuvo el pasado domingo 156.000 apoyos para el ayuntamiento que, de camino hacia la urna de las elecciones europeas, se quedaron en 81.000. Una cifra similar a la obtenida en diciembre de 2017 en las elecciones catalanas, cuando la Catalunya en Comú de Xavier Domènech cosechó 85.000 papeletas. Pero en las generales de hace un mes Jaume Asens obtuvo un resultado más parecido al de Colau y reunió 142.000 votos. Con estos resultados, en la formación hacen cuentas sobre cuántos de estos cerca de 75.000 votos flotantes pueden ser independentistas que huirían ante una investidura que nace de una intención antisoberanista, la de PSC.

Por el momento, el equipo de la alcaldesa prefiere dejar la puerta abierta a todas las opciones mientras tantea los apoyos reales que puede cosechar para mantener la alcaldía. Este mismo miércoles, después de la oferta lanzada por Valls, Colau se ha reunido con Ernest Maragall en un primer contacto para sondearse mutuamente. Tras la reunión, el número dos de Colau, Joan Subirats, ha “agradecido” al candidato de Ciudadanos sus votos y ha rechazado tener intención de negociar un gobierno con él, algo que Valls no ha planteado en ningún momento. Sobre la posibilidad de presentarse a la investidura con los votos del exprimer ministro francés, Subirats ha preferido guardar silencio.

Fuentes de la formación indican que queda “mucho tiempo” hasta el 15 de junio, cuando se constituirán todos los ayuntamientos. Será en esa jornada cuando Colau deberá manifestar oficialmente si es o no candidata a la alcaldía por contar con los 21 concejales necesarios para evitar la investidura de Maragall. En este momento a la alcaldesa le han ofrecido sin condiciones los ocho concejales del PSC, y al menos los tres independientes de los seis que integran el grupo de Valls.

El ofrecimiento de este último ha generado un fuerte roce interno con Ciudadanos, formación que se halla en medio de un sudoku mucho más complicado para cerrar decenas de ayuntamientos y gobiernos autonómicos en todo el Estado.

Después de que el candidato de origen francés se ofreciera a parar al independentismo ayudando a Colau, la dirección nacional de Ciudadanos se ha desmarcado de esta apuesta y ha recordado que tiene una línea roja puesta contra cualquier alcalde tanto “independentista” como “populista”, categoría esta última en la que incluye a la líder de los 'comuns'. El partido naranja ha remarcado que si se trata de impedir que gobierne Maragall, su única opción como alternativa es el socialista Jaume Collboni.

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