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Frente a la radicalización del racismo, somos más

Manifestación antiracista en Madrid

Andrés García Berrio

Abogado y miembro de Iridia - Centro por la Defensa de los Derechos Humanos —

Estamos viviendo un proceso global de radicalización del racismo que está teniendo consecuencias en los discursos políticos, en nuestros barrios y pueblos, en los medios de comunicación y en los procesos de construcción del racismo interiorizado.

También estamos viviendo un proceso de empoderamiento imprescindible de las comunidades y colectivos migrantes y racializadas a través del cual se ha logrado poner en el centro la necesidad de ubicar el racismo como un eje de discriminación y estratificación social que nos atraviesa a todas. Al igual que para acabar con el machismo y sus violencias es necesario un proceso complejo y múltiple de cambio personal, social y en las políticas públicas, con el racismo y sus violencias pasa exactamente lo mismo. Y éste proceso que se está viviendo en nuestras escuelas, en nuestros barrios y en los movimientos sociales es absolutamente ilusionante y necesario.

Ante dos procesos paralelos que se están viviendo, la mayor parte de la población se ubica en un lugar ambivalente respecto a su posición política frente al racismo y el fenómeno migratorio. Sin embargo, llevamos meses (en España) de ruido político y mediático orquestado desde un movimiento global racista y machista que tiene muy bien pensado cómo canalizar en votos las emociones de la población, cueste lo que cueste. Transformar la inseguridad y la falta de certeza ante el futuro, generadas desde el neoliberalismo global en votos para reforzar un modelo económico y social que algunos sectores de dicho ataque parecen criticar.

Desde Trump a Salvini, pasando por Bolsonaro o Le Pen. Y aterrizando a través de Abascal o Casado. Pero no solo el proceso de auge de la extrema derecha se acompaña por un proceso de radicalización de la derecha, así como de una derechización de las izquierdas ya sea de manera visible o a través de sus políticas públicas. Nos hallamos ante un momento crucial y ante nuevos escenarios. Se hace necesario generar nuevas metodologías, narrativas y propuestas políticas para no sólo hacer frente al proceso de radicalización del racismo, sino también para seguir adelante con la necesidad de actualizar el sistema político en materia de derechos civiles. 

Si nuestro trabajo se queda sólo en responder al marco que plantea Vox, la fuerza política que ensalza claramente dicho proceso de radicalización, pueden pasar varias cosas. Por un lado, que nos olvidemos de la necesidad de avanzar hacia la conquista de derechos civiles y nos ubiquemos en un lugar de trinchera resistente, antagonista exclusivamente en el marco que nos permite el discurso que ahora mismo está haciendo más ruido. Por otro, que dicha fuerza política junto a la derecha radicalizada aproveche que hemos decidido jugar en el terreno de juego que han logrado dibujar en su propio beneficio, ya que un movimiento exclusivamente anti puede acabar reforzando indirectamente aquello que está queriendo atacar (sobre todo, porque lo tienen previsto). No hay más que analizar cómo Bolsonaro aprovechó el gran movimiento “Él, no” (Elle nao) para gozar de mayores dosis de visibilidad. Siendo un movimiento absolutamente ejemplar e imprescindible está bien analizar qué impacto no previsto tuvo para tenerlo en cuenta en los caminos que estamos emprendiendo. Y, por último, que no sepamos cómo generar relatos desde fuera de dicha lógica resistente.

Hay quienes pensamos que hemos de trabajar para generar un marco propio, amplio y plural, que al mismo tiempo logre visibilizar con fuerza que somos más las personas que queremos una sociedad sin racismo (con independencia del partido con el que simpatice o vote), y sea capaz de generar presión ante los discursos y políticas de la extrema derecha. Además de confrontar sus propuestas, hemos de intentar contener el proceso de radicalización de la derecha y de derechización de las izquierdas en su discurso y en políticas públicas relacionadas con las migraciones y el racismo. Asimismo, generar un marco común fuerte podría dar impulso desde lo colectivo al trabajo necesario que muchas personas y colectivos estamos haciendo desde sus barrios y ciudades. Mostrar no sólo la resistencia, sino que hemos de avanzar en la conquista colectiva de derechos civiles tratando de continuar y ampliar la ola generada por los feminismos.

La policía para a las personas simplemente por el color de su piel, tal y como ha recogido y evidenciado en un reciente informe SOS Racismo. El gobierno está deportando a personas como Carmen, una mujer de 65 años que llevaba 17 años viviendo en Valencia, con hijos y nietos (en su caso, la fuerza de la sociedad civil, logró detener su deportación pero hay más casos como el suyo). Hay personas que a pesar de haber nacido aquí o llevar muchísimos años siguen teniendo que soportar en su día a día que les pregunten de donde son, con todo lo que ello implica. Personas que llevan muchos años viviendo aquí no están regularizadas o han caído en la irregularidad sobrevenida. Estereotipos y bromas de mal gusto absolutamente cotidianas sobre las personas gitanas enmarcada en una generalizada. Y la gente muere en el mar porque políticamente se ha decidido que haya personas que no puedan viajar de manera legal y segura en un momento en que el gobierno además ha decidido bloquear los barcos de rescate como Open Arms o Alta Mari, a la vez que está en marcha un peligroso proceso de cambio del sistema de rescate de España en nuestra Frontera Sur. Y así, un largo etcétera.

Todas están situaciones diversas tienen en común una misma raíz anclada en el racismo y quizá una lucha amplia por los derechos civiles (los cuales son vulnerados por todas estas situaciones) pueda hacernos actualizar la sociedad y el sistema político a la realidad diversa y plural que somos.

Hoy tiene lugar en Madrid, en el Ateneo de Madrid, un acto en el que se realizará una propuesta abierta y amplia que pretende aterrizar en base a muchas de las cuestiones analizadas en este artículo el movimiento internacional #WeAreMore , el cual ha llenado las calles de otros países de manera amplia y plural contra el racismo y por los derechos civiles.

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