La misma tarde de la semana pasada en que el president en activo de la Generalitat de los recortes profetizaba ante una platea de 3.000 invitados en el auditorio del Fórum barcelonés el camino para vadear el río Jordán y hacer que se abran las aguas del Mar Rojo electoral, otro president de la Generalitat jubilado subía unos instantes al escenario de otro Auditori barcelonés vecino para cantar junto a Paco Ibáñez la canción “Les copains d’abord” (Los amigos primero), de Georges Brassens, y marcarse de propina unos pasos de baile. A mi, si me lo permiten, la actuación del segundo de los presidents citados me parece más cargada de interés.
Cuando ese mismo president era el alcalde de la Barcelona olímpica, solía repetir una frase de Shakespeare aparentemente sencilla: “La ciudad es la gente”. Se refería a una política de prioridad de las necesidades colectivas por encima de los poderosos intereses particulares, antes de que no empezasen a recortarlas con tanta convicción. La canción de Brassens viene a decir algo parecido, ni que sea con un lenguaje más desenfadado que el teatro de Shakespeare. El título de la canción hace un juego de palabras en francés entre “Los amigos primero” y “Los amigos de a bordo”, como se deduce a lo largo de la letra cincelada por un especialista de la expresión poética libre de la talla de Brassens. La última estrofa proclama: “Yo he tomado muchos barcos⨠pero el único que ha aguantado,⨠que no ha cambiado de rumbo,⨠navegaba tranquilamente⨠por encima de qué dirán â¨y se llamaba Los Amigos Primero,⨠Los Amigos Primero”.
Por el contrario sí que ha cambiado de rumbo aquella prioridad política de los intereses colectivos por encima de los particulares, los intereses de los amigos del conjunto de la sociedad por encima de los intereses de los amigos de las élites. A mi entender es lo que pone de relieve de algún modo la canción de Brassens y la breve actuación del president de la Generalitat jubilado junto a Paco Ibáñez, quien concluyó su concierto de los 80 años con otro viejo poema de actualidad: “A galopar, a galopar...”.
La misma tarde de la semana pasada en que el president en activo de la Generalitat de los recortes profetizaba ante una platea de 3.000 invitados en el auditorio del Fórum barcelonés el camino para vadear el río Jordán y hacer que se abran las aguas del Mar Rojo electoral, otro president de la Generalitat jubilado subía unos instantes al escenario de otro Auditori barcelonés vecino para cantar junto a Paco Ibáñez la canción “Les copains d’abord” (Los amigos primero), de Georges Brassens, y marcarse de propina unos pasos de baile. A mi, si me lo permiten, la actuación del segundo de los presidents citados me parece más cargada de interés.
Cuando ese mismo president era el alcalde de la Barcelona olímpica, solía repetir una frase de Shakespeare aparentemente sencilla: “La ciudad es la gente”. Se refería a una política de prioridad de las necesidades colectivas por encima de los poderosos intereses particulares, antes de que no empezasen a recortarlas con tanta convicción. La canción de Brassens viene a decir algo parecido, ni que sea con un lenguaje más desenfadado que el teatro de Shakespeare. El título de la canción hace un juego de palabras en francés entre “Los amigos primero” y “Los amigos de a bordo”, como se deduce a lo largo de la letra cincelada por un especialista de la expresión poética libre de la talla de Brassens. La última estrofa proclama: “Yo he tomado muchos barcos⨠pero el único que ha aguantado,⨠que no ha cambiado de rumbo,⨠navegaba tranquilamente⨠por encima de qué dirán â¨y se llamaba Los Amigos Primero,⨠Los Amigos Primero”.