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Por amor al arte paso hambre

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Artistas reconocidos se comen los mocos. Ahora no haré una exposición de los nombres del hambre porque esto no les haría ningún bien. El escarnecimiento morboso del muerto de hambre podría extenderse por bocas chismosas en calidad sólo de anécdota, y esto no nos interesa. Pero ampliamente podría describir situaciones de miseria personal o de mínimos, porque diez de cada diez artistas se mueren muy lentamente. Y el artista no es una raza, una especie o una tribu diferente a cualquier otro, es un oficio más, pero que está tocando el fondo del desprecio. ¿Quién vive del aire?

Entre estos, hay unos cuántos que son de la generación que ha archisobrevivido a los males extendidos del sida y la heroína, o del francotirador franquismo, que perdió un montón de compañeros súper brillantes que explosionaban el bloqueo cultural que sufría este país, que abrió los ojos al mundo, que viajó y nos nutrió de mil revoluciones estéticas y éticas. Artistas que rondan los cincuenta y que se han dejado la piel para ayudar a explicarnos, algunos de los cuales sucumben ahora sin gloria pero con mucha pena.

¿Esto es una lotería? ¿Esto es un linchamiento intelectual? Es como cuando vi por última vez el gran Kubala, más o menos, igual como acabó Joan Capri. El uno andaba por la plaza Mons, el otro por la Catedral: como unos indigentes, desorientados y totalmente meados encima, deambulando sin enfocar mirada alguna, sin levantar cabeza y arrastrando los pies. Y es que es así como tratamos a los nuestros, no nos confundamos detrás la pretensión que nuestra cultura cuida de los suyos.

¿Es por el amor al arte que paso hambre? O es por el desamor al arte que como. Entre el olvido que practicamos y el país de los Unos que somos que no permite doses ni treses, sólo hay Uno, es el divino. El golpe de suerte es el que te entierra: el homenaje post-mortem.

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Artistas reconocidos se comen los mocos. Ahora no haré una exposición de los nombres del hambre porque esto no les haría ningún bien. El escarnecimiento morboso del muerto de hambre podría extenderse por bocas chismosas en calidad sólo de anécdota, y esto no nos interesa. Pero ampliamente podría describir situaciones de miseria personal o de mínimos, porque diez de cada diez artistas se mueren muy lentamente. Y el artista no es una raza, una especie o una tribu diferente a cualquier otro, es un oficio más, pero que está tocando el fondo del desprecio. ¿Quién vive del aire?