Hace tres años que el Estado te tiene secuestrado, Alfon. La pena de prisión tantas veces evitada por los representantes de la burguesía y que representa tanta venganza sobre la clase trabajadora. Como clase, nos privan de lo único que poseemos: vender nuestra fuerza de trabajo o perder el trabajo que tenemos.
Nuestras familias, como tantos millones de castellanos, tuvieron que marcharse de sus pueblos para evitar la persecución política del franquismo y para encontrar un futuro mejor. Nuestras madres y padres encontraron en las ciudades de Castilla o los Países Catalanes barrios de infraviviendas, sin suministros, sin centros sanitarios ni institutos. Lo que el capitalismo nos preparaba era ser carne de explotación capitalista. Fueron las luchas de nuestra clase las que conquistaron todos los servicios públicos del barrio sin pedir pactos con el franquismo; con las movilizaciones de masas y la desobediencia civil colectiva construían futuro.
El Régimen del 78 intentó liquidar todo esto. En nuestros barrios, “la izquierda” durante décadas ganaba y ganaba elecciones mientras perdía y perdía principios. Nosotros nunca creímos en esa izquierda, no hemos creído en la gestión de las migajas del sistema. En paralelo a las renuncias, también sufrimos en nuestras calles las grandes lacras del sistema: la toxicomanía, la precariedad juvenil, el patriarcado, el desempleo…
Lo que no pudieron evitar es que construyéramos vidas en la calle. Es muy difícil, para quien no ha crecido en un barrio obrero, saber todo lo que nos dieron y nos podían quitar nuestras calles en los años 90 y al principio del milenio. No estaba de moda ser comunista, pero tampoco nos han preocupado las modas. Para nosotros, la contracultura juvenil no era estética, era ética, era orgullo de clase: rudos y rebeldes. De repente volvimos a ver la verdadera cara del capitalismo y todas sus expresiones de violencia. Lejos de acobardarnos, recuperamos todas las tradiciones de lucha, mientras, en paralelo, vivimos el sufrimiento. Que tengamos claro que capitalismo es violencia no nos evita sufrir por nuestra gente.
Únicamente los “revolucionarios” de manual no entienden cómo la juventud de la clase trabajadora se expresa de formas diversas cuando lucha: el campo del Rayo, parando un desahucio, haciendo un escrache a los representantes del poder, participando en una huelga general… Y ese día precioso que es para nosotros la huelga general, el aparato del Estado español te la transformó en una pesadilla, Alfon. En la calle aprendemos a luchar, a querer y algunas pocas normas de clase: nunca se trabaja un día de huelga, nunca se delata nadie que está luchando.
Esto es lo que hiciste y has hecho: salir a luchar un día de huelga general, no delatar un compañero que lucha. Tres años de cárcel no te han robado la alegría ni el compromiso político. ¡Y claro que un hijo de castellanos puede apoyar la República Catalana! ¡Y claro que puede ver que también es un paso para acabar con el Régimen del 78! Alfon, te queremos libre, en Vallecas o en los Países Catalanes, porque somos de donde luchamos, de donde amamos, de donde nos aman.
Vidal Aragonés, Cornellà de Llobregat.
Hace tres años que el Estado te tiene secuestrado, Alfon. La pena de prisión tantas veces evitada por los representantes de la burguesía y que representa tanta venganza sobre la clase trabajadora. Como clase, nos privan de lo único que poseemos: vender nuestra fuerza de trabajo o perder el trabajo que tenemos.
Nuestras familias, como tantos millones de castellanos, tuvieron que marcharse de sus pueblos para evitar la persecución política del franquismo y para encontrar un futuro mejor. Nuestras madres y padres encontraron en las ciudades de Castilla o los Países Catalanes barrios de infraviviendas, sin suministros, sin centros sanitarios ni institutos. Lo que el capitalismo nos preparaba era ser carne de explotación capitalista. Fueron las luchas de nuestra clase las que conquistaron todos los servicios públicos del barrio sin pedir pactos con el franquismo; con las movilizaciones de masas y la desobediencia civil colectiva construían futuro.