El camino que nos ha llevado hasta aquí, hasta el 20 de setiembre del 2017, ha sido largo, agotador, complejo… Lo hemos reflejado con multitud de voces, con pluralidad, y con la vocación de ofrecer a los lectores toda la información posible, con todo el rigor del que éramos capaces. Con la voluntad de que el lector dispusiera de los datos imprescindibles para formase su propia opinión. Los cinco años de eldiario.es y de Catalunya Plural coinciden con la época en el que este camino se ha hecho más intenso. Y la hemeroteca refleja el esfuerzo por anteponer el periodismo a cualquier otro propósito a la hora de explicar el proceso político que vivía Catalunya. Con una mirada poliédrica, desde Barcelona, desde Madrid y el resto de España. Como uno de los pocos puentes que seguían en pie.
Y hemos llegado al 20 de setiembre. El día en que el periodismo es más necesario que nunca. Con noticias para explicar lo que está ocurriendo y con una opinión clara y contundente para proclamar que las medidas represivas emprendidas por el Gobierno del PP son un atentado contra la democracia. Contra las libertades. Un abuso de poder, una equivocación de tal magnitud, que oculta las cadenas de errores cometidas por todas las partes hasta este momento. Pero es, por encima de todo, un nuevo acto de agresión a la dignidad de la mayoría de los catalanes, que se identifica con sus instituciones. Que más allá de si defiende o no la independencia, se siente parte de una nación que merece ser respetada.
Y este es, de nuevo, el gran error del Partido Popular, de la derecha española. La falta de respeto. La recogida de firmas contra el Estatut que derivó en una campaña de catalanofobia fue, ante todo, un ataque a la dignidad colectiva. Aquella ofensiva culminó con una sentencia del Tribunal Constitucional que fulminó el Estatut votado por los catalanes. El Partido Popular argumentó que era resultado del funcionamiento de la Justicia. Pero entonces, como ahora, sabemos que la actuación de los tribunales es consecuencia de una política que sueña con la derrota definitiva de las aspiraciones de Catalunya. El resultado de negarse a reconocer la realidad nacional que siente la mayoría social en Catalunya; de anteponer la fuerza al diálogo.
Y así hemos llegado al 20 de setiembre del 2017. Con altos cargos de la Generalitat detenidos. Con guardias civiles en las sedes de la Generalitat. Con protestas en las calles. Con un intento de humillación que no sólo afecta a los que legítimamente defienden la independencia, si no que nos atañe a todos los que creemos en los valores de la democracia y la libertad. La perspectiva histórica situará las responsabilidades de cada uno en este largo camino, pero hoy lo que está en juego son los derechos fundamentales. En Catalunya y en España. Desde el periodismo, lo contamos. Y, desde nuestros valores, alzamos la voz contra la represión y en favor del diálogo.
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