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Autogobierno o final

Lluc Salellas

Concejal de la CUP-Crida per Girona —

Estos días vemos como tanto la mayoría parlamentaria catalana como las ásperas instituciones españolas se embalan. La primera, formada por Junts pel Sí y la CUP-Crida Constituent, lo hace con la legitimidad de haber ganado unas elecciones hace un mes y haber reconocido que la victoria no fue suficientemente amplia como para haber acelerado aún más la historia con una Declaración Unilateral de Independencia. La segunda lo hace con la interpretación histórica que Catalunya es subordinadamente, que no constituentemente, española desde los Íberos y apelando a la legalidad emanada del régimen del 78. Un régimen, hay que decir, cada vez más cuestionado por las periferias geográficas y políticas del Estado.

Es, pues, un capítulo más de la histórica, esta sí, confrontación entre las instituciones catalanas y españolas que parten de marcos conceptuales, legales y legitimadores diferentes. Y es en este debate donde se ubica y se situará el fondo de la cuestión en los próximos días. Es decir, en quien es el demos, el sujeto soberano, el que puede decidir el futuro del territorio que va de Alcanar a Portbou si tomamos la costa mediterránea como marco geográfico de referencia. Y en este debate es donde me sorprendería sinceramente que Catalunya Sí que es Pot se alineara con aquellos que consideran a ultranza que lo que pasa en Catalunya tiene que vivir subordinado a las instituciones españolas.

Durante la campaña electoral, CSQEP se hartó de decir que ellos eran soberanistas pero no independentistas porque tenían claro que el sujeto soberano era Catalunya pero preferían una solución federal con el Estado. Bueno, si tomamos esta premisa, se nos hace incomprensible que estos días estén intentando vetar un debate político en el Parlament de Catalunya con argumentos falaces sobre la situación de un grupo parlamentario que no existe porque no se ha querido constituir (PP). Y todo, a pesar de que desde la izquierda siempre hemos apostado por que todos los debates existan, se practiquen, especialmente aquellos que van ligados a la soberanía popular. Porque el 27S avaló el debate. Seguro.

Ahora bien, lo que pasa estos días será seguramente una anécdota con lo que puede pasar la próxima semana y las que vendrán con reacciones muy duras del propio Estado. Es muy probable el uso de la fuerza, la prohibición de debates, imputaciones y acciones de todo tipo. Todas ellas serán no contra un gobierno ni siquiera contra una persona o un grupo de personas que habrán desobedecido. Serán ataques directos contra el Parlament de Catalunya, allí donde hay delegada la soberanía del Principado. Y será en este momento donde todo el mundo tendrá que dejar claro si defiende el sujeto soberano catalán o, por el contrario, las instituciones españolas de las que algunos consideran que emana cualquier autogobierno catalán. Y los posicionamiento deberá tomar ante los hechos. En definitiva, deberá ser claro.

En este sentido, habrá que esperar que una apuesta de la izquierda democrática catalana y española como es CSQEP, de acuerdo con su programa, se posicione al lado de la defensa del autogobierno catalán y de su derecho a la autodeterminación. Para que este siga siendo el debate de fondo como puede ver estos días. Estamos hablando de hacer un debate y aprobar una declaración de inicio de un proceso avalado por las urnas. Así, si realmente se quiere ser como los demócratas europeos que defienden los referendos, al final, CSQEP será al lado de aquellos que defienden la soberanía del Parlament de Catalunya para garantizar los derechos nacionales y políticos del pueblo catalán. O así lo espero yo. Porque un día cierran la Ciutadella pero al día siguiente te pueden cerrar la plaza Sant Jaume.

Estos días vemos como tanto la mayoría parlamentaria catalana como las ásperas instituciones españolas se embalan. La primera, formada por Junts pel Sí y la CUP-Crida Constituent, lo hace con la legitimidad de haber ganado unas elecciones hace un mes y haber reconocido que la victoria no fue suficientemente amplia como para haber acelerado aún más la historia con una Declaración Unilateral de Independencia. La segunda lo hace con la interpretación histórica que Catalunya es subordinadamente, que no constituentemente, española desde los Íberos y apelando a la legalidad emanada del régimen del 78. Un régimen, hay que decir, cada vez más cuestionado por las periferias geográficas y políticas del Estado.

Es, pues, un capítulo más de la histórica, esta sí, confrontación entre las instituciones catalanas y españolas que parten de marcos conceptuales, legales y legitimadores diferentes. Y es en este debate donde se ubica y se situará el fondo de la cuestión en los próximos días. Es decir, en quien es el demos, el sujeto soberano, el que puede decidir el futuro del territorio que va de Alcanar a Portbou si tomamos la costa mediterránea como marco geográfico de referencia. Y en este debate es donde me sorprendería sinceramente que Catalunya Sí que es Pot se alineara con aquellos que consideran a ultranza que lo que pasa en Catalunya tiene que vivir subordinado a las instituciones españolas.