La Tercera Feria de economía solidaria de Cataluña se ha celebrado, los días 24, 25 y 26 de octubre en el recinto de Fabra y Coats, en Barcelona. Unas doscientas entidades han montado puestos en este recinto y miles de personas se ha dejado caer y han asistido y participado en las charlas que han tenido lugar allí. Cada vez quedan menos sectores a los que no llegue la economía solidaria. Ámbitos como los servicios de telefonía, luz, gas o las finanzas ya forman parte de ella.
Si la economía solidaria puede llegar a todas partes, ¿por qué sigue siendo la economía insolidaria la que dirige el mundo? ¿Por qué la gente sencilla, cercana, asequible, colaboradora, abierta al diálogo, constructiva, humana, solidaria que se ha reunido estos días en Fabra y Coats no tiene más peso a la hora de determinar cómo se debe construir una sociedad diferente, más sana, relajada y saludable, donde vivir no represente una carrera de obstáculos permanente?
¿Por qué el mundo está controlado por unos señores encorbatados y señoras muy arregladas que se reúnen en despachos despersonalizados donde se toman decisiones que sólo benefician a una minoría de los ciudadanos y perjudican al resto? ¿Por qué la economía insolidaria es la que damos por buena e inevitable?
Paseándome entre los stands de las asociaciones, cooperativas y entidades presentes en la Feria, me imaginaba como sería una dedicada a la economía insolidaria. Una Feria donde detrás de cada mesa nos encontráramos un financiero que nos vendiera su entidad como la que mejor sabe esconder el dinero en los paraísos fiscales, la que especula más discretamente para hacer subir el precio de los alimentos y provocar hambre en buena parte del mundo, la que vende las islas más privilegiadas a los mafiosos de cualquier tipo y procedencia o que sabe sacar más provecho de la quiebra económica de países enteros.
Estudiantes de Economía de la Universidad de Harvard se fueron, en noviembre de 2011, de la clase que estaba dando un profesor neoliberal eminente, Gregory Mankiw, hartos de que les contara una economía pensada para beneficiar a una élite.
¿Dónde estarán hoy aquellos estudiantes?
Algún día el mundo seguirá las directrices que marquen gente como ellos. Entonces, tal vez no será necesario organizar Ferias de economía solidaria porque la solidaridad y la economía no sólo no serán incompatibles sino inseparables.