Ya estamos en plena campaña electoral de nuevo. ¡Quién lo diría! Hace cuatro días estábamos en la calle haciendo patente los atropellos de diferentes derechos sociales, laborales y democráticos y ahora vuelve a empezar el festival.
Ciertamente nos vuelven a hablar de propuestas que ya han sido transformadas en leyes, decretos y otros, en anteriores legislaturas y ahora nos las vuelven a ofrecer como salvación. Es lamentable ver este panorama, sobre todo teniendo en cuenta que aunque las cifras macroeconómicas hablen de mejoría, hemos dejado muchas personas en el camino y un paisaje marcado por una gran desigualdad entre la población. La pobreza, las desigualdades, la exclusión social, y el paro ya son palabras que parece que las tenemos muy escuchadas en nuestro cerebro y en nuestro ideario. Tanto es así que solo parecen vocablos y no situaciones escalofriantes ante las cuales sociedad debería estar comprometida para superarlas.
Es totalmente paradójico que hace unos años ha entrado una crisis financiera, una social y otra de económica, y como consecuencia, las partes más heridas de gravedad han sido las clases bajas y medias, dando como resultado un gran recorte de sus recursos disponibles y nivel de vida; la pérdida de ingresos y de trabajo; la pérdida de los hogares, y en otros casos, la pérdida de la vida, a pesar de arrastrar una deuda- seguramente impagable.
En contraste, tenemos una clase más reducida que reúne más capital y que ha sido ajena a cualquiera de estas tres crisis. Quizás ya ha llegado la hora de buscar el antídoto para esta minoría que sigue aglutinando más poder, y empiece a dejar alguna pluma en este camino de espinas como lo hemos hecho las otras personas mortales. Ya es hora de repartir las cargas del sistema.
Así que, como estamos en un nuevo periodo electoral, hay que afinar en lo que pedimos, más allá de las propuestas concretas. Hace falta compromiso, firmeza y acción. Compromiso en la acción social. Firmeza en la aplicación de las leyes. Acción en la lucha contra la corrupción y también contra las personas corruptoras. El resto todo es más sencillo: necesitamos recuperar todos los derechos suspendidos, libertades perdidas y derechos laborales caídos en las diferentes reformas. En definitiva: hay que poner las personas en el centro de la construcción de una sociedad más justa, igual y plural.
Dicho todo esto, debemos saber que está en nuestras manos poder transformar nuestros anhelos y sueños, en realidades. Ahora bien, debemos tener muy claro que tendremos que aplicarnos también el compromiso de la acción social; la firmeza por el cambio y la acción en las diferentes luchas, si queremos conquistar lo que nos prometen en esta cita electoral.
Ya estamos en plena campaña electoral de nuevo. ¡Quién lo diría! Hace cuatro días estábamos en la calle haciendo patente los atropellos de diferentes derechos sociales, laborales y democráticos y ahora vuelve a empezar el festival.
Ciertamente nos vuelven a hablar de propuestas que ya han sido transformadas en leyes, decretos y otros, en anteriores legislaturas y ahora nos las vuelven a ofrecer como salvación. Es lamentable ver este panorama, sobre todo teniendo en cuenta que aunque las cifras macroeconómicas hablen de mejoría, hemos dejado muchas personas en el camino y un paisaje marcado por una gran desigualdad entre la población. La pobreza, las desigualdades, la exclusión social, y el paro ya son palabras que parece que las tenemos muy escuchadas en nuestro cerebro y en nuestro ideario. Tanto es así que solo parecen vocablos y no situaciones escalofriantes ante las cuales sociedad debería estar comprometida para superarlas.