Un grupo de gente diversa compartimos mesa en la Masia Can Jordà (Santa Susanna), el pasado 2 de abril, convocados por una anfitriona de lujo: Carme Fenoll.
Políticos como Ferran Mascarell y Marc Vidal Pou, escritores y periodistas como Sergio Vila Sanjuán, Lluís Llort, Rafael Vallbona, Ada Castells, libreros como Xavier Vidal y Teresa Calabús. Editores como Maria Bohigas, el inclasificable Toni Puig, un buen número de bibliotecarias y bibliotecarios de toda Catalunya y familiares de la Carme nos congregamos para desearle muchos éxitos en el futuro y agradecerle el trabajo realizado en los últimos cinco años como jefa de servicio de las Bibliotecas de la Generalitat de Catalunya.
Se ha escrito tanto sobre las oposiciones, que recientemente ha perdido Carme, para renovar su cargo, que ya se habla del Caso Fenoll.
Gente tan diversa como Sergio Vila Sanjuán, Bernat Dedéu, Bernat Ruiz Doménech, Ana Merino Mir, Lluís Llort han escrito sendos artículos alabando el trabajo de Carme y han lamentado la burocratización de la cultura. De todo lo publicado, me quedo especialmente con el artículo que Toni Sala escribió para el El Diari Ara el 9 de febrero, titulado La Cultura i els buròcrates. En él, le reconocía a Carme su esfuerzo ingente por renovar uno de los refugios culturales populares más importantes de este país, las bibliotecas. Y hacerlo además con un presupuesto de tiempos de crisis. Finalmente, se lamentaba de que haya perdido las oposiciones por no tener el nivel D de Catalán. Yo, dice Toni Sala, tampoco lo tengo y soy Premio Nacional de Literatura. Creo que no hace falta argumentar mucho más, ¿verdad?
Mientras vivía de cerca el ocaso de esta gran jefa de servicio, un amigo psicólogo, sufría a la suya y se convirtió para mí en otro caso a seguir. Trabajaba en un hospital psiquiátrico a las órdenes de una jefa de servicio conocida en toda la empresa por lo que algunos llamaban excentricidades y otros directamente desequilibrio psíquico. Harto de la incongruencia y de la repercusión que una jefa de servicio de estas características tiene en el buen funcionamiento del hospital y en la atención de los pacientes, mi amigo decidió hablar con la Dirección de la empresa. Se citó con el director y éste, antes incluso de hablar, ya le había dado la razón en todo. Sé, le dijo, que dicha jefa de servicio tiene un carácter excesivamente ansioso, sé que es muy poco clara con el personal, también sé que su capacidad de dirigir grupos humanos deja mucho que desear. Te creo, no me tienes que convencer de nada. En ti, siguió, en cambio, creemos, tenemos buena opinión, sabemos de tu categoría como clínico y como docente, así que se quieres cambiar de centro dentro de la empresa, te facilitaremos el cambio. Ah, le dijo mi amigo al director, ¿no es a ella a quien deberíais de cambiar? Lamentablemente, le contestó el director con todo su cinismo, no es posible.
Mi amigo cambió ya no de centro, sino de vida. Ya no trabaja en aquella empresa que gestionaba el hospital y otros centros de salud mental. En cuanto a su futuro, me dice que, cuando logre desprenderse del resentimiento con el que lo ha dejado esta penosa situación, me pedirá ayuda para escribir una novela que sepa reflexionar sobre el maltrato laboral y la locura de algunos psiquiatras y psicólogos que cuidan de nuestra salud mental.
Resumamos: una muy buena jefa de servicio es obligada a irse y otra que es muy tóxica es respaldada para quedarse. Se podría decir que la salud mental de nuestro pequeño país anda necesitada de un buen Psicoterapeuta – alguno bueno habrá, espero-.
Y ya de regreso a Carme Fenoll, diré que, en este caso, quiero creer en la justicia poética. Pienso que alguna institución cultural de relieve le ofrecerá un trabajo a la altura de su criterio cultural serio y moderno. Mi amigo el psicólogo, en cambio, cree que no. Cree que ninguna institución cultural de relieve la va a querer fichar por no tener el nivel D de catalán. Pero entre ustedes y yo, me da que mi amigo el psicólogo está algo deprimido y por ello sobredimensione cualquier pequeña dificultad.
Veremos quién de los dos tiene razón.