Pasada la resaca del 9-N, El Periódico de Catalunya publica su habitual barómetro del otoño y, como no podía ser de otra manera en estos tiempos tan líquidos y donde las lealtades partidistas y políticas se hacen y deshacen con tanta rapidez, hay alguna sorpresa. A continuación esbozaremos cuatro apuntes sobre este barómetro y unas conclusiones sobre la situación política que se abre en Catalunya a raíz del proceso participativo del pasado día 9 de noviembre.
En primer lugar cabe destacar la tímida recuperación de CiU. La apuesta por sacar las urnas a la calle que hizo el President Mas después de la impugnación por parte del TC de la consulta del 9N, y el posterior protagonismo durante la jornada de votación, han sido un éxito total a nivel estratégico. Los anteriores estudios demoscópicos mostraban un hundimiento continuo de la federación nacionalista que se veía sorpassada por ERC, encuesta tras encuesta. En este nuevo barómetro, a pesar de perder entre 16 y 18 escaños en relación a las pasadas autonómicas, CiU para el golpe y por primera vez desde hace meses recupera la primera posición como fuerza política más votada, aunque sea por la mínima. Esta leve recuperación permite a Mas plantear diversas salidas: convocar elecciones plebiscitarias con una lista única encabezada por él; capitalizar la reacción ante la querella para aglutinar en CIU gran parte del voto soberanista; o intentar aguantar con pactos puntuales y agotar la legislatura. Este es el dilema convergente, aunque ahora, desde una posición más ventajosa.
Si observamos los datos bajo el prisma del proceso soberanista, podemos ver como las fuerzas independentistas, es decir, CiU, ERC y las CUP, suman una horquilla de entre 69 y 73 escaños, cuando en las últimas elecciones el total de las tres equivalía a 74 escaños. Este estancamiento o mínima perdida puede explicarse por diversos motivos: el primero de ellos porque el independentismo tiene un techo de voto de alrededor de un millón ochocientos mil votos, tal y como demostró la votación del 9N (en las anteriores autonómicas la suma de los 3 partidos mencionados era de 1.749.818); la otra, por un incremento de la participación que beneficie a otras fuerzas y equipare la situación entre los bloques en un momento de gran movilización independentista. En esta encuesta, el bloque pro independencia y el bloque de los que buscan un encaje o son contrarios a la independencia están casi igualados, aunque evidentemente, el segundo es un grupo tan heterogéneo que nunca podrá ser una alternativa al bloque netamente independentista. Por lo tanto, hay un empate técnico entre ambos bloques, como paso en las pasadas elecciones, la cual cosa no permite ninguna solución unilateral como una DUI ya que la mayoría independentista, que no se debe confundir con que todos sean favorables a una DUI ya que nadie de CiU ha salido a defender esta salida, es menor que la necesaria para reformar el Estatuto de Autonomía establecida en dos terceras partes de la cámara. Una DUI rompería el Parlament por la mitad. Ahora bien, esto no quiere decir que la reclamación del derecho a decidir no esté bien viva: 5 de los 8 partidos que obtendrían representación en el Parlament según esta encuesta, defienden de una manera o de otra un referéndum para que los catalanes puedan decidir su futuro.
El tercer elemento a tener en cuenta es la espectacular irrupción de Podemos. La formación de Pablo Iglesias, que está creando su estructura en Catalunya deprisa y corriendo para estar preparado ante los futuros acontecimientos, entraría en el Parlament con una horquilla de entre 16 o 17 diputados consiguiendo de esta manera la tercera posición y siendo un actor relevante en el nuevo tablero de ajedrez que se ha convertido la política catalana. Esta entrada de Podemos se da a costa de ICV, que se quedaría con 10 diputados bajando 3 y con una fuga del 18,5% de sus votantes hacia la nueva formación, y sobre todo, del PSC, que perdería entre 9 y 10 diputados y un 19,1% de sus votantes. Podemos también recoge votos de Ciudadanos donde un 23,1% de sus votantes en los anteriores comicios, se inclinarían a día de hoy por la formación nacida en la Complutense. Podemos por lo tanto, puede llegar a ser la referencia de las izquierdas catalanas y convertirse en una de las primeras fuerzas del Área Metropolitana aprovechando la descomposición del PSC.
El cuarto punto a tener en cuenta va ligado de alguna manera ligado al anterior. Los partidos del establishment están hundidos en Catalunya y no solo eso, sino que son sustituidos por otros. El PSC se desangra en beneficio de Podemos, que puede arrebatarle su papel de nexo con el resto de España y su posición como principal partido de la izquierda no nacionalista, y el PP, que padece una bajada de 9 escaños y una fuga de votos del 36,8% hacia Ciudadanos, deja de ser el primer partido del unionismo en Catalunya para convertirse en una fuerza marginal. La cúpula directiva del PP en Catalunya debería de plantearse si la estrategia política adoptada últimamente es la adecuada, no solo para evitar la independencia, sino simplemente para sobrevivir como partido político. Ahora bien, este hundimiento no significa que no haya fuerzas que hagan de puentes con el resto de España: Podemos será central en este aspecto y Ciudadanos, aunque es un partido de matriz catalana, busca dar el salto a la política española como ya hizo en las europeas.
Una vez vistas estas cuatro pinceladas sobre el barómetro de GESOP podemos dibujar un panorama general de hacia dónde se mueve el sistema político catalán. Lo primero que podemos afirmar es que la mayor fragmentación política que padecerá el Parlament nos lleva a un escenario que en ciencias políticas se conoce como partidismo polarizado. Este escenario se caracteriza por la competición de muchos partidos que acaban obteniendo representación y que dificultan enormemente la gobernabilidad, tal y como pasaba en Italia hasta el 1993, que tenía hasta 12 partidos con representación parlamentaria y sin mayorías claras. Una geometría más que variable en jerga periodística. Un parlamento tan dividido hará dificilísimo formar gobiernos y mantenerlos, además de dificultar los acuerdos, los pactos y la negociación, al incrementar los costes de transacción entre partidos. Esto es consecuencia de otra de las conclusiones que se pueden extraer de este estudio electoral: Catalunya ya no solo tiene dos ejes de debate político que posicionan a la sociedad catalana a un lado u otro, es decir, dos cleavages. Al nacional y al socioeconómico, debemos sumarle el de la ruptura democrática representado por las CUP, que doblan escaños, pero sobre todo por Podemos. Este nuevo eje de batalla política defiende la ruptura con el establishment y nuevas formas de participación política que empoderen a la ciudadanía. Si dos ejes de debate dibujaban un parlamento fraccionado, tres ejes italianizan la política catalana y la hacen impredecible. Por último y no menos importante, de esta encuesta se desprende que la solución al tema catalán no será sencilla. Si una cosa demuestra este estudio demoscópico es que la sociedad catalana se caracteriza por su complejidad, heterogeneidad y pluralidad social, política, identitaria y económica.
Esta realidad ineludible nos aboca a que la vía parlamentaria, es decir, unas elecciones plebiscitarias, una DUI o una negociación entre gobiernos, no sea la mejor opción para solucionar el conflicto ni para un lado ni para otro, al existir múltiples intereses en la gran cantidad de partidos que conformarían el Parlament. La apuesta por un referéndum vinculante con dos opciones para desencallar la cuestión es a día de hoy más necesaria que nunca. Ahora bien, para que exista una posibilidad para realizarlo, deberemos esperar que haya una nueva correlación de fuerzas en Madrid. Sea como sea, una vez finalizado este breve análisis podemos darle toda la razón a Josep Pla cuando decía que Catalunya es la región mas occidental de Italia. Como mínimo a nivel político es así. En definitiva: Catalunya se italianiza a nivel de sistema de partidos y apuesta, por una lado, por la ruptura con España, y por otro, con la del régimen del 78. Multipartidismo y tres ejes de debate. Veremos si se confirma.
Pasada la resaca del 9-N, El Periódico de Catalunya publica su habitual barómetro del otoño y, como no podía ser de otra manera en estos tiempos tan líquidos y donde las lealtades partidistas y políticas se hacen y deshacen con tanta rapidez, hay alguna sorpresa. A continuación esbozaremos cuatro apuntes sobre este barómetro y unas conclusiones sobre la situación política que se abre en Catalunya a raíz del proceso participativo del pasado día 9 de noviembre.
En primer lugar cabe destacar la tímida recuperación de CiU. La apuesta por sacar las urnas a la calle que hizo el President Mas después de la impugnación por parte del TC de la consulta del 9N, y el posterior protagonismo durante la jornada de votación, han sido un éxito total a nivel estratégico. Los anteriores estudios demoscópicos mostraban un hundimiento continuo de la federación nacionalista que se veía sorpassada por ERC, encuesta tras encuesta. En este nuevo barómetro, a pesar de perder entre 16 y 18 escaños en relación a las pasadas autonómicas, CiU para el golpe y por primera vez desde hace meses recupera la primera posición como fuerza política más votada, aunque sea por la mínima. Esta leve recuperación permite a Mas plantear diversas salidas: convocar elecciones plebiscitarias con una lista única encabezada por él; capitalizar la reacción ante la querella para aglutinar en CIU gran parte del voto soberanista; o intentar aguantar con pactos puntuales y agotar la legislatura. Este es el dilema convergente, aunque ahora, desde una posición más ventajosa.