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Cuando la cosa no hace el todo, participación

Josep Manel Busqueta

Economista, pastelero y exdiputado de la CUP-CC —

A medida que las organizaciones transformadoras se han hecho un hueco en el ámbito institucional, y han ido obteniendo mayor capacidad de intervención, devolver al control municipal la prestación de servicios básicos se ha convertido en uno de los objetivos congruentes con la voluntad de un modelo de provisión de servicios públicos, que en los últimos años, y de la mano de la ideología neoliberal, ha conseguido hacer penetrar y consolidarse la lógica del beneficio en lo que había sido la esfera de los derechos colectivos.

Hoy, situar en el centro de la acción política, a nivel municipal, la recuperación pública, municipalizada, de la propiedad, gestión y control de los mecanismos que aseguran la provisión de servicios fundamentales para la ciudadanía, se convierte en un ejercicio pedagógico interesantísimo que sitúa en el centro del debate el modelo de sociedad que queremos construir. El debate de las remuncipalizaciones permite abordar, aparte de la propiedad, otros aspectos que también deben ser constitutivos de nuestra intervención transformadora, tanto presente como futura. Entre estos elementos se encuentra la participación.

Una característica importante de la privatización de los servicios públicos es la desposesión que también representa respecto a todo un conjunto de conocimientos esenciales para la vida de las personas en los municipios. A medida que la provisión del agua, de la electricidad, la recogida de residuos, etc, se sitúa en manos de empresas privadas, todo el conocimiento sobre la gestión de este aspectos vitales para el buen funcionamiento del metabolismo municipal se aleja de la comprensión popular.

Podríamos decir que la privatización también supone una forma de alienación de la ciudadanía respecto al conocimiento del funcionamiento del metabolismo en el que desarrolla su vida. Así pues los procesos de remunicipalización deben servir también para recuperar todo este conjunto de procesos y conocimientos, para situarse nuevamente en el ámbito de la comprensión y de la toma de decisiones colectiva.

La remunicipalización entendida sólo como la provisión de un servicio sitúa a la ciudadanía en el plan de consumidoras que, mediante el dinero, consiguen proveerse de un recurso indispensable. Disponer de, por ejemplo, la posibilidad la provisión de agua desde un servicio municipalizado sin que al abrir el grifo cada ciudadano del pueblo entienda qué supone ese hecho concreto y las implicaciones que esto tiene para el conjunto de la dinámica política municipal, puede limitar el proceso de remuncipalización al consumo de un recurso en mejores condiciones, sin captar todo lo que puede suponer este hecho en el cambio de modelo societario.

Hay que hacer de la provisión de aquellos bienes y servicios municipalizados un hecho político. Esto significa conseguir que no sólo sean los cargos de la concejalía concreta y los técnicos municipales, y tal vez algunas personas formadas de los municipios, los que tengan la capacidad de intervenir y decidir respecto a la organización de estas esferas recuperadas por el terreno público.

Así pues, hace falta conseguir integrar los ciclos de provisión de servicios municipalizados en las dinámicas pedagógicas en las escuelas del municipio, conseguir generar consejos municipales de gestión del agua, los residuos, etc. que integren a los responsables políticos municipales, a los técnicos y a los vecinos y vecinas en un plano de máxima igualdad en el acceso a la información y en la decisión, tanto de la producción como de la gestión y distribución de lo municipalizado.

En definitiva, hacer del hecho de la provisión material de lo indispensable para la vida de las personas, y para el funcionamiento municipal, un hecho comunitario, se convierte en un elemento fundamental que debe acompañar a nuestras propuestas remunicipalizadoras. Y es que la remunicipalización de los servicios públicos no puede convertirse en un hecho aislado, al contrario, debe convertirse en un eslabón más en la construcción de una estrategia global de transformación de nuestras sociedades desde una perspectiva de justicia, democracia y viabilidad ecológica.

A medida que las organizaciones transformadoras se han hecho un hueco en el ámbito institucional, y han ido obteniendo mayor capacidad de intervención, devolver al control municipal la prestación de servicios básicos se ha convertido en uno de los objetivos congruentes con la voluntad de un modelo de provisión de servicios públicos, que en los últimos años, y de la mano de la ideología neoliberal, ha conseguido hacer penetrar y consolidarse la lógica del beneficio en lo que había sido la esfera de los derechos colectivos.

Hoy, situar en el centro de la acción política, a nivel municipal, la recuperación pública, municipalizada, de la propiedad, gestión y control de los mecanismos que aseguran la provisión de servicios fundamentales para la ciudadanía, se convierte en un ejercicio pedagógico interesantísimo que sitúa en el centro del debate el modelo de sociedad que queremos construir. El debate de las remuncipalizaciones permite abordar, aparte de la propiedad, otros aspectos que también deben ser constitutivos de nuestra intervención transformadora, tanto presente como futura. Entre estos elementos se encuentra la participación.