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Sí ... ¿Por qué?

Lluc Salellas

Concejal de la CUP-Crida per Girona —

Hace días que pienso en cómo enfocar este artículo. Conozco diversa gente que participa de Catalunya Sí Que Es Pot y sé de buena fe que tienen voluntad de cambio aunque desgraciadamente su comunicación hable de validarlo y no de impulsarlo. Algunos en clave más socialdemócrata, la mayoría, y otros de base rupturista, la minoría. En todo caso, buena parte de ellos tienen pretensiones de tumbar el statu quo desde posiciones de izquierdas. Esto hace que nos hayamos encontrado en movilizaciones los últimos meses y que compartimos buena parte de la crítica a las políticas económicas desarrolladas por el PP, el PSOE y CiU en los últimos años y avaladas también, en una primera ronda, por el Tripartito (2006-2010). También es probable que coincidamos en propuestas políticas en más de un ámbito en los programas electorales que tanto la CUP-Crida Constituent como ellos podamos presentar las próximas semanas. No en todas porque una parte de las formaciones de la coalición de partidos Catalunya Sí Que Es Pot (Podemos) prefiere no definirse a la izquierda del espectro político y, además, considera que Catalunya es una región. Sin embargo es innegable que a partir del 27-S ciertas luchas las haremos juntos. Bienvenidas. Apreciadas.

Es en este contexto, el de la sinceridad de la militancia de izquierdas, que no puedo entender qué lleva a CSQEP a tener no una actitud de indiferencia sino un posicionamiento contrario a la defensa del hecho plebiscitario, además de constituyente, del 27-S así como de la independencia de Catalunya. Me explico. O lo intentaré aunque los argumentos del antropólogo Manuel Delgado sean tan concluyentes que quizá no hay que añadir nada más. Si de forma reiterada el Estado español ha negado la posibilidad de un referéndum de autodeterminación por activa y pasiva. Si las opciones que las fuerzas políticas de ámbito estatal (IU) que hoy defienden sin miedo el referéndum de autodeterminación no llegan ni siquiera al 5% de los votos según las últimas encuestas. Si una mayoría social catalana ha decidido que es el momento de romper con un Estado para iniciar la consecución de un nuevo proyecto político donde podremos disputar con más fuerza y soberanía el poder a la clase dominante. Si esta clase dominante, la gran patronal, los Foros de servicio a la monarquía y toda la regentocracia catalana defiende el proyecto estatal, incluido el federal, y está moviendo todos los hilos para que la independencia no sea posible. Si la marginación de la cultura y lengua catalanas son un hecho histórico contrastable que ningún gobierno ha sido capaz de alterar de forma permanente y voluntaria. Si el proceso independentista se ha llevado por delante el partido que representa con fuerza la derecha en el país (CiU) y ha reducido a miseria la influencia política del viejo socialiberalismo (PSOE) y de la vieja extrema derecha españolista (PP) con más fuerza que en ningún otro lugar del Estado. Si hasta ahora ha sido la presión de la calle y de la gente con las manifestaciones y la desobediencia del 9-N lo que ha hecho mover todo este camino. Si la incorporación de CSQEP a la opción de ruptura, constituyente e independentista situaría la hegemonía del proceso más hacia la izquierda. Si, si y si unas cuantas veces más.

¿Si todo esto parece contrastable y tienes una posición reivindicada de izquierda internacionalista con los pueblos del mundo, que te lleva a no defender la ruptura necesaria este septiembre? ¿Qué es lo que frena a los compañeros de CSQEP? ¿La presencia de Artur Mas en una de las listas? Si ellos se suman a la propuesta de ruptura, es bastante seguro que el cambio de correlación de fuerzas también llevará a un cambio de liderazgos. ¿Una sola persona puede frenar todo un proceso histórico que debe servir para descoyuntarse democráticamente un modelo que se impuso en su momento por las armas? El “personalismo” no ha sido nunca un argumento para el apoyo de la izquierda a movimientos de liberación nacional de todo el mundo. ¿Por qué aquí sí que sirve como único argumento para no sumarse? Preguntas que me rondan estos días de agosto y que seguro que el amigo Luis Rabell o Albano Dante nos sabrán responder las próximas semanas. O eso espero. Porque sino, al final, uno pensará que detrás de todo ello simplemente hay la voluntad de mantener un statu quo español donde cada uno ya sabe con qué cartas juega. Una simple estrategia para jugar otra competición. Y yo, burro de mí, tenía entendido que esta etapa ya la habíamos superado.

Hace días que pienso en cómo enfocar este artículo. Conozco diversa gente que participa de Catalunya Sí Que Es Pot y sé de buena fe que tienen voluntad de cambio aunque desgraciadamente su comunicación hable de validarlo y no de impulsarlo. Algunos en clave más socialdemócrata, la mayoría, y otros de base rupturista, la minoría. En todo caso, buena parte de ellos tienen pretensiones de tumbar el statu quo desde posiciones de izquierdas. Esto hace que nos hayamos encontrado en movilizaciones los últimos meses y que compartimos buena parte de la crítica a las políticas económicas desarrolladas por el PP, el PSOE y CiU en los últimos años y avaladas también, en una primera ronda, por el Tripartito (2006-2010). También es probable que coincidamos en propuestas políticas en más de un ámbito en los programas electorales que tanto la CUP-Crida Constituent como ellos podamos presentar las próximas semanas. No en todas porque una parte de las formaciones de la coalición de partidos Catalunya Sí Que Es Pot (Podemos) prefiere no definirse a la izquierda del espectro político y, además, considera que Catalunya es una región. Sin embargo es innegable que a partir del 27-S ciertas luchas las haremos juntos. Bienvenidas. Apreciadas.

Es en este contexto, el de la sinceridad de la militancia de izquierdas, que no puedo entender qué lleva a CSQEP a tener no una actitud de indiferencia sino un posicionamiento contrario a la defensa del hecho plebiscitario, además de constituyente, del 27-S así como de la independencia de Catalunya. Me explico. O lo intentaré aunque los argumentos del antropólogo Manuel Delgado sean tan concluyentes que quizá no hay que añadir nada más. Si de forma reiterada el Estado español ha negado la posibilidad de un referéndum de autodeterminación por activa y pasiva. Si las opciones que las fuerzas políticas de ámbito estatal (IU) que hoy defienden sin miedo el referéndum de autodeterminación no llegan ni siquiera al 5% de los votos según las últimas encuestas. Si una mayoría social catalana ha decidido que es el momento de romper con un Estado para iniciar la consecución de un nuevo proyecto político donde podremos disputar con más fuerza y soberanía el poder a la clase dominante. Si esta clase dominante, la gran patronal, los Foros de servicio a la monarquía y toda la regentocracia catalana defiende el proyecto estatal, incluido el federal, y está moviendo todos los hilos para que la independencia no sea posible. Si la marginación de la cultura y lengua catalanas son un hecho histórico contrastable que ningún gobierno ha sido capaz de alterar de forma permanente y voluntaria. Si el proceso independentista se ha llevado por delante el partido que representa con fuerza la derecha en el país (CiU) y ha reducido a miseria la influencia política del viejo socialiberalismo (PSOE) y de la vieja extrema derecha españolista (PP) con más fuerza que en ningún otro lugar del Estado. Si hasta ahora ha sido la presión de la calle y de la gente con las manifestaciones y la desobediencia del 9-N lo que ha hecho mover todo este camino. Si la incorporación de CSQEP a la opción de ruptura, constituyente e independentista situaría la hegemonía del proceso más hacia la izquierda. Si, si y si unas cuantas veces más.