El discurso de odio está de moda. El racismo, la xenofobia, el antigitanismo, la LGTBIQfobia y tantas otras fobias, se encasillan ahora bajo este paraguas, con el peligro de perder la mirada estructural, el enfoque que piensa estas discriminaciones como parte de un sistema de opresión que tiene orígenes históricos, económicos, políticos, culturales y sociales. Pero como todo lo que está de moda (como la categoría “refugiados”), tiene al menos una pequeña ventaja: se pone en el centro mediático y fuerza debates necesarios.
¿Qué es el discurso de odio? Una pregunta sin consenso, todavía. Según la definición del Comité Europeo de Ministros, el discurso de odio cubre todas las formas de expresión que difunden, incitan, promueven o justifican el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo u otras formas de odio basadas en la intolerancia , incluyendo: intolerancia expresada por nacionalismo agresivo y etnocentrismo, discriminación y hostilidad hacia minorías, migrantes y personas de origen inmigrante (la Recomendación 97 (20) 1997).
El discurso de odio se enmarca dentro de los llamados delitos de odio. Organizaciones tales como SOS Racisme Catalunya o el Movimiento contra la Intolerancia llevan años denunciando que esta tipología de delitos (los crímenes contra personas por motivo de su origen, color de piel, etnia, religión, etc.) continúan fuertemente invisibilizados en España y las medidas que se han llevado a cabo (legales, gubernamentales, policiales) están todavía lejos de dar una respuesta efectiva al problema.
Con la penalización del discurso de odio, además, entra en juego otro elemento: los límites de la libertad de expresión. A esto debe sumarse que el paraguas legal del “discurso de odio” tiene doble rasero: ya se está utilizando actualmente para un objetivo muy diferente al de defender la no discriminación: la acusación de activistas de izquierdas, como el reciente caso de un grupo de activistas propalestinos.
La abogada Laia Serra, en una entrevista en La Directa, hacía referencia hace unos días a las recomendaciones del relator de Naciones Unidas en relación al discurso de odio: más que medidas judiciales, es imperativo construir una contranarrativa colectiva y social que haga frente a los mensajes de odio. El periodismo de investigación, el que da voz a las personas afectadas y no sólo en el rol de víctimas, podría ser un camino.
En la víspera del día internacional contra el racismo, el Grupo de Periodistas Ramon Barnils presenta una herramienta para combatir los discursos discriminatorios en los medios: el Observatorio del discurso de odio en los medios de comunicación, centrado en los discursos de racismo / xenofobia, islamofobia , antigitanismo y catalanofobia, y pone el foco en ocho medios digitales de ámbito estatal y con un papel más bien “marginal”, con alguna excepción: Alerta Digital, Baluarte Digital, Dolça Catalunya, Gaceta, Libertad Digital, Mediterraneo Digital, Ok Diario y Periodista Digital. En el acto participará Moha Gerehou, periodista de eldiario.es.
¿Por qué centrarnos en estos medios de la órbita neoconservadora y de extrema derecha y no analizar los medios de comunicación masivos? La respuesta tiene forma de pregunta.
Estos «digitales de odio» tienen un peso creciente pero relativo. Con un público más bien fiel y cierta capacidad de viralizar algunas noticias, no son capaces de marcar la agenda mediática ni influir en el debate público más generalista. ¿O quizás sí? ¿Hasta qué punto la emergencia del discurso ultra en internet y su traslación en resultados políticos sobre todo en EEUU pero también en Europa- está influyendo en el lenguaje y la temática de los medios tradicionales generalistas?
Conocer las estrategias discursivas de ocho digitales de odio ha sido la primera misión del observatorio y los resultados no deberían ser leídos sólo como banco de malas prácticas periodísticas propias de un “ghetto” de medios; al contrario, uno de los hilos que se desprenden del estudio es constatar que algunas de las estrategias a la hora de cubrir o generar noticias también las encontramos en los medios convencionales o masivos.
Cada medio es diferente -no tiene nada que ver el registro de Alerta Digital con el de Ok Diario-, aunque hemos encontrado algunas coincidencias. Todos los medios usan la estrategia de visibilizar el origen, religión, color de piel, etnia o cultura en noticias de delincuencia o terrorismo en las que este dato no es relevante y todos los portales hacen lo que hemos llamado una “pesca internacional de noticias” que confirman los prejuicios del medio. “Musulmanas ejecutan a una niña y una mujer embarazada” (Mediterráneo Digital, 02/02/2017). En este caso, no sólo se busca la noticia de Afganistán, sino que se criminaliza el colectivo religioso de los musulmanes, cuando en realidad se hablaba de un grupo talibán.
A veces se usan incluso fotografías descontextualizadas (qué hace una fotografía de una boda palestina para ilustrar el caso de un imán de Vitoria acusado de abusos sexuales a una menor?). El uso de imágenes y videos es una de las otras técnicas de estos medios: en algunos casos se editan con “títulos” y adjetivos llamativos ( “espeluznante video”, “indignante video”). El Periodista Digital es el medio que más recurre a este recurso audiovisual, y es el portal con un tono más subido. De hecho, es en este medio donde hemos detectado casi todos los insultos proferidos hacia algún colectivo, en este caso insultos islamófobos (“macarras musulmanas”). En ninguna de las noticias analizadas durante un mes no hemos detectado incitación directa a la violencia.
La reproducción acrítica del discurso de actores de extrema derecha es una de las otras estratégicas detectadas (desde Marine Le Pen, algún cardenal ultracatólico, hasta el líder del Partido para la Libertad de Holanda, Gert Wilders, que recientemente ha obtenido unos preocupantes 20 escaños). La otra cara de la moneda es deslegitimar los actores que ellos consideran defensores del “multiculturalismo”, como la canciller alemana Angela Merkel, y alertar de los peligros de una supuesta “islamización de Europa”. La victimización de la población autóctona europea es un fenómeno observado de forma recurrente, un grupo victimizado que pasa a ser la población castellanohablante en Cataluña en noticias en las que el tema de debate es lengua catalana (CatalApp, una aplicación separatista para marginar al comercio en castellano, de La Gaceta). Una última estrategia observada son las noticias que mezclan opinión e información.
Para hacer un repaso por medios, Periodista Digital y Dolça Catalunya son los que vehiculan el discurso de odio de forma más explícita, recurriendo al insulto si es necesario, el segundo centrado en el odio contra los catalanes. Alerta Digital y Mediterráneo Digital incluyen noticias islamófobas, más que en otros medios, pero el segundo medio recurre a técnicas menos duras que el primero. En La Gaceta se emplea un discurso más neutro; ahora bien, hacen una selección de las noticias que confirmen los prejuicios del medio. Por ejemplo, durante el mes estudiado sólo se han publicado historias de violencia machista y violaciones si los agresores son extranjeros.
OK Diario tiene un tono que intenta equipararse más a la prensa convencional. Utiliza técnicas más sofisticadas para difundir la línea editorial: elección de temas y enfoques, pesca de informaciones internacionales o conexión temática entre terrorismo y refugiados (sin decir nunca que los segundos sean todos terroristas). Es uno de los medios que penetra más allá del público afín a raíz de la proyección pública de su propietario, Eduardo Inda.
Mientras leéis estas líneas os preguntaréis: con este observatorio no estamos ampliando el alcance de los “digitales de odio”, haciéndoles incluso difusión? Es el eterno debate del cordón sanitario en las instituciones ante la entrada de formaciones de extrema derecha. Es que es necesario analizarlos, hay que ponerlos contra la pared, hay que dar herramientas a los y las profesionales y la ciudadanía para deconstruir estereotipos y prejuicios. Y evitar una posible contaminación hacia los medios masivos.