En un acto que esta Fundación, Periodisme Plural, celebró hace unas semanas en Can Fabra, el diputado en Madrid de ERC Joan Tardà hizo un vaticinio claro e inclusivo: “Cuando en Madrid sepan la pregunta enloquecerán”. Aún sin saber la formulación, Tardà, buen conocedor de los resortes del Madrid borbónico sabe que a esta España le gusta ser como los toros: embestir a todo lo que se mueve sin pensárselo demasiado.
Y es exactamente lo que ha pasado este 12 de diciembre. Dicha la pregunta, los cuernos del reino, todo el rebaño enfurecido de ministros y socialistas y patriotas -no- nacionalistas ha salido a la plaza a decir lo que realmente sienten: que nunca se va a votar. España no quiere hacerse preguntas. Opta por no dejar que se las hagan sus ciudadanos. Condena las respuestas.
Tardà ya es el nuevo Sandro Rey del Principat: Han enloquecido. Y esta es la imagen que se puede captar de la prensa internacional estas primeras horas. Unos partidos que plantean urnas y una monarquía que saca a la Guardia Civil. La Marcaspaña versión Merimée vuelve a cobrar todo su peor sentido más allá de los Pirineos. Era ésta la posición que se buscaba con las dos Diadas y que ahora se afianza: un pueblo calmo pero determinado ante un Estado ineficaz y corrupto que no baja de su “orgullo de hidalgo”. Son tópicos, sí. Pero tópicos que hoy se confirman y que son de una utilidad extrema.
Si nos centramos ahora en la publicación de la pregunta y la rueda de prensa posterior, parece evidente que había ganadores y perdedores. El gesto de Junqueras, Fernández y Arrufat era claramente contrastable con el entusiasmo de Espadaler o la aturdida declaración de victoria de Herrera. Arrufat decía que en estos días pedirá a la sociedad civil organizada su opinión sobre todo. Yo ya doy la mia. Los independentistas dijéramos “de rito escocés” pierden una batalla que no es importante ni definitiva como bien analizaba Arrufat. Si Rajoy fuera Cameron, la redacción de la pregunta sería capital. En nuestro caso, lo que era definitivo era el unidad entre los partidos. Todos sospechamos que llegar a tocar una urna el próximo año será en sí mismo una victoria. Han hecho bien, pues, la gente de ERC y de las CUP no dando al redactado un peso superior al que tiene la unidad parlamentaria. En un bando quedan los partidos de obediencia catalana. Desde la derecha hasta el anticapitalismo. Fuera queda La Casta del PPSOE y sus juventudes, los del Movimiento. El panorama se clarifica y pone en marcha lo que Arrufat (¡caray, qué fijación por este hombre que tengo hoy!) ha definido muy ajustadamente: Queda inaugurado el conflicto democrático.
Ya no se trata de intenciones, voluntades o utopías. Ahora se trata de un hecho puramente mecánico, físico, evidente a los ojos del mundo: permitir que la gente llegue hasta las urnas. A partir de hoy, ya no hablaremos de soberanía teórica. Hablaremos de cajas de cartón, de colegios, interventores y de la Guardia Civil o la Legión. Todo lo que era humo se hace sólido. Ahora ya sí que tenemos dos bandos: los que queremos poner las urnas (para votar Sísí , Nono o Nosí) y los que querrán evitarlas con fuerza. Se trata pues de una nueva gramática, clara e internacional. Nos entregamos al fin de la tontería del derecho a decidir y decidimos. Dejemos de soñar y nos ponemos a hacer campaña.
Ahora, admitámoslo: este proceso, además de democrático, es esencialmente catalán y por eso hemos tenido que dejar nuestra huella. Los 'sí pero no' y los 'no pero sí' no nos dejarán caer en el sopor helvético. Nos pelearemos y el espíritu de las entrañables Puta y Ramoneta endulzarán todos los debates (¿para cuándo una plaza dedicada a estas dos grandes mujeres en Barcelona?). No es la pregunta perfecta y probablemente no sea la última de las trampas que los partidarios de las terceras vías quieran colar. Pero lo que hemos ganado es infinitamente más valioso que uno o dos redactados. Tenemos un punto de inflexión, un umbral y lo hemos traspasado. Todos.
Y ahora permitidme una cursi felicitación a todo el pueblo catalán organizado: asambleas, colectivos, partidos, sindicatos y todo tipo de grupos que han hecho mella, pedagogía y han sido ejemplo de tolerancia, fe y paciencia. Pensad en el 10 de septiembre de 2012, apenas hace quince meses. No teníamos nada y no éramos nadie. Hoy el mundo sabe de nuestro conflicto, el Reino tiene la pelota en su tejado, y los catalanes han redescubierto que la política era eso, la que hacen ellos.
No olvidemos que mañana continúan las privatizaciones, que la impunidad policial sigue insultándonos y amenazándonos. Que el proyecto neolib sigue vivo en el país y que los corruptos se encuentran en las calles. Todas las luchas continúan en buen estado de salud, pues. Y no olvidemos ni un solo día, hoy que para mí es un día de alegría, lo que será esencial : ¡los derechos no se conceden, se ejercen!
En un acto que esta Fundación, Periodisme Plural, celebró hace unas semanas en Can Fabra, el diputado en Madrid de ERC Joan Tardà hizo un vaticinio claro e inclusivo: “Cuando en Madrid sepan la pregunta enloquecerán”. Aún sin saber la formulación, Tardà, buen conocedor de los resortes del Madrid borbónico sabe que a esta España le gusta ser como los toros: embestir a todo lo que se mueve sin pensárselo demasiado.
Y es exactamente lo que ha pasado este 12 de diciembre. Dicha la pregunta, los cuernos del reino, todo el rebaño enfurecido de ministros y socialistas y patriotas -no- nacionalistas ha salido a la plaza a decir lo que realmente sienten: que nunca se va a votar. España no quiere hacerse preguntas. Opta por no dejar que se las hagan sus ciudadanos. Condena las respuestas.