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Gaziel en La Vanguardia

“Desde entonces (1940) ”La Vanguardia española“ me tiene borrado del registro civil. Para ella, sistemáticamente, yo no existo. He publicado 7 u 8 libros, todos en catalán, que han hecho un cierto ruido y obtenido una buena acogida. Prensa nuestra y de fuera ha tenido la bondad de hablar de ellos. Pero ”La Vanguarda española“ no ha dicho nunca ni una palabra. Algunos de sus colaboradores más eminentes, de habla castellana, viejos y buenos amigos míos, han intentado insistentemente decir algo de estos libros que les han interesado, y quieren hacerlo en el diario más difundido de Cataluña –el que yo dirigí durante tantos años y con tantos afanes (1919 hasta 1936). Siempre los artículos les han sido devueltos por dirección -fuera la de Galinsoga, la de Aznar, o la de Echarri- significante de que, en aquella casa, y por orden del señor conde de Godó, Carlos Godó, el segundo que lleva corona, a mí me dan por muerto. ¡Santa inocencia!”

Gaziel, Historia de La Vanguardia, Ediciones catalanas de Paris, 1971.

Años después Gaziel se puede citar en La Vanguardia, como ha sucedido recientemente en el Cultura/s (19-3-2014). Un dossier interesante, con colaboraciones de gente competente (Jordi Amat, Manuel Llanas, etc).

Pero sorprenden las omisiones. Especialmente la no referencia a su historia del diario. Un conjunto de seis artículos y una bibliografía del que llaman “un clásico del periodismo y del catalanismo” y ni un comentario ni siquiera una mínima cita a La historia de la Vanguardia, un libro indispensable, aunque no sea el de mayor valor literario. Y se citan marginalmente dos obras cumbres de las letras catalanas del siglo XX: Meditaciones en el desierto (escritas entre 1946-1953) y las memorias Todos los caminos llevan a Roma. Historia de un destino (1893-1914), probablemente sus dos mejores libros.

Es conocida la animadversión de los Godó a Gaziel. Dirigió el periódico en un periodo muy complicado y supo navegar con dignidad entre la monarquía y la dictadura de los años 20 y en los convulsos años republicanos después. Muy crítico con el “radicalismo” de las izquierdas y con el reaccionarismo de las derechas españolas intentó mantener un difícil equilibrio propio de un liberal moderado. Cuando el dueño del diario, Carlos Godó, huye, Gaziel se queda solo al frente de La Vanguardia. Se mantiene algunas semanas como director formal para garantizar su continuidad. Finalmente las amenazas de muerte le obligan a marchar por presiones que le hace el propio gobierno catalán. ¿Cómo se entiende el odio de la familia Godó? No le perdonan su defensa del diario mientras el propietario ha sido el primero en abandonar el barco.

Tampoco se hace mucho mención de su gran obra, Meditaciones en el desierto, donde se encuentran sus críticas más duras a las burguesías españolas y catalanas, que se acomodan en el franquismo. Gaziel por un lado sueña con una burguesía ideal que históricamente ha de ser la constructora de la democracia y por el otro desprecia la burguesía real y miserable.

En las Meditaciones hace una reflexión curiosa sobre el comunismo. Considera que la represión que practican las derechas en todas partes y el franquismo aún con más dureza lo refuerza en lugar de debilitarlo. Y añade “¿No hay remedio? Sí. Sólo tomarle la delantera y realizar mejor... lo mismo que quiere hacer catastróficamente y apocalípticamente”. Y termina la meditación: “Si el bolchevismo es indeseable, lo es igualmente, para mí -o más-, que este conservadurismo estancado”.

“Desde entonces (1940) ”La Vanguardia española“ me tiene borrado del registro civil. Para ella, sistemáticamente, yo no existo. He publicado 7 u 8 libros, todos en catalán, que han hecho un cierto ruido y obtenido una buena acogida. Prensa nuestra y de fuera ha tenido la bondad de hablar de ellos. Pero ”La Vanguarda española“ no ha dicho nunca ni una palabra. Algunos de sus colaboradores más eminentes, de habla castellana, viejos y buenos amigos míos, han intentado insistentemente decir algo de estos libros que les han interesado, y quieren hacerlo en el diario más difundido de Cataluña –el que yo dirigí durante tantos años y con tantos afanes (1919 hasta 1936). Siempre los artículos les han sido devueltos por dirección -fuera la de Galinsoga, la de Aznar, o la de Echarri- significante de que, en aquella casa, y por orden del señor conde de Godó, Carlos Godó, el segundo que lleva corona, a mí me dan por muerto. ¡Santa inocencia!”

Gaziel, Historia de La Vanguardia, Ediciones catalanas de Paris, 1971.