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Tres grandes preguntas para un nuevo espacio

En estos momentos estamos en el proceso de construcción de un nuevo sujeto político. Encaramos un proceso de debate que sobre todo quiere ser con el conjunto de la sociedad, hacia fuera y no hacia adentro, desde abajo, para articular una propuesta de país, con vocación de gobernar y transformar, que debe servir para construir el gran proyecto al servicio de la gente, de las clases populares, trabajadoras y las clases medias catalanas.

Un proceso que nos debe permitir dar respuesta a grandes preguntas que hoy tienen los proyectos de cambio, no sólo en nuestro país sino en todo el continente y a escala internacional. Vivimos un cambio de época, una crisis sistémica, y dar las respuestas que conecten tanto racionalmente como emocionalmente con la gente hará que la salida pase por proyectos reales de cambio y no por fenómenos como Trump, Le Pen y otros que lejos de menospreciar tenemos que saber encarar y combatir.

En el Estado y en Catalunya el 15M sirvió sin duda para situar, visibilizar y responsabilizar a los verdaderos culpables de la crisis. Llegó a tiempo, en palabras de Pedro Arrojo en el marco de las jornadas ecosocialistas celebradas el pasado 18 y 19 de noviembre. En Francia Nuit Debout parece que llegó tarde para evitar que las clases populares y las clases medias empobrecidas fueran seducidas por la extrema derecha de Le Pen.

En Catalunya y en el Estado estamos a tiempo, pero no tenemos demasiado. Hay pues que encarar algunas de las preguntas de nuestro tiempo. Son tres en mi opinión las principales.

En primer lugar cómo hacemos frente a uno de los grandes retos sociales de hoy: la desigualdad. En 2008 en Catalunya el 20% de la gente con más recursos ganaba 4,8 veces más que el 20% con menos recursos. Hoy, a pesar de la crisis, esta diferencia es de 6 veces. Nos están construyendo una sociedad de tercios, donde prácticamente un tercio de la sociedad vive excluido socialmente y es invisible desde un punto de vista mediático a no ser que pasen tragedias como la muerte de la abuela de Reus. La lucha contra la precariedad laboral, el debate sobre una política de rentas, y la batalla por la renta garantizada de ciudadanía como un primer paso marcan el camino.

En segundo lugar cómo hacemos compatible la reivindicación y la búsqueda del pleno empleo, con la constatación de que el sistema económico capitalista y el modelo productivo actual no apuesta de manera real para garantizar los puestos de trabajo. Asimismo hoy la contradicción clave del sistema es el cambio climático y los límites reales del planeta. Sin duda esto hace imprescindible una transición energética justa y un cambio de modelo productivo que puede ser utilizado para propuestas como las de Trump, que ha movilizado voto de los cinturones industriales con la promesa de barra libre para los combustibles fósiles. Aquí la apuesta por un nuevo modelo energético, centrado en renovables, el autoconsumo y la batalla contra las grandes empresas eléctricas es clave para reconectar con las clases populares. Y la relación con el mundo del trabajo hay que cuidarla día a día.

Y finalmente cómo hacemos compatible nuestra acción de la política, ubicada en el marcos de los estados, cuando son sometidos a dinámicas de una economía global financiarizada y procesos globales. Damos la batalla en Catalunya y en el Estado, y es imprescindible ganarla, pero la guerra real se da a escala global. Necesitamos pasar del pensar globalmente, actúa localmente, que planteó el movimiento por otra globalización a actuar como mínimo a escala europea. Lo vemos también con la crisis de refugiados, donde la respuesta ha de ser sobre todo a este nivel. Y al mismo tiempo es necesario un discurso claro y nítido que sitúe los verdaderos culpables de la crisis y intercepte el discurso de la extrema derecha que utiliza las personas migradas y los refugiados y refugiadas como chivo expiatorio. Por eso hay que articular un movimiento que reclame Europa, nuestra Europa, la que nos están tomando los gobiernos conservadores y una socialdemocracia sin proyecto, entregada a la política neoliberal y que responde como un loro que no existe alternativa.

Seguro que tenemos que afrontar también otras muchas preguntas, y eso es lo que el proceso de construcción del nuevo sujeto político nos permitirá encarar en el proceso de debate que iniciaremos en los próximos meses.

En estos momentos estamos en el proceso de construcción de un nuevo sujeto político. Encaramos un proceso de debate que sobre todo quiere ser con el conjunto de la sociedad, hacia fuera y no hacia adentro, desde abajo, para articular una propuesta de país, con vocación de gobernar y transformar, que debe servir para construir el gran proyecto al servicio de la gente, de las clases populares, trabajadoras y las clases medias catalanas.

Un proceso que nos debe permitir dar respuesta a grandes preguntas que hoy tienen los proyectos de cambio, no sólo en nuestro país sino en todo el continente y a escala internacional. Vivimos un cambio de época, una crisis sistémica, y dar las respuestas que conecten tanto racionalmente como emocionalmente con la gente hará que la salida pase por proyectos reales de cambio y no por fenómenos como Trump, Le Pen y otros que lejos de menospreciar tenemos que saber encarar y combatir.