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Guía práctica de la expulsión catalana del euro (versión completa)

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Es un hecho. Nos echan. Ay qué pena. Ay qué desazón. Hombres de negro pasarán casa por casa sacándonos los pocos euros que tenemos en el colchón. Rectores con una madera en la mano expulsarán a los Erasmus catalanes de toda Europa. ¿Chipre? ¿Burundi? ¡Peor! Nuestros hermanos de España, por nuestro bien, nos enviarán a un lugar aún más siniestro y oscuro: la Somalia europea. Gracias a Dios, Cataluña es tierra de cooperantes y nos podremos enviar las ONGs a nosotros mismos. Los payasos sin fronteras sustituirán a las estatuas humanas, y los aviones del programa alimentario, a los nostrats F-16 de la Ejército del Aire.

Por una sincera vocación de servicio y para informar al engañado (y en general idiota, delirante y traidor) público catalán de las mentiras del nazionalismo excluyente raticida y herbicida, he aquí una guía práctica y racional del proceso de expulsión de la UE.

Debemos ser claros: expulsar a Cataluña es muy fácil (tenemos 2.000 maneras de hacerlo, dijo el versátil Almunia). Lo que no es tan sencillo es expulsar a los catalanes.

Se da el caso que, según algunas fuentes, los catalanes son personas y, se ve, tienen derechos (aunque voten a Mas). Así que lo que El Mundo y El País ven tan sencillo y bíblico como el éxodo catalán tiene todavía algunas aristas.

El día después

La primera acción pública después de la independencia será un acto tremendamente controvertido. En el Parlamento Europeo un par de fornidos seguratas tomarán por las axilas al vicepresidente de la Cámara y lo meterán en un avión deportado hacia Barcelona. Aleix Vidal-Quadras, a pesar de no ser partidario del proceso, es catalán y ganó su escaño representando también a catalanes. Es inapelable pues, que la expulsión de los catalanes comience con un firme golpe de efecto. O qué os pensabais, que esto de la expulsión sólo sería para los indepes? Si expulsan a Cataluña expulsan a todos los catalanes, desde Jordi Cañas hasta Montserrat Caballé. Lo sentiré mucho, borbónicos.

Ciudadanía

Vamos a la patraña esa de los derechos ciudadanos. No hay manera humana de sacarle a alguien su ciudadanía. Lo dice incluso la constitución de la Indisoluble. Y por un acto de benevolencia injustificable, el Reino de España nos permitió a los catalanes una doble ciudadanía: la española y, de rebote, la europea. Como esta es complementaria, si perdemos la española nos pueden quitar la europea. Damos por supuesto que España, por amor y en nombre de los lazos milenarios que nos unen, nunca nos concederá una doble nacionalidad.

Parece fácil. Pero el problema es cómo se quitan unos derechos adquiridos. No se ha dado el caso en Europa desde que los alemanes lo probaron con una parte de su población que se ve que también la encontraron expulsable. Para explicarlo: no es lo mismo no dejar que alguien se te meta en la cama que echarlo después de haber pasado con él la noche. El primer caso (Macedonia, Kosovo) es un acto de libertad y prevención de tu intimidad. La segunda actitud (Cataluña) es, directamente, un acto de mala educación.

Expulsar Cataluña es una acción entre estados, colectiva. Pero los derechos son individuales. Así que, de hecho, la expulsión de Cataluña deberá hacerse catalán por catalán. Ningún problema. España y la UE disponen de dinero, abogados, tiempo y recursos de sobra para dedicarse a ello los años que sean necesarios. Para empezar, perderían derechos no sólo los votantes del sí. Lo harían los del no, los abstencionistas y, lo que es más grave, los niños de meses que ni siquiera saben hablar. Vendría a ser como aquella figura jurídica del Sippenhaft rescatada por Hitler por la cual no sólo se castiga al culpable de un crimen sino a toda su familia extensa.

Marcel Dutroux, violador, torturador y secuestrador de niñas no ha perdido la ciudadanía europea. Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, tampoco. Incluso a Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler, nunca le arrebataron su ciudadanía. Y ahora, la pobre monja Forcades, Arcadi Oliveras y el padre Manel se verán rápidamente despojados de sus derechos por el simple acto de ser compatriotas de unos iluminados organizadores de referéndums. Esta secuencia admito que será un poco difícil de explicar por la baronesa Ashton, jefa de la diplomacia europea. ¿Cómo puede la UE, patria de todos los derechos, madre de todos los refugiados, fuente de toda libertad, echar a siete millones de europeos (muchos de ellos blancos y ricos) sólo por votar?

¿Cómo le explicarían el éxodo hacia Australia, Canadá u otros territorios donde las formas de estado son discutibles? ¿Cómo podrán volver a bombardear un país árabe en nombre de la democracia? ¿Se nos comparará con los chechenos? ¿Con los piratas somalíes? No. Sólo explicando que hemos traicionado el simpático pueblo español, Campeón del Mundo, el mundo entero nos dejará de hablar. Faltaría más.

¿Quién es catalán?

Va, expulsemos catalanes. Pero, a ver ... ¿Quién es catalán? Sí, ya lo sé, todo aquél que vive y trabaja en Cataluña. Este criterio puede ser suficiente cuando se trata de una ampliación de derechos como en el caso de la nacionalidad catalana. Añadir es sencillo, excluir no tanto. Ya en la cruzada contra los cátaros, los caballeros franceses tuvieron problemas para decidir sobre el derecho a la vida de los occitanos: “¿Cómo sabremos quién es hereje? le preguntaron a Simón de Montfort. ”Matadlos a todos y Dios ya reconocerá a los suyos“, dijo con voz de suscriptor de Alerta Digital. Esta vía, sin embargo, parece poco probable.

La última jurisprudencia útil sobre a quién se le pueden negar los derechos entre la población europea fueron leyes de Nuremberg de 1935. A pesar de su prolijidad en averiguar quién era judío, medio judío o con chispas hebreas, lo cierto es que se les hizo difícil distinguir a los alemanes puros de los brutos. En el caso catalán, donde la etnia la tenemos un poco descuidada por nuestro natural promiscuo, nos encontramos, como decían las leyes nazis, ante un pueblo Mischlinge, híbridos. Quizás tirarán un duro al suelo y al que se abalance a cogerlo ya lo podrán expulsar. Otra posibilidad es contratar al nazi Anglada, que dice que sabe quiénes son los de casa, para hacer la elección.

Pero de una manera más fría y europea, sólo tenemos dos maneras de quitar el pasaporte a un ciudadano y asegurarnos de que es catalán: por nacimiento o por residencia.

Si decidimos no pensar demasiado y expulsar a todos aquellos nacidos en Cataluña nos encontraríamos con algunos problemas personales: Kiko Veneno, nacido en Figueres, se vería condenado a pedir visado para tocar en Barbate. Aún peor lo tendría Manuel Valls. Se trata del ministro del interior francés y hombre fuerte del gobierno de Hollande. El pobre nació en Barcelona y podría verse detenido y deportado por la Gendarmerie. Pero estos problemas se podrán solucionar rápidamente: expulsar sólo a los nacidos en Cataluña con pasaporte español. Ay, no, tampoco, que en la Dexeus nacieron los hijos de Rajoy... Humm esto no chuta.

Quizás si expulsamos a los que residen en Cataluña la cosa sea más fácil. A ver: Bojan, residente en Roma, sigue siendo europeo; Iniesta, el héroe de Sudáfrica, empadronado en Cataluña, expulsado. Rivera, el guapo de los de Ciutadans, expulsado. Ramon Tremosa, indepe con corbata, si estuviera empadronado en Bruselas, europeo. Carles Francino, europeo; infanta Cristina, expulsada. No, tampoco acaba de funcionar. Miles de catalanes han nacido en lugares inverosímiles o se encuentran viviendo en tierras cosmopolitas donde no existe ningún nacionalismo. Qué hacemos? Enfermeras en Londres, ingenieros en Munich, bailarines en Milán... La policía de toda Europa, con gabardina y sombrero como en los viejos tiempos, retirando pasaportes españoles de todo tipo de sediciosos...

Queda una vía más razonable. Esperar a que nos declaremos independientes y hagamos nuestro censo de población. Ellos piden una fotocopia y quitan la ciudadanía a todos los que aparecen... Tendremos, eso sí, otro fenómeno molesto: los matrimonios mixtos. Según como lo hagan, será fácil ver cómo Oswaldo Washington, un dominicano bien negro, sandunguero, permanece como europeo mientras su mujer, Pepeta Puigdevall i Comes, hace cola en Delegación de Gobierno en busca de un visado de turista para ir a Vinaròs... Será un proceso excitante lleno de justicia poética y de extranjería paradójico!

Expulsar a Cataluña, no lo niego, es cosa de minutos. Expulsar a los catalanes es competencia exclusiva del gobierno español que debe negar, de alguna manera, la validez de nuestros pasaportes. Si hacen este carísimo sacrificio (pleitos, demandas, quejas, pasta) es sólo porque nos aman, no lo olvidemos.

Fuera del euro

Hay una cosa de la cual los alocados ignorantes y racistas independentistas debemos ser conscientes: también nos expulsarán del euro. Y eso, ¿cómo se hace? Bueno, nadie lo sabe todavía. De hecho, en la historia de la humanidad nunca ha pasado que alguien te prohíba el uso de una moneda. Las monedas funcionan cuando se dan dos condiciones: que la gente las reconozca como tales y que el gobierno lo admita como forma de pagar deudas (impuestos incluidos). Según enseñan en las facultades, si el gobierno catalán admitiera el euro como forma de pago de impuestos y los catalanes compraran y pagaran con euros, no veo la manera de impedirlo. Ecuador (no es el único país) tiene al dólar como moneda. Recibe dólares por el petróleo y, en vez de cambiarlo a pesos, opera internamente con él. Los ecuatorianos le dan validez día a día y se ha acabado la historia. Bosnia, antes del euro, tenía el marco alemán como moneda y Montenegro tiene el euro. Yo he pagado con euros en América latina y en Oriente Medio. El euro no te lo dan los estados o el BCE. El euro, como cualquier moneda, se adquiere en los mercados. Una empresa catalana vende medio millón de barretinas en Perpiñán (ahora en Francia). Le pagan en euros. Esta empresa paga con esta moneda a sus empleados que se lo gastan en cañas. Todos los implicados admiten el euro como válido. Ya está, así entra la moneda en un sistema globalizado. Los bancos (centrales o comerciales) pueden operar en cualquier divisa porque todas se encuentran a la venta y, por tanto, no pueden negar el uso de ninguna.

Pero no nos agobiemos. Seguro que Montoro, como la economía española ya va sola, hará un hueco en la agenda para encontrar una manera antiliberal, antiglobalizadora, anticapitalista y dirigista de controlar la moneda. Toda Europa está a favor de los métodos soviéticos si se trata de castigar a los rebeldes y ayudar a cumplidores españoles, dirán en Bruselas.

Del mismo modo, la inevitable expulsión significará el retorno de los aranceles que nos empobrece y que hacen salivar a nuestros amigos de más allá del Ebro. Ya sé que la política de la UE de los últimos 50 años, en consonancia con los acuerdos de la OMC, la política de Estados Unidos y de las potencias capitalistas en orden de ir suprimiendo los aranceles en todo el mundo, quedarán suspendidas con esta decisión. “La globalización capitalista necesita el fin de los aranceles”, dirán los mayores poderes exportadores, “pero para restituir el honor de España y para cumplir su justa venganza, todos los países pondremos barreras a Cataluña”. Por primera vez, China, Rusia, Europa, los ayatolás y los chavistas se pondrán de acuerdo para no vender nada a los catalanes. Será bonito verlo. Y fácil y barato de aplicar

“Y al final de la cola”

Esta cuestión, la de quedar al final de la cola, es, según la prensa de la capital, la que más ilusión despierta en el Reino Borbónico. “Catalunya no solo estará fuera de la UE sino que se tendrá que poner en la cola”. Ya ven, vuelve 'El último de la fila'. Esta expresión es un producto genuino y acertadísimo del imaginario castizo. La idea de una única ventanilla donde el funcionario está ausente o distraído generando así una descomunal cola, forma parte de la cosmovisión racial del Reino. Y así, se imaginan Bruselas como un decorado del 'Cuéntame' donde el burócrata con visera y manguitos va atendiendo a una cola de delegados de naciones exóticas que esperan en la salita leyendo el 'Muy Interesante'. “Los catalanes en la cola” es la condensación orgasmática de todo el proceso de expulsión. Para cumplir este sueño (guiado, insisto, sólo por el amor que tienen a Cataluña) la UE deberá ralentizar su capacidad de trabajo para amoldarse al imaginario español. Recordemos que el uno de mayo de 2004 entraron en la UE diez países de golpe. Esto quiere decir que, o alguien se saltó la cola, o que la UE tiene la increíble capacidad administrativa de negociar con varios países al mismo tiempo.

Una década de negociaciones

Nuestros hermanos españoles ya nos advirtieron que las negociaciones con la UE duran mucho. En el caso catalán, como no somos un remoto país balcánico sino una tierra desleal, la cosa irá para largo, décadas. Como es sabido, las negociaciones se hacen para que converjan las legislaciones del candidato y las de la Unión. Además, se discuten criterios contables, macroeconómicos y competenciales. Como se da la afortunada casualidad de que Cataluña hace ya más de veinte años que cumple todas las normativas, desde el diámetro de los urinarios públicos hasta la composición de los carquinyolis, esta década de negociaciones será terriblemente aburrida para los delegados. Cada día, durante diez años, se reunirán catalanes y europeos sin mucho que negociar. Del tedio se pasará a la Play. De eso quizás al cariño e incluso salgan matrimonios de la comisión paritaria. Y así, cuando estemos fuera, siempre habrá un funcionario de la UE que le pase una tableta de chocolate a su empobrecido enamorado del otro lado del muro militarizado de La Jonquera.

Escocia se queda, nosotros no

Un caso curioso el de Escocia. Los británicos ya han asegurado que si gana el sí, Escocia no dejará la UE y que ellos no darán ningún paso en el sentido de impedir o vetar su adscripción al club. Porque Bruselas admitiría a Escocia y no a Cataluña? Las razones objetivas son evidentes: Los escoceses hablan inglés, beben whisky y tienen a Sean Connery. Los catalanes (que sólo podemos ofrecer a Joel Joan) somos un grupo de iluminados. Iluminados que hacemos sufrir sin cesar a Félix de Azúa y a Boadella. Y que, además, hemos ofendido el honor del viejo Imperio Son argumentos que en el siglo XXI nadie en la comunidad internacional se verá con corazón de rebatir.

Ya lo veis, catalanes. Esto está hecho. Les costará millones, juicios, problemas, horas de trabajo y un desbarajuste sin precedentes. Facilitarán que Cataluña se convierta en un paraíso fiscal y empresarial ya que, libre de la UE, podrá rebajar la presión fiscal y todo tipo de condiciones. Las otras potencias verán el Principado como una cuña fenomenal para hacerse con el mercado europeo. Su política de ampliaciones quedaría dañada, perderían siete millones de contribuyentes y consumidores natos. Pero, ¿qué tipo de pueriles contratiempos son estos para un Reino que conquistó las Américas? Si España lo pide, Bruselas obedece. Ay, qué miedo, no nos dejarán nada, solo la libertad, que decía el escocés aquél.

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Però no ens atabalem.Segur que Montoro, com que la economia espanyola ja xuta sola, farà un forat al’agenda per trobar una manera antiliberal, antiglobalitzadora, anticapitalistai dirigista de controlar la moneda. Tota Europa està a favor dels mètodessoviètics si es tracta de castigar als rebels i ajudar als complidorsespanyols, diran a Brussel·les.

De la mateixamanera, l’inevitable expulsió farà tornar aquells aranzels que ens empobriran ique fan salivar als nostres amics d’Ebre enllà. Ja sé que la política de la UEdels últims 50 anys, en consonància amb els acords de la OMC, la política delsEstats Units i de les potències capitalistes en ordre d’anar suprimint elsaranzels en tot el món quedaran suspeses amb aquesta decisió. “La globalitzaciócapitalista necessita la fi dels aranzels” diran els gran poders exportadors“però per restituir l’honor d’Espanya i per tal d’acomplir la seva justarevenja, tots els països posarem barreres a Catalunya” per primera vegada,Xina, Rússia, Europa, els Ayatolàs i els chavistes es posaran d’acord per talde no vendre res als catalans. Serà maco de veure. I fàcil i barat d’aplicar

Y AL FINAL DE LACOLA

Aquesta és,segons la premsa de la capital, la cosa que més il·lusió els hi fa al RegneBorbònic. “Catalunya no solo estará fuera de la UE sinó que se tendrá que poneren la cola” Ja ho veuen, torna El último de la fila. Aquesta expressió és unproducte genuí i encertadíssim del imaginari castís. La idea d’una únicafinestreta on el funcionari és absent o badant generant així una descomunalcua, forma part de la cosmovisió racial del Regne. I així, s’imaginenBrussel·les com un decorat del Cuéntame on el buròcrata amb visera i maneguinsva atenent a una cua de delegats de nacions exòtiques que s’esperen a la saletatot llegint el Muy Interesante. “Los catalanes a la cola” és la condensació orgasmàticade tot el procés d’expulsió. Per acomplir aquest somni (guiat, insisteixo,només per l’amor que tenen a Catalunya) la UE haurà de ralentitzar la sevacapacitat de treball per emmotllar-la a l’imaginari espanyol. Recordem que l’ude maig del 2004 van entrar a la UE deu països de cop. Això vol dir que, o algúes va saltar la cua, o que la UE te la increïble capacitat administrativa denegociar amb diversos països alhora.

UNA DÉCADA DENEGOCIACIONS

Els nostresgermans espanyols ja ens van advertir que les negociacions amb la UE duren molt.En el cas català, com que no som un remot país balcànic sinó una terradeslleial la cosa anirà per llarg, dècades. Com tothom sap, les negociacions esfan per convergir les legislacions del candidat i les de la Unió. A mes, esdiscuteixen criteris contables, macroeconòmics i competencials. Com es donal’afortunada casualitat que Catalunya fa ja mes de vint anys que compleix totesles normatives, des de el diàmetre dels urinaris públics fins la composiciódels carquinyolis, aquesta dècada de negociacions serà terriblement avorridapels delegats. Cada dia, durant deu anys, es reuniran catalans i europeus sensegaire res a negociar. Del tedi es passarà a la Play. D’això potser al carinyo ifins i tot surtin matrimonis de la comissió paritària. I així, quan siguem fora, sempre hi haurà unfuncionari de la UE que li passi una tableta de xocolata al seu empobritenamorat de l’altra banda del mur militaritzat de La Junquera.

ESCOCIA ES QUEDA,NOSALTRES NO

Un cas curiós elde Escòcia. Els britànics ja han assegurat que si guanya el sí, Escòcia nodeixarà la UE i que ells no faran cap pas en sentit de impedir o vetar la sevaadscripció al club. Perquè Brussel·les admetria a Escòcia i no a Catalunya? Lesraons objectives son evidents: Els escocesos parlen anglès, venen whisky i tenena Sean Connery. El catalans (que només podem oferir a Joel Joan) som una collad’il·luminats que fem patir sense aturador a Felix d’Azua i a Boadella. I que,a més, hem ofès l’honor del vell Imperi Sonarguments que al segle XXI ningú a la comunitat internacional no es veurà ambcor de rebatre.

Ja ho veieu,catalans. Això esta fet. Els hi costarà milions, judicis, problemes, hores defeina i un desgavell sense precedents. Facilitaran que Catalunya es converteixien un paradís fiscal i empresarial ja que, lliure de la UE, podrà rebaixarpressió fiscal i tota mena de condicions. Les altres potències veuran alPrincipat com un tascó fenomenal per fer-se amb el mercat europeu. La sevapolítica d’ampliacions quedaria malmesa, perdrien set milions de contribuents ide consumidors nats. Però, quina mena de puerils entrabancs son aquests per unRegne que va conquerir les Amèriques? Si Espanya ho demana, Brussel·les obeeix.Ai las, quina por, no ens deixaran res, només la llibertat, que deia l’escocèsaquell.

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Llegir versió en català

Es un hecho. Nos echan. Ay qué pena. Ay qué desazón. Hombres de negro pasarán casa por casa sacándonos los pocos euros que tenemos en el colchón. Rectores con una madera en la mano expulsarán a los Erasmus catalanes de toda Europa. ¿Chipre? ¿Burundi? ¡Peor! Nuestros hermanos de España, por nuestro bien, nos enviarán a un lugar aún más siniestro y oscuro: la Somalia europea. Gracias a Dios, Cataluña es tierra de cooperantes y nos podremos enviar las ONGs a nosotros mismos. Los payasos sin fronteras sustituirán a las estatuas humanas, y los aviones del programa alimentario, a los nostrats F-16 de la Ejército del Aire.