Más de tres años después, nos llega la citación definitiva para juicio. Eso sí, con sólo tres semanas de margen. Qué cosas, tú. Y con todo, es inevitable volver la mirada atrás y ver cómo ha llovido desde entonces. Y ahí es nada como ha llovido, en Sant Andreu y en todas partes, desde aquella huelga general del 29 de marzo de 2012, desde aquel 29M en el que más de 100 personas en los Països Catalans fuimos detenidas, y más de la mitad éramos de la Esquerra Independentista.
Ha llovido, entre otros, otra huelga general ocho meses después, la del 14N. Una huelga que nos marcaría a muchas, en Barcelona y en Madrid. En Barcelona, porque la actuación sanguinaria de la Brimo dejaba sin un ojo a Esther Quintana. En Madrid, porque supondría el encarcelamiento preventivo del joven Alfon durante más de 50 días. Y que a día de hoy, Esther aún espera algún tipo de reparación o justicia por parte de los criminales en el gobierno, entonces y ahora: CiU. Y que a día de hoy, a Alfon lo han vuelto a secuestrar tras un juicio farsa que evidenció que era político al 100%, y es por eso que lo han aprisionado: porque él siempre se ha reivindicado como trabajador, luchador, antifascista.
Aquel día, aquel 14N, volvimos a hacer huelga. Entonces, aunque se cernía sobre mí la acusación de pintadas, una acusación que podía ser de faltas o de delito. Cerca de un año después, en octubre de 2013, aparecía por generación espontánea una petición fiscal que me acusaba de bajar dos persianas y de haberme resistido a la detención, sumando una petición total de 6 años de cárcel para mí, y 2 años por resistencia a la autoridad, también, para Mercader. La correcta lectura de todo ello la hicimos muy pronto: querían y quieren cargarse el derecho a huelga.
Llevan años, décadas, eliminando el derecho al trabajo, por no hablar del trabajo digno, que brilla por su ausencia. Mayor flexibilidad y facilidad a la hora de despedirnos, extensión de los contratos basura y precarios, reducción de la capacidad negociadora de la clase trabajadora con el intento de supresión de convenios, con la creación de múltiples escalas salariales y otras maneras de crear desunión en la plantilla -si existe- y otras formas de romper la solidaridad de clase. Ya sólo les queda eliminar el derecho a huelga, la otra cara de la moneda del derecho al trabajo. Por eso defendemos ambos derechos encarnizadamente.
Y por eso quieren criminalizarla. Todo ello, insertado dentro de una estrategia global de criminalización de la disidencia y la respuesta social y consciente, obrera, combativa. Como decíamos, por ejemplo, en el caso del Alfon. Y esto nos recuerda, inevitablemente, a otros casos, como el de los antifascistas que en el Principado se enfrentan a penas altísimas de cárcel... o al ingreso dentro de ésta. Como por ejemplo, Sergi y Rubén, que serán encarcelados tres años acusados de haber plantado cara al fascismo en octubre de 2011. Mientras, los compañeros y compañeras acusadas de haber plantado cara a los cerdos del capital en octubre de 2013 afrontan peticiones fiscales de 17 años de prisión.
Crisis económica, aumento de los recortes y la represión, fascismo, respuesta obrera y social, consciente y combativa. Europa años 30 del siglo XX, Unión Europea años 10 del siglo XXI. Se repite la historia que no encontramos en los manuales: fascismo de manual. El fascismo como salida de un capitalismo en crisis que necesita sofocar las revueltas obreras que pueden hacer germinar contrapoder, que supuran anticapitalismo. Atacando el derecho a la huelga atacan el derecho al trabajo. Atacando las antifascistas combativas allanan el camino a la represión policial y jurídica y las agresiones de calle contra las obreras más conscientes.
Y con estos ataques, intentan atacar también los espacios populares de los que nos dotamos. La represión a las antifascistas fue la excusa para atacar Can Vies, icono emblemático del anticapitalismo, de la autoorganización, la autogestión, del contrapoder. Y con el efecto Can Vies demostramos que no se lo pondremos fácil. Una semana de revuelta, fuego y quebradiza para recuperar y reconstruir lo que el poder establecido pensaba que podía destruir a golpe de decreto. No nos salió gratis, tampoco, tuvimos bajas en términos represivos, pero la guerra la ganamos. Y la fuerza material y simbólica de esta victoria pervivirá con nosotros durante mucho tiempo.
Por ello, volveremos a hacer huelga. Seguiremos en las calles que nunca hemos abandonado porque es donde sabemos que se ganan los derechos. Donde se combate frente a frente, directamente, al capital y a todos sus perros y cerdos, a todos sus ejecutores, activos o cómplices. Porque si el fascismo sigue vivo en España es porque no lo hemos derrotado, todavía, desde aquel 1939: se ha ido maquillando para parecer democrático, democrático de una democracia burguesa que mantiene intactos los poderes de la dictadura económica que supone la economía de mercado y el neoliberalismo, que con tantos recortes derechos y de Estado del bienestar, parece más bien paleoliberalismo.
El martes nos juzgarán por huelguistas, por trabajadores conscientes. Todo ello, bien lógico dentro del sistema capitalista. Lo que está claro es que ni entonces, ni ahora, conseguirán que dejemos de luchar ni que abandonemos las calles: no hemos parado desde entonces. Hay demasiados compañeros/as que nos han precedido -o con quien estamos codo con codo- que se han dejado la piel o sufren la represión mucho más que nosotros, como para tirar la toalla. La conciencia de clase nos lo impide.
Vaya por Alfon, por Sergi y por todas las huelguistas y antifascistas encausadas.