Hoy se cumplen 6 años desde que Idrissa Diallo murió en el CIE de Barcelona. Su muerte, junto a la de Samba Martine en Madrid días antes, supuso una gran sacudida al sistema de internamiento y deportación. Dolió y mucho. Y ese dolor nos dio las fuerzas para generar en Barcelona Tanquem els Cies en una respuesta colectiva ante lo que estaba acontenciendo en el centro. Su muerte rompió el silencio mediático que rodeaba a los CIEs y la deportación. Hizo que el Colegio de Abogados comenzara a preocuparse por lo que acontecía en su interior sembrando la primera semilla de los Servicios de Orientación Jurídica en los CIE, e hizo que el Consejo General del Poder Judicial se preocupara de hacer cumplir la ley y designó Jueces de Instrucción que tuvieran la función de control de los CIE, lo cual debería haber pasado mucho atrás. Incluso, forzó al Gobierno a aprobar un Reglamento sobre los CIE (que fue ampliamente criticado) 25 años después de que éstos comenzaran a utilizarse.
Se inició un ciclo en el que de verdad nos creímos que podíamos tener en nuestras manos la posibilidad de cerrar los CIE y trabajamos en consecuencia. La visibilización mediática, unida al buen trabajo jurídico, de acompañamiento y comunicativo que se llevó a cabo en muchos territorios llevó al trabajo de incidencia política que supo, justo antes de las elecciones municipales y generales, ubicar el CIE en un lugar importante de la agenda política. Sin embargo, las formaciones políticas que se comprometieron con el cierre y con un cambio de paradigma en política migratoria y aquellas a las que se podía haber presionado para que se comprometieran no formaron gobierno.
El contexto europeo, en el que el auge de la extrema derecha y la denominada “crisis migratoria de refugiadas” cobraron gran protagonismo, sembró el caldo de cultivo para que el gobierno del Estado español contrarrestara la fuerza que llegamos a tener e iniciara un nuevo ciclo de vulneración de los derechos de la población migrada. Ciclo en el que nos hallamos inmersos y que es absolutamente preocupante.
La situación en los CIE es muy grave: en Murcia, en Barcelona y en Madrid se han presentado durante el 2017 varias denuncias de malos tratos. Algunas de ellas por situaciones muy graves. Hay juzgados de control del CIE como uno de Barcelona (Instrucción nº 30), el de Valencia o el de Tenerife, que no están haciendo su trabajo de la forma mínimamente debida. Y después de las protestas del CIE de Aluche los medios de comunicación no están enfocando suficiente sobre la cuestión.
El resultado de todo ello se concentra en Archidona. El Ministerio de Interior decidió utilizar una cárcel no inaugurada como Centro de Internamiento de Extranjeros el pasado mes de noviembre después de que llegaran a costas de Murcia más de 450 personas en patera en varios días. A pesar de que le Ley dice que un CIE no debe tener un “carácter” penitenciario, no pasa nada por emplear una cárcel como CIE. A pesar de que los agentes antidisturbios no están en absoluto preparados para custodiar un centro de privación de libertad, se les pone a custodiar el centro. Todo dentro de la “excepcionalidad” jurídica que permite el anuncio de su, confiamos, “temporalidad”. Eso sí, el ministro Zoido aprovechó la ocasión para anunciar un “nuevo modelo” de CIE que se pondrá en práctica a través de la construcción de al menos uno nuevo en Algeciras si no somos capaces de evitarlo.
Treinta y ocho días después de su internamiento en Archidona, murió Mohammed Bouderbala en su celda. La autopsia indica que el mecanismo de la muerte fue por ahorcamiento pero que tenía lesiones superficiales en el tórax. En tiempo récord el Juzgado ha decidido archivar la causa sin llevar a cabo ni una de las diligencias de prueba solicitadas por la acusación popular (Andalucía Acoge) o por la representación jurídica de la familia. En el Auto de archivo se explica que Mohammed fue encerrado en su celda a las 15:27 horas del 28 de diciembre hasta que fue encontrado a las 9:35 horas del día siguiente. Se aplicó la medida de aislamiento después de que hubiera una situación de agresiones en el CIE y Mohammed acabó muerto horas después. El Juzgado, como suele pasar ante muertes bajo custodia, en lugar de clarificar el origen de las lesiones del pecho, de aclarar si pudo haber negligencias en la aplicación del aislamiento (ya que, entre otros elementos, nadie pareció visitarlo durante 18 horas), en definitiva, de clarificar todos los extremos que rodearon su muerte, ha decidido realizar un juicio anticipado de exculpación del Estado y de cualquier representante del mismo en el resultado de muerte.
La existencia de Archidona y la muerte de Mohammed nos ha de golpear como lo hizo en 2012 la muerte de Idrissa. Y antes de volver a creernos de nuevo que vamos a ser capaces, que lo seremos, de cerrar los CIEs, hemos de generar y reforzar todas las herramientas que estén a nuestro alcance para poner freno, de nuevo, a la situación actual de vulneración sistemática de los derechos humanos en los CIEs que se está produciendo en la actualidad. Y ello pasa por encontrar las mejores herramientas y lograr la mejor coordinación posible. Una batalla clave será la negociación de la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana y no nos podemos permitir no lograr que las devoluciones en caliente salgan del articulado después del varapalo del TEDH. Son tiempos de resistencia. Resistiendo de nuevo ante cada vulneración de derechos y generando límites a la actual deriva volveremos a creernos que es posible cerrar los CIEs y generar un cambio de paradigma en política migratoria.