Dejar de votar a quien te proporcionaba privilegios es un doble riesgo: Primero, porque perderás los privilegios. Y segundo, porque quien gane irá a por ti para que pagues por haberte aprovechado de estos privilegios injustos. Nada más normal, pues, que seguir votando por los siglos de los siglos las mismas siglas. ¿El PSOE gobernarà Andalucía para siempre? ¿Qué pasará cuando lleven cincuenta años en el poder? ¿Se transmitirán los cargos de padres a hijos? ¿Lo están haciendo ya? Uno de los escándalos de corrupción más grandes, derivados de la soberbia del poder absoluto, no ha hecho que les temblara demasiado su solidez política. Es cierto que los socialistas han perdido casi cinco puntos, pero eso no es nada comparado con el descalabro de los vecinos de al lado, por lo tanto, pelillos a la mar. Hay miedo al cambio.
En Cataluña, recordamos todavía no hace tantos años como los socialistas tampoco sufrieron ningún castigo, en unas elecciones generales (con Carmen Chacón al frente) después de haber provocado el caos y la desgracia más grande en la vida de los mismos trabajadores que los votaban. Nos referimos a la época en que, por ejemplo, el desastre en Cercanías era cotidiano, de tercer mundo. ¿No nos acordamos, ya? Socialistas en el poder en Madrid, socialistas en Barcelona y nadie hacía nada para remediar ese vía crucis. No hubo castigo.
Ahora mismo, en Cataluña, no parece que los electores estén dispuestos a castigar demasiado a CiU, lo que desconcierta mucho a ERC, que pensaba en un desembarco masivo y gratuito de votos de esta formación a causa de los escándalos emergidos. ¿Qué debe de pasar en otros países? ¿La política es tan clientelar como aquí? Aparte del caso famoso de Inglaterra, que echó a Churchill a pesar de haber llevado al país a ganar la guerra ¿qué casos más hay? ¿Es posible que en España, en Cataluña, compartamos la admiración por la figura del avispado? En Andalucía, este domingo, el PSOE habría podido recibir un mínimo toque de aviso, un mínimo castigo ... y ganar igualmente las elecciones. Pero ni eso.
Hay que asumir, pues, que en general, nuestra cultura política sigue siendo muy baja. Y que cuando están a punto de cumplirse cuarenta años de la muerte de Franco, su herencia casposa, es más vigente que nunca. Acabamos de volver a verlo en Andalucía. Los desilusionados han votado Podemos y Ciudadanos, pero desde IU y desde el PP, no desde el PSOE.
He aquí la herencia envenenada del general: Generaciones y generaciones de ciudadanos castrados políticamente, instalados cómodamente en el clientelismo, en la necesidad del paternalismo de quien tenga el poder. Sea azul, rojo o violeta. Repito, ¿qué pasará cuando el PSOE lleve cincuenta años mandando en Andalucía?
Dejar de votar a quien te proporcionaba privilegios es un doble riesgo: Primero, porque perderás los privilegios. Y segundo, porque quien gane irá a por ti para que pagues por haberte aprovechado de estos privilegios injustos. Nada más normal, pues, que seguir votando por los siglos de los siglos las mismas siglas. ¿El PSOE gobernarà Andalucía para siempre? ¿Qué pasará cuando lleven cincuenta años en el poder? ¿Se transmitirán los cargos de padres a hijos? ¿Lo están haciendo ya? Uno de los escándalos de corrupción más grandes, derivados de la soberbia del poder absoluto, no ha hecho que les temblara demasiado su solidez política. Es cierto que los socialistas han perdido casi cinco puntos, pero eso no es nada comparado con el descalabro de los vecinos de al lado, por lo tanto, pelillos a la mar. Hay miedo al cambio.
En Cataluña, recordamos todavía no hace tantos años como los socialistas tampoco sufrieron ningún castigo, en unas elecciones generales (con Carmen Chacón al frente) después de haber provocado el caos y la desgracia más grande en la vida de los mismos trabajadores que los votaban. Nos referimos a la época en que, por ejemplo, el desastre en Cercanías era cotidiano, de tercer mundo. ¿No nos acordamos, ya? Socialistas en el poder en Madrid, socialistas en Barcelona y nadie hacía nada para remediar ese vía crucis. No hubo castigo.