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Los adversarios a la independencia de Cataluña han estado convencidos tradicionalmente de que el independentismo de los sentimientos no sería nunca mayoritario. Sin embargo, se han topado, en los últimos años, con que a los independentistas de corazón se les han sumado los independentistas del bolsillo, que asumen la idea de que nuestros problemas vienen de que “Madrid nos roba” y que si fuesen independientes habría más dinero para hacer frente a las necesidades de los catalanes. Es el argumento central hoy de Esquerra Republicana: “Si fuésemos independientes, no habría recortes”.
Pero este argumento reclama una independencia total. Es decir, que Cataluña tiene que ser independiente de España pero también de la Unión Europea. Lo explicaba, hace unos días, en la Escuela de Primavera del PSC, el ex-presidente del Parlamento europeo, Josep Borrell. Cataluña es un país rico. Las discusiones sobre si una Cataluña independiente sería viable o no son bastante sobrantes. Su nivel de riqueza es muy cercano al alemán. Por lo tanto, una Cataluña independiente, repleta de millones de turistas, no debería preocupar-se en exceso por su solvencia económica. Pero una Cataluña totalmente independiente.
Una Catalunya independiente de España pero dependiente de una Unión Europea que tiene que equilibrar la riqueza de sus estados miembros sufriría el mismo mal del que se quejan los que recriminan lo que consideran un exceso de solidaridad con Andalucía o Extremadura. Una Cataluña, estado miembro de la Unión Europea debería continuar siendo solidaria con andaluces y extremeños pero, además, debería serlo con rumanos o búlgaros.
Por tanto, si lo que se pretende es tener cuanto más dinero, mejor, recomendaría a los que han optado por el independentismo no por razones históricas o sentimentales sino por intereses económicos que se pasen al euroescepticismo. Valga decir, que no me gustaría vivir en una Cataluña cuyo presidente fuese tan odiado por la gran mayoría de los europeos como los es la canciller alemana.
Razón de más para querer ser un Estado nuevo de Europa pero no de esta Unión Europea.
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Los adversarios a la independencia de Cataluña han estado convencidos tradicionalmente de que el independentismo de los sentimientos no sería nunca mayoritario. Sin embargo, se han topado, en los últimos años, con que a los independentistas de corazón se les han sumado los independentistas del bolsillo, que asumen la idea de que nuestros problemas vienen de que “Madrid nos roba” y que si fuesen independientes habría más dinero para hacer frente a las necesidades de los catalanes. Es el argumento central hoy de Esquerra Republicana: “Si fuésemos independientes, no habría recortes”.