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Hay cosas que no pueden ser y, además, son imposibles. Todo el mundo lo sabe pero no se puede hacer nada para evitarlo. Si el Madrid va ganando por dos gols a uno al Barça, en el Bernabeu,y en el último minuto hay un penalty en el área “merengue” es imposible que el árbitro lo pite. Y menos en tiempos de crisis, donde la gente hace todo lo que puede para salvar el culo y el puesto de trabajo.
Y también es imposible que los independentistas reconozcan que “la” culpa de los recortes y el desmantelamiento del estado del bienestar social en Cataluña no es de Madrid. Madrid tiene muchas culpas. La de tener un ministro de Educación que aún no se ha enterado de que Franco ha muerto, por ejemplo. O la de tener un Congreso de los Diputados con mayoría absoluta de un partido, los máximos dirigentes del cual cobraban un sobresueldo bajo mano. O la de negarse a aceptar que una comunidad autónoma vote en referéndum qué tipo de relación quiere mantener con el conjunto del Estado. O la de repartir de forma injusta el nivel del déficit público que Europa impone a España.
Aquí está “la” culpa. Europa impone a España un nivel de déficit máximo y el gobieno español barre para casa y carga más el peso de los recortes subsiguientes en las autonomías que en la administración central. “La” culpa es de Europa. De Angela Merkel, Oli Rehn, Wolfgang Schauble, Herman Van Rompuy, Xose Manuel Durao Barroso, Joaquín Almunia...
“La” culpa es de ellos. Negarlo o ocultarlo es como hacerse el loco cuando Adriano cae dentro del área del Madrid. Si Cataluña fuese un nuevo Estado de Europa y los personajes que he mencionado continúan -tozudos y ciegos a una realidad que les demuestra lo equivocado de su decisión- exigiendo ese techo de déficit, el sistema del bienestar social en Cataluña continuará empeorando. Todo lo que le dijo Valdés a Pérez Lasa encaja perfectamente con lo que habría que decirles a esos señores (y señora).
En Italia lo tienen claro. Se ha demostrado en las recientes elecciones, donde la política de austeridad impuesta ha sufrido un tremendo revolcón. Y, encima, ¡el Milan nos eliminará!
Hay cosas que no pueden ser y, además, son imposibles. Todo el mundo lo sabe pero no se puede hacer nada para evitarlo. Si el Madrid va ganando por dos gols a uno al Barça, en el Bernabeu,y en el último minuto hay un penalty en el área “merengue” es imposible que el árbitro lo pite. Y menos en tiempos de crisis, donde la gente hace todo lo que puede para salvar el culo y el puesto de trabajo.