El recuento deja un panorama de represión generalizada a todas las prácticas de protesta del ciclo de lucha que supuso el 15M. Podemos decir que el Estado (a veces en forma autonómica; a veces en forma de estado central) no se ha dejado ninguna.
Nos han multado, nos han perseguido por hacer escraches y ocupar bancos, nos han hecho macro operaciones contra huelguistas (con prisiones preventivas incluidas), nos han llevado a la cárcel en régimen FIES por leer libros críticos o por hacer comentarios encendidos en Facebook, nos han perseguido por defender la universidad, la escuela o los hospitales, nos quieren llevar a prisión por protestar delante del Parlament o defender Can Vies.
Por contra, la respuesta a está represión generalizada a todo un movimiento de lucha ha sido más bien parcial y fragmentada. Los movimientos de reacción se han centrado, por una parte y como es comprensible, en el “caso por caso”, y por otra, en los casos de penas más graves, tendiendo a la fragmentación por familias políticas según corresponda. Esta reacción, tan espontánea como normal, no ha permitido crear un frente amplio de lucha contra la represión que uniera todos los casos sin dejar ninguno atrás. Más al contrario, la parcelación por casos y familias políticas ha producido una multiplicación de las manifestaciones y concentraciones, una dispersión de las energías considerable y una sensación de saturación para los círculos siguientes a los de los activistas o militantes.
Nos ha faltado la capacidad de encontrar un diagnóstico y un discurso compartido de la situación. Aún estamos a tiempo.
Esta debilidad de los movimientos se suma con la capacidad de todo un Partido Popular con mayoría absoluta lanzado a encontrar herramientas más eficaces para reprimir la nuevas formas de protesta social. Nos referimos a las nuevas leyes mordazas: ley de seguridad privada y ley de seguridad ciudadana, ley de tasas, reordenación del código penal y de enjuiciamiento criminal.
Para acabar de mostrar el panorama, en estos momentos ya tenemos a compañeros presos por este ciclo de lucha, y estamos a la espera de ejecuciones de sentencia en casos como los del Parlament, Can Vies o 29M y muchas otras que están por venir.
Es este análisis de la situación el que nos lleva a buscar/investigar una solución que aglutine todas las fuerzas de los colectivos represaliados por este ciclo de lucha. Desde Rereguarda planteamos la propuesta de la amnistía social para un debate colectivo amplio. Esta propuesta debería abarcar toda la diversidad de distintas formas de represión que hemos vivido en singular, es decir unirnos a las personas que hemos sufrido represión física, legal o económica con la exigencia de derogar las leyes mordazas. Es de esta manera podremos crear un frente amplio que no deje a ninguna a atrás, que impida o intente sacar a nuestras compañeras de la prisión. Al mismo tiempo, evitaremos futuras formas de discriminación y castigo derivadas del mismo periodo político hacia compañeras que pudieran verse afectadas por las contrarreformas liberticidas mencionadas.
Las diferentes leyes de amnistía que han existido nos orientan que la lucha por la libertad de nuestras gente tiene que venir acompañada de una lectura de la situación política, nos sirven para situarnos a nosotros mismos dentro de un momento histórico donde el régimen del 78 empieza a estar en cuestión, donde por primera vez se hha generado un movimiento de masas que quiere cambiar las reglas del juego desde un amplio conjunto de puntos de vista.
La tarea para nosotros es liberarnos de todo el aparato represivo del estado contra este movimiento político de ruptura con el régimen.