Hace unos meses, me dio por escribir algunos artículos sobre el control de nuestros datos en Internet, el precio de cada paso que dábamos en la red y, en fin, el uso y abuso que de esos datos hacen las compañías, los gobiernos, las agencias de seguridad. Unas veces escribía espoleado por un libro de Evgueni Morozov o de César Rendueles, otras por la visita a la exposición Big Bang Data... El caso es que aquellos artículos dejaban una sensación apocalíptica, un sentimiento de “todo está perdido”; más bien “todo está vigilado”. Una experiencia posterior me ayudó, sin embargo, a matizar esas pesadumbres.
Resulta que, al enterarme de la muerte de Juan Formell, director de los Van Van, decidí regresar a los primeros éxitos de la orquesta. A unos años que coincidieron con la época en que yo era un muchacho allá en Cuba. Así que me metí en Youtube y busqué Marilú. Busqué De mis recuerdos, compuesta por Formell para Elena Burke. Busqué a Pastorita con su guararey.
¿Qué pasó? Pues que, a la tercera búsqueda, apareció en la pantalla un anuncio personalizado para este internauta obsesionado por los primeros Van Van. ¿Y qué me ofrecía el anuncio? Nada más, y nada menos, que un producto para alisarme el pelo.
Para El Gran Hermano de nuestros días, la conclusión es obvia: si te gustan los Van Van, eres negro; y si eres negro, no te gustan tus rizos. Una cadena de racismo múltiple que, al final, me dejó una salida aprovechable. Si esa es mi identidad, así me dije, entonces El Sistema es falible y la datificación del mundo tiene sus puntos de fuga. Digamos que, en medio de la agonía por el control total de Internet, se abrió ante mí una ventana cimarrona en la que, por unos instantes, llegué a sentirme a salvo de la confiscación de mi vida.
Ahora, como El Negro Iván Siempre Dispuesto a Alisarse el Pelo, había encontrado una brecha en El Sistema. Una vía de escape que me permitía jibarizarlo y salir huyendo, nunca mejor dicho, con mi música a otra parte.
Hace unos meses, me dio por escribir algunos artículos sobre el control de nuestros datos en Internet, el precio de cada paso que dábamos en la red y, en fin, el uso y abuso que de esos datos hacen las compañías, los gobiernos, las agencias de seguridad. Unas veces escribía espoleado por un libro de Evgueni Morozov o de César Rendueles, otras por la visita a la exposición Big Bang Data... El caso es que aquellos artículos dejaban una sensación apocalíptica, un sentimiento de “todo está perdido”; más bien “todo está vigilado”. Una experiencia posterior me ayudó, sin embargo, a matizar esas pesadumbres.
Resulta que, al enterarme de la muerte de Juan Formell, director de los Van Van, decidí regresar a los primeros éxitos de la orquesta. A unos años que coincidieron con la época en que yo era un muchacho allá en Cuba. Así que me metí en Youtube y busqué Marilú. Busqué De mis recuerdos, compuesta por Formell para Elena Burke. Busqué a Pastorita con su guararey.