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Si perdemos a los buenos profesionales de la sanidad perderemos el sistema público

Hoy, en Catalunya, tan peligroso, o más, es para el Sistema Público de Salud las privatizaciones y mercantilización de la asistencia realizadas por el anterior gobierno -que costarán mucho de frenar y revertir-, como el desencanto y la deserción de muchos profesionales debido a la precarización de las condiciones laborales realizada con la excusa de la crisis económica y la falta de autonomía profesional, los equipos y centros.

Han disminuido drásticamente los puestos de trabajo estructurales en la sanidad mientras se cubren cada vez más con personal eventual estos puestos de trabajo (y no siempre). Hemos vivido un verano calamitoso para los usuarios y trabajadores del sistema, agravado porque no se han cubierto de manera suficiente las vacaciones de un personal recortado y ya precario durante todo el año. Un eventual, con salarios mileuristas, con contratos de día, semana o mes, no puede planificar su futuro, no puede realizarse como persona y como buen profesional. Además de la angustia y la frustración, esa persona no puede pedir una hipoteca, ni comprometerse a un alquiler de su vivienda, no puede decidir tener hijos, ni vacaciones y muchas otras frustraciones.

Estas personas, muchas con formación superior que les ha costado mucho a ellos y también al conjunto de la sociedad, se perderán del sistema de salud, unos por emigración a otros países, también a entidades privadas de calidad inferior, o en otros sectores laborales. Los que se quedan en el sistema nos están diciendo de su frustración, desmotivación, pasan de implicarse y corresponsabilizarse en las mejoras del sistema, cuando no con problemas personales de salud física o mental.

Si seguimos con la situación actual, con los recursos y las políticas actuales, iremos perdiendo la gente que sostiene y que hace grande el sistema público de salud. Tendremos, con el tiempo, un sistema más migrado, con menos calidad, que evidentemente no interesa ni a la ciudadanía ni a los profesionales. Para mejorar esta situación, que es posible, hay que primero voluntad política y priorización. Segundo y también imprescindible, al menos devolver los 1.500 millones de euros recortados a la sanidad pública de Catalunya en los presupuestos de los dos próximos años. Hay que dedicar estos recursos a las condiciones laborales, al refuerzo de la prestación de servicios públicos, a la desburocratización y mejora de la autonomía de gestión en el sistema y al refuerzo prioritario de la Atención Primaria y Comunitaria de Salud (como la más efectiva asistencia al 90% de las patologías de la población) y a la atención a las personas mayores, los enfermos crónicos y las prestaciones sociales y sanitarias.

Hoy, en Catalunya, tan peligroso, o más, es para el Sistema Público de Salud las privatizaciones y mercantilización de la asistencia realizadas por el anterior gobierno -que costarán mucho de frenar y revertir-, como el desencanto y la deserción de muchos profesionales debido a la precarización de las condiciones laborales realizada con la excusa de la crisis económica y la falta de autonomía profesional, los equipos y centros.

Han disminuido drásticamente los puestos de trabajo estructurales en la sanidad mientras se cubren cada vez más con personal eventual estos puestos de trabajo (y no siempre). Hemos vivido un verano calamitoso para los usuarios y trabajadores del sistema, agravado porque no se han cubierto de manera suficiente las vacaciones de un personal recortado y ya precario durante todo el año. Un eventual, con salarios mileuristas, con contratos de día, semana o mes, no puede planificar su futuro, no puede realizarse como persona y como buen profesional. Además de la angustia y la frustración, esa persona no puede pedir una hipoteca, ni comprometerse a un alquiler de su vivienda, no puede decidir tener hijos, ni vacaciones y muchas otras frustraciones.