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Rahola contra Colau o la necesidad de rigor y honestidad en el debate

“¿Qué habría pasado si en las elecciones municipales la señora Colau hubiera avisado de que dejaría la capital de Catalunya fuera de la gran red de municipios por la independencia, en este momento clave de la historia?” Con esta pregunta comenzaba Pilar Rahola su artículo Vergüenza, Colau.Lo preguntaba como si Barcelona en Comú no hubiera anunciado claramente cuál era su posición sobre esta cuestión, y sí lo hizo. Está publicado en diarios, grabado en videos de actos, se escribieron artículos de opinión y reflexión... Puede gustar más o menos, pero la posición era pública y nada ambigua. En caso de llegar al gobierno municipal si se quisiera tomar una decisión sobre la entrada a la Asociación de Municipios por la Independencia se haría una consulta ciudadana.

El artículo de Rahola continúa con (des)calificaciones al gobierno municipal como “gente más cercana al internacionalismo en bicicleta que al compromiso catalán”, “hijos revolucionarios de aquella izquierda histórica que había sentido ascos por la broma catalana”. El artículo está lleno de afirmaciones que se puede demostrar que no son ciertas y que tienen una gran capacidad para generar imágenes deformadas de la realidad a quien lo lea y no contraste lo que se dice, y para imposibilitar el diálogo. ¿Por qué Rahola niega una posición clara de Barcelona en Comú cuando sí la tenía? ¿Por qué viste sobre esta negación un ataque de estas dimensiones? ¿Por qué dice que la gente de Barcelona en Comú nunca ha estado a favor del “derecho a decidir” cuando, más allá de la pluralidad que hay en su interior, se defiende firmemente el derecho de autodeterminación y se proclama un soberanismo que nos permita decidirlo todo?

Rahola llega al final del artículo con “cuatro comentarios de final, para que caigan los disfraces”. Acusa de no dar libertad de voto y obligar al “voto de partido”, para luego gritar “¡Viva el comisariado político!”. Acusa de no preocuparse de la lectura que se haría de no entrar en la AMI. Acusa de poner palos en las ruedas del proceso catalán. Y acusa de jugar a esconder el huevo a la ciudadanía y de estafar a la gente. Para el final, sin embargo, deja una sentencia contundente: “Son precisamente aquellos que dicen ser la ”nueva política“ los que lo harán todo para apuntalar y consolidar el viejo régimen. Patético”.

La libertad de voto. Este es un punto muy interesante a analizar y debatir con calma. La libertad de voto es una reivindicación que suena muy bien, estos días se ha identificado directamente con “nueva política” y a continuación se ha negado que Barcelona en Comú fuera “nueva política” para no permitir esta libertad. Algún día tendremos que hablar con calma de qué puede ser esto de la “nueva política”. ¿Qué tenía de positivo dar libertad de voto? Se ha argumentado que esto serviría para que las personas independentistas de BComú votaran a favor de la entrada a la AMI y así salvar la situación. ¿Hacer esto habría sido coherente con lo que se propuso en campaña electoral?

Quizás una de las cosas que han de marcar un cambio en las formas de hacer política es la coherencia. También lo puede ser la libertad de voto. Pero siempre que sirva para hacer más estrecha la relación entre la persona representada y la persona que representa, una de las reivindicaciones de la crisis de representatividad que vivimos. ¿Que ganamos en esta búsqueda de otra manera de hacer política si la libertad de voto sólo sirve para que los representantes políticos decidan individualmente? La libertad de voto debería servir para impedir la imposición del partido sobre sus votantes, debería servir para permitir a las personas representantes desmarcarse de la doctrina de partido para responder a lo comprometido con las personas a las que representa. En este caso, la posición sobre la AMI era clara. Pero no dejamos de pensar en la libertad de voto y en los cambios que necesitamos.

Es demasiado pronto para saber cuál será el legado de Barcelona en Comú. Afirmar, como hace Rahola, que “lo harán todo para apuntalar y consolidar el viejo régimen” parece decir más del posicionamiento que ella decide tener que de ningún análisis sobre los primeros días del nuevo gobierno municipal. Convendría tener claros qué objetivos tenemos para nuestra sociedad, más allá de intereses partidistas, y pensar de qué manera podemos contribuir a ellos. La necesidad de otras maneras de hacer política parece ser compartida mayoritariamente. Pongámonos a ello, analicémoslo, debatamos, discutimos, propongamos... Hagámoslo con el rigor y la honestidad que hacen falta para llegar a la democracia que aspiramos. Hagámoslo desde todos los espacios que tenemos, desde el ayuntamiento o desde los artículo de opinión en la prensa.

“¿Qué habría pasado si en las elecciones municipales la señora Colau hubiera avisado de que dejaría la capital de Catalunya fuera de la gran red de municipios por la independencia, en este momento clave de la historia?” Con esta pregunta comenzaba Pilar Rahola su artículo Vergüenza, Colau.Lo preguntaba como si Barcelona en Comú no hubiera anunciado claramente cuál era su posición sobre esta cuestión, y sí lo hizo. Está publicado en diarios, grabado en videos de actos, se escribieron artículos de opinión y reflexión... Puede gustar más o menos, pero la posición era pública y nada ambigua. En caso de llegar al gobierno municipal si se quisiera tomar una decisión sobre la entrada a la Asociación de Municipios por la Independencia se haría una consulta ciudadana.

El artículo de Rahola continúa con (des)calificaciones al gobierno municipal como “gente más cercana al internacionalismo en bicicleta que al compromiso catalán”, “hijos revolucionarios de aquella izquierda histórica que había sentido ascos por la broma catalana”. El artículo está lleno de afirmaciones que se puede demostrar que no son ciertas y que tienen una gran capacidad para generar imágenes deformadas de la realidad a quien lo lea y no contraste lo que se dice, y para imposibilitar el diálogo. ¿Por qué Rahola niega una posición clara de Barcelona en Comú cuando sí la tenía? ¿Por qué viste sobre esta negación un ataque de estas dimensiones? ¿Por qué dice que la gente de Barcelona en Comú nunca ha estado a favor del “derecho a decidir” cuando, más allá de la pluralidad que hay en su interior, se defiende firmemente el derecho de autodeterminación y se proclama un soberanismo que nos permita decidirlo todo?