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La salud pública catalana en paro cardíaco

1 de abril de 2022 11:10 h

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La salud pública catalana pierde calidad. No es una afirmación menor y menos si quién la hace es el mismo conseller de salud, Josep Maria Argimon. En su comparecencia en la Comisión de Salud a principios del 2022, explicaba cómo los seguros privados de salud se han disparado en solo cuatro años. Los ciudadanos y ciudadanas con mutua privada han pasado del 25% de la población al 32%. El conseller afirmaba que esta es la verdadera privatización del sistema catalán de salud.

La salud pública catalana se está privatizando. Es un titular que tendría que hacer saltar todas las alarmas. Es evidente que el aumento de las mutuas privadas de salud, como reconoce el mismo consejero, es el primer paso para construir un sistema dual donde los recursos económicos hacia la sanidad pública no sean la máxima prioridad de los gobiernos de turno. Esto ya ha pasado, solo hay que recordar los tiempos de Boi Ruiz hace apenas diez años y como todavía pagamos las consecuencias de los recortes del gobierno de Artur Mas. El principal patrimonio que tienen las clases populares y una de las principales políticas de lucha contra la desigualdad a través de mecanismos de pre-distribución son un sistema público de salud y educación fuertes y robustos. Dos pilares que la pandemia ha sacudido todavía más.

¿Por qué pasa esto? ¿Cuál es la respuesta que hay que dar? Estas son las dos preguntas que nos tendríamos que hacer.

El aumento de las mutuas privadas de salud no es un acontecimiento meteorológico. Es causa de la situación de la sanidad pública catalana, de la carencia de prioridades y orientación del Departamento, tanto en la etapa del actual conseller como en la de la anterior consellera, y principalmente del colapso que vive nuestra atención primaria. Es marca de la casa de los gobiernos de ERC y Junts.

Cuando conseguir hora para tu médico o médica de familia o con un especialista en tiempo razonable, cuando las pruebas diagnósticas de enfermedades cardiovasculares o cardíacas se han desplomado entre el 30 o el 40% o el seguimiento de los y las enfermas crónicas están en crisis, la gente que puede pagar una mutua apuesta por un sistema dual: el día a día a la privada y si tengo una cosa grave ya iré a la pública.

Sin duda la COVID ha sido el golpe de gracia a la atención primaria, pero también está siendo una excusa para introducir cambios relevantes que suponen un nuevo modelo y más dificultades para acceder a nuestra médica o médico de cabecera. Hoy pedir hora en nuestro Centro de Atención Primaria (CAP) es lo más parecido a una yincana digital, no se garantiza la accesibilidad, después de meses con consultorios cerrados y los CAPs blindados. Al mismo tiempo la estrategia de “Concentración” de especialidades como pediatría o ginecología hace que muchos centros de atención primaria pierdan estas especialidades, y a la vez hace que las urgencias se colapsen, por ejemplo, ante la angustia de muchos padres y madres que no pueden esperar hasta tres semanas por una visita pediátrica.

Ante esta situación no hay bastante con hacer el diagnóstico. La atención primaria es el corazón del sistema. Sin ella no hay sistema nacional de salud. Necesitamos un tratamiento de emergencia por una sanidad pública catalana que está en paro cardíaco. Hace falta que el conseller y el Departamento pasen de las palabras a los hechos. Sino puede ser sólo la constatación de una realidad en la que la conselleria es directamente responsable. Un conseller no es un notario, tiene que intervenir, gobernar.

Y es urgente intervenir. Por eso desde En Comú Podem hemos propuesto un plan de choque que permita actuar de manera inmediata sobre la situación de la Atención Primaria en Cataluña. En primer lugar, que recuperemos la normalidad. Discotecas abiertas y CAPs blindados, es una verdadera realidad distópica. Es urgente recuperar el nivel de pruebas diagnósticas pre-COVID, y el Departamento tiene los recursos necesarios para hacerlo, gracias a los presupuestos de 2022 que suponen el récord de recursos destinado al Departament de Salut, con partidas específicas para hacerlo posible introducidas por En Comú Podem. El primer paso es regresar al punto pre-COVID pero sabiendo que lo hacemos con unos profesionales que han dado lo mejor de sí mismos, que están al límite y agotados. Hace falta sin duda mejorar de una vez por todas sus condiciones laborales si no nos queremos abocar a una nueva huelga en la sanidad pública. No nos podemos permitir ni la precariedad ni el abandono de profesionales excelentes, a todos los niveles, desde médicos y médicas, enfermería o personal administrativo.

Garantizar la accesibilidad y la longitudinalidad, es decir que tu médico o médica de cabecera sea el mismo a lo largo del tiempo, es clave para garantizar una buena atención sanitaria y a la vez prevenir y también hacer una eficiente gestión de los recursos sanitarios. Disponer de cita con nuestro médico o médica de cabecera en menos de 48 horas y visita con el especialista en menos de tres semanas. Esta es la clave para parar la privatización de nuestra sanidad pública. En una situación límite, necesitamos respuestas urgentes, no simplemente un diagnóstico.

Para hacerlo, es indispensable que se destine el 25% de los recursos del Presupuesto de Salud a la Atención Primaria. Y esto es únicamente responsabilidad de la Conselleria de Salut. La reclamación de más recursos, un nuevo fondo COVID de 1.400 millones de euros por parte del conseller, por justa que sea, no puede tapar como las prioridades no son las que necesita hoy la sanidad pública catalana para recuperar calidad. ¿Dónde irían a parar estos 1.400 millones? ¿A la Atención Primaria? Es una pregunta que hoy sigue sin respuesta.

Y a la vez hay que actuar a medio plazo. Hoy solo el 26% de los MIR eligen la primaria como especialidad, años atrás eran un 46%. Necesitamos más profesionales en la primaria, y especialmente de enfermería, haciendo que las y los enfermeros de primaria pasen a dos por cada médico o médica de familia.

Y finalmente, necesitamos una ley de Atención Primaria Catalana que nos permita blindar legislativamente el corazón de nuestro sistema, porque gobierne quién gobierne protejamos nuestro sistema nacional de salud público. Desde En Comú Podem ya nos hemos puesto a trabajar para hacerla realidad antes del verano, desde el diálogo con profesionales, usuarios, movimientos y sindicatos.