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La cumbre europea de este 18 de octubre en Bruselas debatirá por enésima vez la aplicación de la tasa Tobin sobre transacciones financieras, una medida que ya hace hace largos años que sobrevuela el nido del cuco de las cumbres internacionales sin que los jefes de gobierno decidan aplicarla de forma coordinada.
La Asamblea Nacional francesa aprobó en junio de 2011 una tasa del 0'05% sobre la compraventa de productos financieros (bonos, acciones, divisas o derivados) y la iniciativa fue tachada de cortina de humo electoral del presidente Sarkozy. La Comisión Europea se sumó en septiembre de ese mismo año con la propuesta de la llamada Tasa sobre las Transacciones Financieras, inspirada en la idea avanzada desde 1936 por John Maynard Keynes en la Teoría general de la ocupación, los intereses y el dinero, y perfilada en 1971 por su discípulo James Tobin, que recibiría diez años más tarde el Nobel de Economía. Entonces se trataba de frenar los vaivenes de las Bolsas y reducir la especulación sobre las divisas; ahora se trata de limitar los riesgos sistémicos de los mercados financieros globalizados.
De entrada fue considerada como una fórmula utópica, defendida sólo por los movimientos alternativos, de modo que le endosaron el mote de tasa Robin Hood. La propuesta de la Comisión Europea consistía en una diminuta retención del 0'1% a partir del 2014 sobre la compraventa de bonos y acciones y del 0'01% sobre las operaciones de productos derivados entre instituciones financieras, siempre que al menos una de las dos partes implicadas tenga su residencia legal en la Unión Europea. Se calculaba que recaudaría 57.000 millones de euros por año.
De hecho intentaba armonizar una tasa relativamente similar que ya se aplica en diez países de la Unión Europea de forma descoordinada, pese a la oposición frontal de Londres, donde se realizan la mayor parte de estas operaciones. Una multitud de estudios de empresas financieras arguyeron inmediatamente que el impacto negativo sobre la economía sería superior a los beneficios. Los ministros de Finanzas de once de los veintisiete países de la UE han apoyado la iniciativa en su reunión del 10 de octubre en Luxemburgo. Luego volverán a hablar de ella los ministros de Finanzas el 12 de noviembre a partir desde las decisiones de los jefes de gobierno en la cumbre de la próxima semana. Luego la Comisión Europea deberá elaborar una propuesta que sea aprobada por mayoría cualificada de los países miembros y someterla al Parlamento Europeo. Con tasa Tobin o sin ella, el sector financiero no sólo se ha demostrado poco controlado, sino también poco tasado, sobre todo en un momento en que debería contribuir a su propio rescate y a compensar el daño que ha causado. Sigue pareciendo improbable e indispensable.
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La cumbre europea de este 18 de octubre en Bruselas debatirá por enésima vez la aplicación de la tasa Tobin sobre transacciones financieras, una medida que ya hace hace largos años que sobrevuela el nido del cuco de las cumbres internacionales sin que los jefes de gobierno decidan aplicarla de forma coordinada.