El 23 de julio la dirección de la empresa Valeo desenfunda la espada de uno de los conflictos laborales más importantes de los últimos años, con el anuncio del traslado de la producción y los trabajadores a Zaragoza, para desmantelar una fábrica con más de 30 años de historia.
Ante el desafío emplazado por la dirección, los trabajadores y trabajadoras deciden responder con cabeza y corazón y no con las vísceras, como pretendía la empresa con su voluntad provocadora para poner fin a un conflicto en pleno mes de agosto queriendo silenciar la respuesta de la plantilla a la pérdida de su empleo y su fábrica.
Su respuesta no es de contraataque, es de resistencia: convocan una huelga indefinida y acampan a las puertas de la fábrica en el polígono industrial en pleno mes de agosto, renunciando a sus merecidas vacaciones, sufriendo las inclemencias de un tiempo caluroso y tormentoso, acompañados de sus familias, esposas, maridos, compañeros, hijos, amigos, etc. Un valor ético, de dignidad, solidaridad y fraternidad que ha impregnado un campamento, La Galia, durante los tres meses que ha durado el conflicto.
Su respuesta es inteligente, porque su cultura sindical es tradicionalmente fuerte, organizada mayoritariamente en CCOO y con un arraigo importante a la defensa de los intereses de clase, fuera de los valores corporativos que, desafortunadamente, transitan en muchas empresas y en algunos colectivos de trabajadores. Esta condición de trabajadores organizados y no corporativos les ha permitido interpretar perfectamente cuál debería ser la estrategia para poder revertir una decisión de la multinacional, el Goliat francés, que pretendía acabar con los proyectos de vida de más de 200 familias en la fábrica de Martorellas.
Una estrategia que debía combinar la movilización sindical, la defensa jurídica y la visualización del conflicto, construyendo puentes de solidaridad con la sociedad y con los trabajadores y trabajadoras de otras empresas. El valor de reconocerse como clase.
Con la huelga indefinida reforzaron su defensa jurídica, sabiendo que la empresa acabaría conculcando el derecho de huelga, provocando indefensión en los trabajadores para poder seguir sirviendo a las empresas constructoras de vehículos, que eran sus clientes, como así ha sido.
Con su propuesta sindical, negaron el espacio de negociación trampa que le ofrecía la empresa, aprovechando la reforma laboral para acabar con un proceso de traslado que les facilitara la alternativa de deshacerse de la mayoría de la plantilla con una raquítica indemnización como alternativa y desmontar la empresa a bajo coste. Consiguieron agotar los plazos de ese periodo de consulta y provocar la retirada, por parte de la empresa, ya que la acertada estrategia sindical, combinando la huelga y la negativa a reconocer el proceso de traslados, había reforzado su garantía jurídica para conseguir la nulidad del proceso.
En paralelo, superando las inclemencias de un duro y solitario mes de agosto, afrontaron un septiembre protagonizado por el proceso electoral de las elecciones en Catalunya, visibilizando mediáticamente el conflicto y multiplicando su presencia en infinidad de actos públicos, políticos, sociales y culturales, construyendo un puente de solidaridad que reforzaba su posición y presionaba continuamente a la empresa, minando su posición y reequilibrando las fuerzas para poder darle la vuelta a la situación.
La fuerza organizada sindicalmente había conseguido combinar perfectamente y con éxito, la defensa jurídica, la estrategia sindical y la movilización social y fraternal entre trabajadores; pero lo más importante de su inteligencia colectiva era el claro objetivo que todos sus esfuerzos tenían: conseguir un espacio real de negociación donde las fuerzas estuvieran equilibradas, donde sus propuestas tuvieran un canal hacia el acuerdo y que este le diera solución a sus principales reivindicaciones. Reivindicaciones que repitieron como un mantra durante todas sus intervenciones públicas y de negociación durante todo el conflicto: soluciones industriales, laborales y sociales para toda la plantilla.
Consiguieron su primera victoria con la retirada del proceso de traslados y la apertura de una mesa de negociación, que finalmente ha concluido en un acuerdo histórico para la lucha sindical, dando cauce a todas y cada una de las reivindicaciones de los galos de Valeo, que han luchado durante 101 días de huelga.
Han sido un ejemplo para la lucha organizada sindical, un aliento para muchos otros trabajadores y trabajadoras que se ven en las mismas condiciones, un camino para reconocer la utilidad del movimiento sindical confederal y de clase, una esperanza que es posible verla hecha realidad. Los galos y galas de Valeo nos han dado una lección de tenacidad, dignidad, solidaridad, fraternidad e inteligencia colectiva, valores que han nutrido a los que formamos parte de CCOO durante nuestra historia y que siguen vigentes para afrontar un presente y futuro de transformación social y de construcción de un marco de derechos del trabajo que avance en la urgente y necesaria cohesión social.
Gracias galas y galos por enseñarnos el camino, vuestra lucha y el desenlace de este conflicto han reforzado la autoestima del movimiento sindical, de las comisiones obreras y de miles de trabajadores y sindicalistas que confían de nuevo en la respuesta colectiva para defender sus intereses.
#ValeoNoSeCierra