Òscar Sans, pediatra del sueño: “Los adolescentes tienen más facilidad para tener depresión si duermen menos horas”

Òscar Sans es neurofisiólogo y uno de los mayores expertos de España en el descanso nocturno de los niños y adolescentes. Coordinador del grupo de trabajo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño, es actualmente jefe de la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, la única del país que se centra específicamente en menores. Recientemente, ha coordinado el Informe FAROS, que recaba los principales avances y conocimientos en este ámbito.
¿Cuáles son los principales problemas que tienen detectados en el sueño de los niños y adolescentes españoles?
El primer gran problema es que estamos privados de sueño. Tanto los adultos como los adolescentes, los escolares y los preescolares, todos tenemos déficit de sueño. Dormimos menos horas de las que nos tocan. Parece que las consecuencias de dormir poco sean banales. El dicho popular “ya dormirás cuando estés muerto” ya demuestra el desprecio que le tenemos, pero dormir poco va en contra del proceso de desarrollo del cerebro de niños y adolescentes. Además, están los trastornos del sueño, como la apnea y dormir con ronquido y con parada respiratoria, lo que provoca que el sueño sea de mala calidad e impide funcionar bien y concentrarse durante el día.
¿Cuáles son las consecuencias de dormir poco entre la población infantil?
Está asociado a problemas de estado de ánimo, de mala fijación de memoria, peor rendimiento escolar… Todo lo que aprendes durante el día, si el sueño no puede consolidarlo, no terminas de aprenderlo bien. Los adolescentes tienen más facilidad para tener depresión y problemas de conducta si duermen menos horas de manera crónica. Pero estas son cosas que nosotros no vemos, porque son chavales que no llegan a la Unidad del Sueño, con lo que quizás no les damos suficiente importancia.
Uno dato sorprendente que resaltan es que los menores han perdido de media casi 30 minutos de sueño diarios entre 1987 y 2011. ¿A qué se debe?
Seguramente estamos cambiando la importancia que le damos a las cosas. Dedicamos muchísimas horas al trabajo, y después el ocio lo tenemos que encajar como podemos. Este es un país donde nos vamos tarde a dormir pero no nos levantamos significativamente más tarde que los países del entorno europeo. También se debe al uso que hacemos de la tecnología: series, redes sociales... Los adolescentes especialmente pasan mucho rato de ocio en las redes, mirando series, etc. y ¿cuándo lo hacen? Lo hacen de más bien de noche.
Está asociado a problemas de estado de ánimo, de mala fijación de memoria, peor rendimiento escolar… Todo lo que aprendes durante el día, si el sueño no puede consolidarlo, no terminas de aprenderlo bien
Su informe recoge una encuesta en la que el 80% de adolescentes reconoce ir a dormir justo después de pasar un rato en el móvil. ¿Hasta qué punto es eso un problema?
Es un problema porque cuando tú miras la pantalla un poco antes de irte a dormir, pasan dos cosas. La primera es que emite una luz del espectro blanco-azul, y esto lo que hace es que la sustancia que nos facilita el inicio del sueño, que es la melatonina, no salga. Y nuestro reloj central (todos tenemos un reloj que nos marca cuándo tenemos que ir a dormir, cuándo estamos despiertos) piensa que es de día y que no toca dormir, así que te duermes más tarde.
La segunda derivada es que la mayoría de adolescentes que veo en consulta me dicen que ellos quieren consultar el último WhatsApp, pero acaban entrando en TikTok y con ese scroll infinito se enganchan. Y lo que tenía que ser una consulta de cinco minutos pasan a ser 50 minutos menos de sueño. El contenido hace que se enganchen y les roba tiempo de dormir.
¿Puede la falta de sueño llegar a afectar a la salud mental de los adolescentes?
Puede afectar, porque dormir poco de manera crónica afecta al estado de ánimo. Piensa que en la adolescencia estamos en un proceso crítico desde el punto de vista del desarrollo. Todavía hay desarrollo cerebral, todo lo viven con mucha más emoción y hay un desequilibrio. Y a medio o largo plazo puede aparecer la angustia, la ansiedad y pueden acabar desarrollando episodios de depresión.
La mayoría de adolescentes que veo en consulta me dicen que ellos quieren consultar el último WhatsApp, pero acaban entrando en TikTok y lo que tenía que ser cinco minutos pasan a ser 50 minutos menos de sueño
¿En su experiencia de los últimos años ha detectado algún empeoramiento de los trastornos del sueño?
La buena noticia es que los pediatras y los compañeros de Atención Primaria cada vez le dan más importancia al sueño a la hora de hacernos derivaciones. ¿Qué estamos viendo diferente? Pues un tipo de adolescente que empieza de manera importante a cambiar los horarios de sueño: estar más despierto de noche e intentar dormir más de día. Cuando esto se hace crónico lo que acabas viendo es que ya no salen tanto a la calle porque hacen sus contactos de noche por vía telemática, juegan online... Lo hacen de noche y duermen de día.
Es un trastorno del ritmo del sueño que hace que el chico o chica ya no sea funcional y tenga problemas para ir al instituto a primera hora. Son casos que tendríamos que detectar antes, pero muchas veces ese patrón empieza con pequeños cambios de rutinas de horarios.
Esto no ya tiene nada ver con que los adolescentes sean más nocturnos, ¿no?
Claro. La biología es como es. E igual que los niños pequeños son más madrugadores, los adolescentes son más nocturnos. El problema es que el mundo les juega a la contra. Pese a ser nocturnos, por la mañana son los primeros en entrar al instituto. Además, cuando hacen deporte muchas veces al ser los mayores son los últimos en entrenar. El deporte físico dos horas antes de ir a dormir dificulta el inicio del sueño. Igual que las comidas cerca de la hora de ir a dormir. Es la tormenta perfecta, no se lo ponemos fácil para que puedan hacerlo de otra manera.
Los médicos especialistas suelen defender sin éxito que las clases en Secundaria y Bachillerato empiecen más tarde de las 8 horas. ¿Es una batalla perdida?
Tenemos evidencia de que esto va en contra de la biología de los adolescentes. Algo tan sencillo como poder empezar un poco más tarde el horario escolar mejoraría su rendimiento escolar o su estado de ánimo. Pero se pueden hacer otras cosas mientras tanto. Podemos recomendar que a primera hora en lugar de hacer Matemáticas o Historia, hagan algo que active su sistema, como gimnasia o 15 minutos de cantar o de bailar.
Otra cosa muy interesante es que como de lunes a viernes están privados de sueño, llega el fin de semana y lo recuperan durmiendo mucho más. Pero el sueño no se recupera así y cuando cambias los horarios dos o más horas estás provocando un jet lag social. Con lo cual, no pongamos los exámenes el lunes a primera hora de la mañana. Está comprobado que si lo pones el miércoles pueden mejorar un poco los resultados.

La incidencia del insomnio también es destacable, según su informe. Entre los menores de edad va del 20% al 40%.
El insomnio es un poco diferente en niños preescolares y escolares que en adolescentes, donde ya se parece más al del adulto y es más complicado de tratar. Pero en niños y niñas en un 80% de casos podemos mejorar rutinas y hábitos de sueño y mejorar el problema.
¿A qué responde el insomnio en edades infantiles?
A dificultades para iniciar el sueño pero sobre todo para mantenerlo. Tener muchos despertares nocturnos, un sueño de mala calidad, tener las famosas parasomnias, el sonambulismo, los terrores nocturnos... Cuestiones que provocan fragmentación del sueño, pero un buen ajuste de rutinas y hábitos como son las siestas, las comidas o la hora de acostarse o levantarse, lo mejora.
Es importante por ejemplo tener un buen estímulo lumínico por la mañana: poder hacer ejercicio físico al aire libre con este estímulo de sol mejora el inicio del sueño y los despertares. Por lo tanto en un 80% de casos, haciendo un buen análisis de lo que pasa y mejorando algunas cosas, podemos tener éxito.
El 80% de casos de insomnio en niños y niñas los podemos mejorar con rutinas y hábitos de sueño
¿Tienen casos de niños que tienen miedo a dormir?
Más bien resistencias. ¿Por qué? Porque los papás se quedan, porque mi hermano mayor se queda, porque no quiero perderme nada de lo que pasa... Sí que es verdad también que hay una parte de miedos en aquellos niños o niñas que han tenido a veces alguna mala experiencia, como una a la que entraron a robar en casa. Pero son puntuales. Suele ir ligado a que no quieren perderse cosas.
¿Hay índices que permitan a los padres y madres con una edad más o menos temprana identificar problemas de sueño que pueden tener sus hijos?
Si ese niño o niña se levanta de mal humor, está muy irritable o si a medida que avanza el día cada vez lo ven más cansado, tienes algunas pistas. Y muchas veces el cansancio no lo manifiestan quedándose dormidos, sino estando más hiperactivos y más desatentos.
Hemos hablado del horario de los institutos. El otro gran debate que afecta al sistema educativo y al sueño es el de las siestas en la etapa Infantil. La mayoría de escuelas no la contemplan. ¿Cómo lo ve?
Algunos centros escolares deciden que a partir de los tres años tienen que dejar de hacer la siesta. El problema es que a esa edad y hasta los 5 años hay niños que todavía necesitan hacer una hora. Cuando eso no pasa es cuando llegan muy cansados. Y en teoría deberías ver que se duermen superrápido y de una tirada toda la noche, pero justamente es al contrario: cuanto más cansados van quizás se duerman rápido, pero tienen más despertares y peor calidad de sueño.
¿Qué hábitos más o menos fáciles de adoptar recomiendan a las familias?
Tener unos horarios estables. Y esto vale para todos. Las rutinas de sueño no son solo la hora que me voy a dormir. Lo ideal también es poder estar en contacto con el sol. Nosotros tenemos un contacto con el sol que está muy disminuido, estamos dentro de edificios con luz artificial el 90% del tiempo. Hacer deporte en contacto con la luz del sol facilita que vayamos a dormir pronto por la noche.
Hacer unos buenos horarios de comidas, no cenar muy tarde, no hacer el picoteo por la noche mientras miras la tele, también. Son cosas de sentido común, pero que a la hora de la verdad no acabamos de aplicar del todo. También no hacer siestas. Pero, ¿qué les pasa a los adolescentes? Que cuando salen del instituto comen muy tarde y a veces hacen siestas largas, lo que les quita presión de sueño.
Un buen estímulo lumínico por la mañana mejora el inicio del sueño y los despertares
Por lo que explica durante toda la entrevista, ¿lo que más le preocupa es la salud del sueño de los adolescentes?
Es que a los cambios sociales del día a día se le ha sumado con mucha fuerza la tecnología. El uso de tabletas o móviles dos horas antes de dormir dificulta un sueño que ya está complicado de entrada. Por tanto, sí, es preocupante. ¿Pero tiene solución? También. La mayoría de chavales y familias que vienen a consulta y ponen en práctica las recomendaciones, mejoran. Esa es la parte buena que tiene esto, que ganan unos hábitos para siempre.
¿Existen diferencias sociales y económicas en los trastornos?
La población a la que atendemos es muy variada. Es cierto que la pobreza de tiempo afecta más a madres y padres con menos capacidad económica, pero no solo. No detectamos grandes diferencias en apneas o insomnio. Sí es cierto que no todo el mundo puede permitirse ciertas recomendaciones, como salir a pasear por la mañana.
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