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París, Barcelona y Madrid difunden un manifiesto que pide una mayor regulación de los pisos turísticos

Las ciudades de París, Madrid y Barcelona han consensuado una manifiesto en el que exigen a los Estados y a la Comisión Europea una mayor regulación de los alquileres turísticos para “evitar” que estas urbes “pierdan a sus habitantes”. El texto pide explícitamente poner coto a Airbnb, una empresa con “gran poder” en el mercado de este tipo de apartamentos en todo Europa.

“Ante estas plataformas en línea, algunas de las cuales no dudan a la hora de eludir la legislación local, queremos trabajar en una respuesta común de las grandes metrópolis europeas, ya que la unión hace la fuerza”, recoge el manifiesto. Los ayuntamientos dirigidos por Anne Hidalgo, Manuela Carmena y Ada Colau aseguran “trabajar en común” y “compartir experiencias” para la protección de los derechos de los inquilinos y para frenar la escalada de precios del alquiler.

El documento, difundido este jueves por el Ayuntamiento de Barcelona en francés, inglés y catalán, ha sido redactado por técnicos del consistorio parisino. El origen de la carta se remonta a un encuentro el pasado 15 de junio en París con representantes de Barcelona, Madrid, Lisboa y Ámsterdam. El objetivo de las reuniones fue avanzar hacia un frente común europeo contra los pisos turísticos ilegales.

“París, Barcelona y Madrid: cada una de estas capitales europeas tiene una identidad, una historia y un desarrollo urbano propios. Sin embargo, todas deben hacer frente a un mismo fenómeno: una nueva economía de depredación que se ha desarrollado en los últimos años en los centros urbanos turísticos”. La creciente transformación de viviendas en apartamentos de alquiler turístico, aseguran, está llevando algunos barrios de estas ciudades a sufrir alzas en los precios inasumibles por los vecinos.

Ante esta situación, las tres ciudades piden a los Estados que les den más “medios legales” para “incrementar el grado de regulación” de la actividad de plataformas como Airbnb, y demandan también a la Unión Europea que se pronuncie sobre la “protección de la vivienda”, que “no es un bien de mercado como los otros”. 

En este sentido, la Comisión Europea achacó recientemente a España que sus ciudades lleven a cabo prácticas “restrictivas” del alquiler a turistas. El ejecutivo comunitario, a preguntas de eldiario.es, se decantó por los modelos como el de Ámsterdam o Londres, que permiten a privados alquilar sus casas -aunque por un máximo de días-, antes que por las restricciones impuestas en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Palma de Mallorca. 

Ante el alquiler de pisos ilegales, hay que defender el derecho a la vivienda

París, Barcelona y Madrid: cada una de estas capitales europeas tiene una identidad, una historia y un desarrollo urbano propios. Sin embargo, todas tienen que hacer frente a un mismo fenómeno: una nueva economía de depredación que se ha desarrollado en los últimos años en los centros urbanos turísticos.

Con la aparición de las plataformas de alquiler de apartamentos de corta duración, la presencia de una intensa actividad turística provoca en todas partes los mismos efectos: la transformación de muchas viviendas en apartamentos de alquiler de corta duración para turistas de paso.

Las consecuencias de este hecho son directos: los barrios más buscados ven como su población se reduce y se modifica, al tiempo que los precios se disparan. El alma de nuestras ciudades acabará desapareciendo si aceptamos esta evolución que comportará que los centros históricos se queden vacíos, sin habitantes.

El atractivo turístico que supone el patrimonio de nuestras ciudades es un bien muy preciado. Y exige una intervención equilibrada de los actores públicos a fin de controlar las consecuencias para los habitantes.

Hace poco que nuestras ciudades han reforzado sus relaciones y trabajan en común; comparten sus experiencias en materia de protección de los derechos de los inquilinos y de control de la inflación. Todas ellas son unas capitales innovadoras que quieren desarrollar la economía colaborativa y acoger a los turistas en las mejores condiciones. Ahora bien, el gran poder que han alcanzado los nuevos actores de alquiler de apartamentos de corta duración, como Airbnb, requiere mejorar la regulación.

Ante estas plataformas en línea, algunas de las cuales no dudan a la hora de eludir la legislación local, queremos trabajar en una respuesta común de las grandes metrópolis europeas, ya que la unión hace la fuerza.

Los Estados también deben abastecer a las grandes metrópolis los medios legales para actuar e incrementar el grado de regulación.

Asimismo, la Unión Europea tiene que pronunciarse sobre la cuestión de la protección de la vivienda y asumir el reto de hacer converger los Estados miembros, ya que la vivienda no es un bien de mercado como los demás.

Apoyamos firmemente a la acción de 'lobby' dirigida a la Comisión Europea, iniciada por la ciudad de Ámsterdam en nombre de 12 ciudades europeas, incluida París, para abordar el marco que regula el alquiler privado de apartamentos.

¡Para evitar que nuestras ciudades pierdan sus habitantes, ha llegado la hora de una concienciación nacional e internacional!