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El Parlament entierra el referéndum tras una década reclamándolo

Arturo Puente

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El Parlament de Catalunya ha aprobado mociones a favor de un referéndum sobre la independencia en una veintena de ocasiones. La mayoría de ellas desde 2012, cuando el procés lo inundó todo. La autodeterminación se convirtió en un consenso político que iba mucho más allá de la mayoría independentista y acogía en ocasiones más de dos tercios del pleno. Pero todo eso ha acabado este jueves, cuando el Parlament ha enterrado el referéndum por primera vez en una década y ha rechazado una por una todas las resoluciones soberanistas presentadas por los partidos en el debate de política general.

La mayoría contraría al referéndum, formada por PSC, PP y Vox, ha resultado una apisonadora que ha dejado claro que el procés es, ahora sí, cosa del pasado. Ha caído la propuesta de Junts que reiteraba el derecho a la autodeterminación y el cumplimiento total de la amnistía, también el texto de ERC por un referéndum pactado, e igual suerte ha corrido la propuesta por una “ruptura democrática” de la CUP.

La situación ha sido tan catastrófica para el relato independentista que el pleno incluso ha rechazado por primera vez la declaración de independencia del 27 de octubre de 2017, tal como ha observado la portavoz de Junts, Mònica Sales. Un texto que formalmente nunca había sido censurado (aunque tampoco se había llegado a publicar oficialmente), y que en en la sesión de este jueves, gracias al partido ultra Aliança Catalana que lo ha presentado, ha quedado explícitamente refutado.

En la misma línea, la propuesta conjunta de los independentistas que censuraba que los jueces estuvieran “en rebeldía” ante la ley de amnistía ha quedado rechazada por el desmarque del PSC, aunque sí ha quedado aprobada otra de los Comuns, más aséptica, que reclamaba una aplicación de la ley “sin más dilaciones”.

Más allá del bloque que ha aplacado la cuestión independentista, los grupos han sido promiscuos en las votaciones, aunque con un claro peso de la entente formada por PSC, ERC y Comuns, los partidos que ya se asociaron para permitir la investidura de Salvador Illa. El acuerdo más destacado de esa alianza ha sido el favorable a una financiación “singular” para Catalunya, que ha acabado de jalonar el compromiso expresado por el Govern con esta medida exigida por Esquerra para sentarse a negociar los presupuestos.

El PSC ha optado en cambio por no avalar la propuesta de un concierto fiscal que exigía Junts. El partido de Carles Puigdemont había presentado un redactado que huía de la terminología empleada por ERC, pero que tampoco contenía, a priori, elementos que la hicieran incompatible con la de los republicanos. De hecho, ERC ha votado favorablemente la propuesta de Junts, que sin embargo el partido del Govern ha preferido dejar caer.

La financiación no ha sido la única propuesta que ha unido a PSC, ERC y Comuns, partidos que Junts ya tilda de “tripartit de la investidura”. Los socialistas han aceptado la resolución de los Comuns que insta a aumentar los impuestos sobre el juego, de tal forma que se obstaculice el Hard Rock, y también han mostrado sintonía en vivienda, a favor de la regulación del alquiler temporal. El PSC además ha optado por ponerse de perfil ante la resolución que reclamaba una ampliación de El Prat, que hubiera contrariado a sus socios.