En Finlandia hace décadas que no tienen inspectores educativos. “Menos control, más confianza”, sentencia Pekka Tukonen, director de la escuela Saunakallio, en la localidad finlandesa de Järvenpää. Una confianza, eso sí, que no es gratuita, sino que se apoya en un profesorado que ha pasado por una formación universitaria de primer nivel. Este es, según Tukonen, el principal secreto del modelo educativo finlandés, la envidia de muchos de los países que quieren mejorar sus resultados educativos.
En esta entrevista, y a partir de su día a día como director, Tukonen explica algunos de los aspectos más destacados de la educación finlandesa. Esta semana ha estado en Barcelona participando en un simposio organizado por el programa de mejora de la formación de maestros (MIF).
¿Cómo que en Finlandia no hay inspectores?
No hay inspección escolar desde 1977. El municipio ejerce un cierto control sobre las escuelas, y envía a los organismos estatales informes sobre cómo van los centros y sobre sus proyectos municipales -el nuestro potencia la gimnasia y las nuevas tecnologías-. No tenemos inspección ni vemos la necesidad de tenerla, sino que confiamos en los maestros. Porque han sido muy bien formados. La formación de los maestros es la pieza clave del éxito sistema educativo finlandés.
¿Entonces quien evalúa los resultados de la escuela o el profesor?
El consejo escolar municipal, integrado por representantes políticos y de otros ámbitos. Analiza informes de todas las escuelas, y establece las pautas para seguir cada curso.
¿También elabora los currículos?
La concreción de los currículos se hace sobre todo a nivel municipal, sí. El ámbito curricular estatal es realmente breve. En el caso de nuestro municipio, de 40.000 habitantes, las cinco escuelas hemos unificado el currículo, con pequeñas diferencias. Con la excepción de que nuestra escuela tiene más familias con nivel socioeconómico bajo, por lo que recibimos más recursos. Pero más allá de esto es el mismo. Ahora estamos trabajando en un nuevo currículo, que entrará en vigor en 2016. Los renovamos cada 10 o 15 años.
¿Por qué tanto tiempo sin cambiarlo?
Otra de las razones del éxito educativo finlandés es que las pautas nacionales para la educación deben durar independientemente de las fuerzas políticas que gobiernen. Gane quien gane no cambia el plan educativo nacional. Desde mediados de los 70 hemos tenido una veintena de ministros de eduación, pero los cambios han sido muy pocos. Sin querer criticar el sistema educativo español, aquí hay muchas más reformas en función del partido político que manda. Y el barco no sabe exactamente hacia dónde tiene que ir.
¿Cuál es su día a día como director? ¿Hace mucho de maestro o de administrador?
Tenemos bastante menos burocracia que en España. En mi día a día paso una tercera parte de la jornada en contacto directo con los alumnos. Hablo bastante con ellos, salgo a su encuentro, les ayudo, motivo ... Y también en contacto con mis maestros, claro.
¿Como acompaña o supervisa su trabajo? ¿Entra en las clases?
¡Hombre, claro! También intervengo cuando algún alumno tiene problemas o se porta mal, o siempre que veo algo anormal. Sencillamente entro en el aula en cualquier momento. También por el trabajo psicopedagógico. Llevo el equipo de trabajo psicopedagógico y necesitamos saber las relaciones que se establecen entre los alumnos, quien necesita apoyo... Lo mejor es estar donde pasan estas cosas.
Sobre la excelencia de la formación de los maestros, ¿usted como director la corrobora? Cuando le llegan nuevos maestros a la escuela, ¿todos ellos cumplen con sus expectativas?
Es que claro, los maestros no me llegan, los seleccionamos. No funcionamos con oposiciones, como en España. Mira, en otoño necesitamos tres maestros nuevos. Pues bien, ahora hemos abierto plazas. Necesitamos un maestro que además tenga conocimientos de trabajos manuales. A la oferta que hace la escuela responden decenas de aspirantes. La primera selección la hacemos a través de los currículos y sin ver el nombre ni la identidad de las personas, para ser más objetivos. Una vez hecha la primera criba, quedan una quincena de aspirantes. Con estos yo intercambio unas impresiones por internet. Y a partir de sus respuestas, seleccionamos cuatro o cinco a los que ya entrevistamos personalmente.
¿Y quien hace la elección, usted solo?
El equipo directivo. Pero el consejo escolar municipal debe dar el visto bueno. No puedo escoger personas sin la calificación demandada, por ejemplo. Las decisiones las tengo que justificar ante el consejo escolar. Es un buen sistema, la verdad, porque da autonomía a las escuelas. Es un poco peligroso, pero debe basarse en la confianza.
Antes comentaba que su escuela está en un barrio con familias con pocos recursos. ¿Como gestionan esta situación desde el centro?
En Finlandia la verdad es que los maestros no debemos concentrarnos tanto en temas sociales como en España o Cataluña. En el caso de nuestro barrio sí hay un poco más de problemas de base que en el resto, y recibimos más ayudas del Estado, que destina unos 26 millones de euros para escuelas que tienen un nivel de inmigración, de paro o de baja formación de los padres por encima de la media del país. Con estos recursos contratamos una trabajadora familiar, que ayuda a las familias y a sus hijos.
¿Cuántos alumnos tienen por aula?
En nuestra escuela son 17, pero el promedio del país es de unos 21 y el máximo está en 25. Cuando alguien sobrepasa los 25 tiene derecho a pedir otro maestro. Y así hacen clase dos docentes en una misma aula.
¿Qué participación hay de las familias en la escuela?
Participan en fiestas, en días especiales, incluso ahora les estamos pidiendo cosas para el nuevo currículo. Pero lo cierto es que, como en todas partes, supongo, es complicado implicarles a niveles más profundos. A veces son muy pasivos.
Para terminar. Sabemos que Finlandia es un referente, pero díganos un defecto de su sistema.
Dedicamos casi la mitad de nuestros recursos a un 10% de los alumnos, a los que más les cuesta. Esto es muy positivo, pero a veces hace que descuidemos los más sobresalientes, los que pueden rendir más. Tenemos alumnos que lo encuentran demasiado fácil.