El mensaje de ERC tras el día de las elecciones no fue ni mucho menos triunfal, aunque sí optimista respecto al calendario. “Tenemos las mejores cartas de la partida y creemos saber cómo jugarla, pero esto solo ha comenzado y no acaba hasta el día de la investidura”, apuntaban fuentes republicanas esos días. Pero un mes después el escenario está mucho más abierto de lo que esperaban y el juego sí parece poder alargarse más allá de la investidura. Este viernes, Pere Aragonès se someterá por primera vez a una votación sobre su presidencia y, si no hay un acuerdo de última hora entre los independentistas, nada impedirá que fracase y se vea obligado a seguir negociando. En Junts ya le han avisado que el pacto final puede demorarse “días o semanas”.
Tras las preceptivas consultas a los grupos, este miércoles la presidenta del Parlament, Laura Borràs, ha designado a Aragonès como candidato, aunque por el momento tan solo cuenta con 33 apoyos, los de los diputados de su grupo. Quien primero decidirá sobre la investidura será la CUP, con quien ERC cerró el domingo un preacuerdo que ahora debe ser validado por las bases de los anticapitalistas. Este jueves por la mañana se cierran las votaciones internas que decantarán el voto de los 9 diputados de la candidatura que lidera Dolors Sabater. Por la noche será el turno de Junts, que reunirá a su ejecutiva para exponer el estado de las negociaciones y decidir su posición en el pleno.
El apoyo de la formación de Carles Puigdemont, con 32 diputados, es necesario para que Aragonès gane la votación de investidura, tanto en el primer intento de este viernes como en el próximo martes. Sin embargo en las últimas horas desde Junts han dejado claro que el acuerdo de legislatura que buscan no se ha alcanzado por lo que, por el momento, se decantan por no permitir que el candidato de ERC se convierta en president. Este martes el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, pronunció una conferencia en la que reclamó tiempo para llegar al pacto global que desean y al que, por el momento, niegan haber llegado.
“Nada nos gustará más que que asumas tan pronto como sea posible la presidencia de la Generalitat, sea dentro de unos días o en unas semanas”, aseguró Sànchez ante Aragonès, presente en el acto. Unas palabras con las que el líder de Junts trataba de tranquilizar a sus socios. “No especularemos ni jugaremos al cálculo de nuevas elecciones, ni propondrá un candidato, ni condicionará quién debe ser el candidato de ERC”, prometió Sànchez, que recalcó que si demoraban la negociación era porque deseaban un pacto que “rehaga las confianzas” y permita un Ejecutivo de coalición que “no sea un Dragon Khan ni un Vietnam”.
Con el mismo mensaje acudieron a la cita con Borràs los representantes del grupo de Junts, Albert Batet y Gemma Geis, quienes trasladaron a la presidenta del Parlament que las negociaciones por el momento no se han cerrado, por lo que en el primer debate de investidura “previsiblemente no habrá acuerdo”. La formación cerraba así la puerta a la negociación rápida que deseaban los de Aragonès y enviaba la señal de que no prestarían sus votos fácilmente si no se recogían sus demandas.
En las últimas semanas lo que ha alejado el acuerdo entre las dos grandes formaciones independentistas no ha sido el reparto de carteras, ni el programa de gobierno y ni siquiera los nombres que se sentarán a la mesa del Govern. El escollo es lo que Junts llama la “unidad estratégica”, que no es otra cosa que una agenda común a todo el independentismo que vincule a las formaciones en el conjunto de las instituciones. Junts, y en concreto Carles Puigdemont y su núcleo más cercano, ha vivido con disgusto algunas de las decisiones tomadas por ERC en relación con el Gobierno central, como el acuerdo de investidura que derivó en la mesa de diálogo Generalitat-Gobierno o el acuerdo de presupuestos, y desean evitar que un Govern presidido por ERC siga una estrategia similar.
La formación del expresident reclama por esta razón a ERC que reconozca al Consell per la República, una entidad privada controlada por Junts, como órgano de coordinación del conjunto del independentismo. Los republicanos, sin embargo, reclaman cambios en la entidad. Según ha avanzado la agencia ACN, la comisión negociadora de Esquerra ha preparado una propuesta para reformar este órgano con el objetivo de garantizar su pluralidad y una representación más equilibrada. La portavoz de ERC, Marta Vilalta, ha apuntado a TV3 que, a su parecer, el Consell tiene actualmente “disfunciones” no solo en cuanto a la representación, sino también en los objetivos y sus funciones.
Votación reñida en la CUP
La incertidumbre se resolverá antes en la CUP, que decidirá este jueves su posición final respecto a la investidura mediante una votación de sus bases sobre el preacuerdo alcanzado con ERC. En su caso los registrados para participar en la decisión son 1.401 militantes de alguna de las 11 organizaciones que componen la candidatura, que han participado en los debates telématicos del miércoles y han emitido su voto entre ese momento y este jueves. Las principales familias integradas en la CUP, como son Endavant o Poble Lliure, han optado por dar libertad de voto a sus simpatizantes, por lo que el equipo que ha negociado el preacuerdo aguardaba este miércoles con incertidumbre a la espera de conocer el resultado final de su militancia.
Con todo, para la CUP esta votación es menos agónica de las que ha vivido en otros momentos, como cuando en el año 2015 optaron por apartar a Artur Mas y repetir las elecciones si él se negaba. Una decisión que dividió a la organización y estuvo a punto de suponer una escisión. En esta ocasión, en cambio, los diputados de la CUP pueden quedarse en la abstención sin bloquear la investidura, circunstancia que de entrada hace más sencillo el encaje. En paralelo, para algunos sectores de la formación es más fácil dar apoyo a un president de ERC, con quien mantienen más coincidencias en el área social, que a uno de Junts.
Los 1.401 militantes tienen la última palabra. Primero deberán votar sobre si validan o no el documento pactado y, en las siguientes dos votaciones, decidir la posición del grupo en el primer debate de investidura, si dan apoyo, se quedan en la abstención o se decantan por otras fórmulas. Teniendo en cuenta la posición que ha dejado entrever Junts, el voto de la CUP podría no ser decisivo el viernes. Pero, para ERC y Aragonès, no será lo mismo subir al atril con un acuerdo cerrado con dos grupos y 42 diputados que hacerlo en solitario.