La desobediencia o el arte de conseguir victorias cuando ya no hay superhéroes

Tan sólo desde finales de 1997 hasta la actualidad los precios de los pisos han subido más de un 150%, mientras que los ingresos netos salariales en los sectores con convenio subieron sólo un 34,5%. El endeudamiento medio de los hogares pasó del 45% en 1990 a más del 60% en 2004. [...] Al mismo tiempo continúa aumentando el número de pisos vacíos: según el censo de 2001, sólo en la provincia de Barcelona la cifra superaba los 300.000 (y ha continuado creciendo con unas tasas excepcionales). [...] Y cada vez hay más personas obligadas a jornadas laborales extenuantes en trabajos cada vez más precarizados para pagar su hipoteca o alquiler. Pero aún así para muchos no alcanza: sólo en 2002 hubo 3.675 desahucios en Barcelona.

Aunque el tema es de rabiosa actualidad, estas líneas provienen de la Carta de medidas contra la violencia inmobiliaria y urbanística, firmada en septiembre de 2005 “en algún lugar de la selva inmobiliaria”, una de las pocas iniciativas que vislumbraban el estallido de la burbuja y la actual crisis. Fue uno de muchos capítulos de una lucha por el derecho a la vivienda que empezó antes, y que aún dura.

Siete años después, algunas de las personas que firmaron esta carta siguen su lucha en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y hoy ven que, aunque su reivindicación –medidas para garantizar un derecho universal, contemplado en la Constitución– parece lejos de cumplirse, han conseguido muchas victorias. Gracias a la movilización, jueces, policías, los dos partidos mayoritarios y hasta la banca, se han visto obligados a dejar de esquivar la problemática.

La bronca a los partidos

El posicionamiento de los grandes partidos está muy lejos de las soluciones que propone la iniciativa legislativa popular que ya ha recogido medio millón de firmas. Ahora, mientras representantes de PP y PSOE expresan su preocupación por este drama, la PAH publica un comunicado en el que les echa la bronca. “Su arrogancia no tiene límites”, aseguran, y les recuerdan que “son los últimos en llegar a este debate”. Los activistas que llevan años en esto se han dedicado a luchar contra el silencio, político y mediático. Y han pensado formas muy diversas de hacerlo, pero parece que ninguna con tanta fuerza como la actual.

Una de ellas fue un superhéroe. Supervivienda era la cara del movimiento V de Vivienda. “Fue un movimiento muy joven, muy espontaneista, para lo bueno y para lo malo, pero la crítica de fondo era la misma que hace la PAH, evidenciar que era un fracaso el modelo de acceso a la vivienda a través del sobreendeudamiento”, dice Ada Colau, que está en esta batalla desde hace una década.

Supervivienda llevaba en su capa un 47, el número del artículo de la constitución que dice que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” y también que “los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

Pero la trayectoria del héroe fue corta. “V de Vivienda tuvo un grandísimo impacto en poco tiempo, durante 2006 y 2007, pero igual que subió, bajó como la espuma”, cuenta Colau. Con el movimiento también despareció el héroe, sin cumplir su misión. La activista lo explica: “Uno de los problemas más importantes fue que esa apuesta por el espontaneismo, que tenia una fuerza brutal a la hora de hacer intervenciones creativas y sumar muchísima gente, cae cuando se alarga en el tiempo y no consigues los objetivos máximos; si no tienes objetivos a corto plazo la gente se va desmovilizando”.

Fue una lección aprendida cuando se impulsó la PAH, y cuando se consiguió la primera pequeña victoria de las muchas que vendrían, el 3 de noviembre de 2010, no había antifaces ni capas, pero sí estaba el artículo 47 de la Constitución, esta vez en forma de octavillas. Adrià Alemany, que había participado en V de Vivienda y vestido la capa, se lo leyó a la oficial del juzgado que no pudo ejecutar el desahucio de Lluís, en la Bisbal del Penedès. Fue el punto de partida de Stop Desahucios.

“La Plataforma no se gestó sólo con la voluntad de dar respuesta a las personas afectadas, que también, sino que lo veíamos sobre todo como una ocasión única de replanteamiento del modelo actual, que llevábamos años denunciando, y de politización masiva de personas que no se moverían por espacios activistas”, explica Colau. Por eso los afectados se convirtieron en los protagonistas de este nuevo capítulo, que ha buscado dotarlos de herramientas. Eso se ha conseguido, en la medida que se implican en los problemas de todos, no sólo en los suyos, y, a partir de la experiencia adquirida, se han podido crear muchos núcleos locales de la PAH.

Para ellos la desobediencia fue fácil, “en la medida que el movimiento ya tenía muy trabajado el tema de la legitimidad, porque estamos ante una ley injusta y es una obligación moral desobedecer”, asegura la portavoz de la PAH. En este proceso, algunos han conseguido que les condonaran la deuda, otros, unos meses más bajo techo, y todos juntos han logrado poner el tema en la agenda pública y obligar a los grandes partidos a posicionarse después de años de silencio.

La desobediencia viene de lejos

No se trata de ningún invento de la PAH. La desobediencia viene de lejos –desde Antígona en la antigua Grecia, dicen algunos; Ada Colau no es ni mucho menos la primera en hablar de la obligación de desobedecer a las leyes injustas.

“La ley jamás hizo a los hombres un ápice más justos; y, en razón de su respeto por ella, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia”, escribió Henry David Thoreau el año 1849 en La desobediencia civil.

“La acción directa no violenta trata de crear una crisis tal, y de originar tal tensión, que una comunidad que se ha negado constantemente a negociar se ve obligada a hacer frente a ese problema. [...] Hemos de comprender la necesidad de ”tábanos“ no violentos creadores de una tensión social”, escribía Martin Luther King desde la cárcel de Birmingham.

De hecho, la desobediencia es una vieja amiga de algunos de los implicados en la Plataforma, que en su momento optaron por la ocupación, no como solución para realojar familias que no tienen donde vivir, como hacen ahora, sino como opción de vida para denunciar un modelo que consideran injusto. Es el caso de Miles de Viviendas.

Primero vinieron los “espacios liberados contra la guerra”, una seria de ocupaciones surgidas de las protestas contra la Guerra de Irak que abrieron el debate sobre la precariedad y “de la precariedad en la ciudad, uno de los principales temas que más te determina la vida es el de la vivienda, y de ahí salió la iniciativa de Miles de Viviendas”, cuenta Colau.

“En la Barceloneta ocupamos un edificio entero que había sido de la Guardia Civil. Ahí vivimos unas trenta personas y se formaron distintos colectivos que trabajan temas diversos, pero la vivienda siempre fue un tema central”, dice. De esa ocupación y de la iniciativa de la ya citada carta, salió el Taller contra la violencia inmobiliaria y urbanística que, asegura, sirvió de corpus teórico para V de Vivienda.

El movimiento tuvo sus altos y bajos, pero lo que no consiguió el superhéroe del “movimiento joven y espontaneista”, lo están consiguiendo las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Las que a través de la resistencia parecen haber conseguido convertirse en el “tábano” que decía Luther King. De hecho, a los afectados se les dice desde la PAH que tienen que convertirse “en la peor pesadilla del banco”.

Supervivienda es cosa del pasado, pero en una entrevista en el diario El País, el héroe aseguró a la periodista Clara Blanchar que “Supervivienda somos todos y todas los que sufrimos los problemas de acceso a la vivienda: los hipotecados, los que no llegan a fin de mes, los jóvenes que no pueden emanciparse, quienes pagan alquileres abusivos, los expulsados de sus barrios... los que no nos conformamos.”

Así que la idea es la misma, sean los protagonistas anónimos o colectivos, y prometen manetenerla. En su último comunicado, la PAH asegura que “hasta que todas estas personas no puedan condonar sus deudas y tengan garantizado el derecho a la vivienda, la ciudadanía va a mantener todas sus protestas desobedeciendo las leyes injustas y señalando a los responsables”.