Las experiencias de Barcelona en comú y de Ahora Madrid serían sólo alguno de los ejemplos más destacados de estas nuevas candidaturas municipalistas, junto con otras iniciativas previas como serían las promovidas por las CUP en Cataluña. Estos proyectos comparten la voluntad de crear unas prácticas políticas donde el conjunto de la población pueda ser partícipe de las decisiones que les afectan y donde se pueda poner en el centro la defensa de los intereses, las necesidades y los derechos del común de la ciudadanía.
Garantizar la participación de las mujeres en la toma de decisiones en pie de igualdad no es una tarea sencilla. Persisten obstáculos vinculados a las desigualdades en el tiempo disponible -fruto de la desresponsabilización de la sociedad y de los hombres en las tareas de cuidado-, a la tendencia a identificar el liderazgo con lógicas masculinas, o al predominio de determinadas formas de deliberación y acción, entre otras cuestiones. Autoras como Nancy Fraser o Judith Butler llevan tiempo señalando las fuertes desigualdades en la esfera pública: ni todos/as tenemos las mismas posibilidades de intervenir ni todas las voces son escuchadas ni se les concede la misma legitimidad por parte de los demás actores.
En la participación en asociaciones y en movimientos sociales a nivel local hay por lo general un mayor equilibrio de género que en espacios más institucionalizados, por lo que cabría esperar que proyectos políticos con un marcado peso movimentista sean un marco más favorable a la equidad. No obstante, en la participación social persisten diferencias en cuanto al tipo de tareas que se realizan y a su grado de visibilidad. El protagonismo histórico de las mujeres en los movimientos vecinales, por ejemplo, no se trasladó en muchas ocasiones en sus espacios más formales de poder. También en análisis hechos sobre procesos de participación a nivel local en Europa, en concreto sobre presupuestos participativos, muestran que los hombres siguen acaparando los puestos de mayor responsabilidad, como recoge Castaño.
Estas nuevas candidaturas han tenido muy en cuenta la necesidad de atender al reparto del poder entre mujeres y hombres en su forma de funcionar. En la práctica, por lo general esto se ha traducido en aplicar en la configuración de listas electorales criterios de igualdad más avanzados que los de la Ley de Igualdad 3/2007 (40-60% de cada sexo en tramos de 5 candidatos/as), apostando por listas cremallera, que alternan sistemáticamente entre candidatas y candidatos. En la práctica, sin embargo, la elaboración de listas ha mostrado una gran complejidad por la voluntad de estos proyectos de integrar distintas dimensiones de la representación: no sólo entre sexos sino también entre fuerzas políticas confluyentes, entre proyectos, entre luchas sectoriales, y entre distintos barrios de la ciudad. Por ello, este principio fuerte de paridad se ha ido ajustando. Por ejemplo, a día de hoy Capgirem Barcelona presenta una lista donde se alternan mujeres y hombres pero con la particularidad que tanto los números 1 y 2 como los 22 y 23 son ambas mujeres, con lo cual el porcentaje sube hasta el 53% de mujeres. En el caso de Barcelona en comú, la alternancia tampoco es perfecta pero el resultado final por el momento es de nuevo de un 51% de mujeres. En Ahora Madrid, el proceso de elaboración de la lista se ha complejizado por la competencia entre distintos equipos que se combinarán en una lista común en función de los resultados, por lo que se ha optado por realizar una corrección a posteriori para garantizar la alternancia paritaria.
De entrada, parece pues que estas candidaturas avanzan hacia la democracia paritaria. Más allá de esto, también han abordado otros obstáculos más estructurales a la participación de las mujeres. En el debate online y presencial sobre el código ético de Barcelona en comú, por ejemplo, la cuestión del sueldo de las/los cargos electos se vinculó a un principio de inclusión que permitiera contemplar la situación de aquellas personas con responsabilidades de cuidado. A la vez surgió con fuerza la necesidad de compatibilizar política y vida apuntada históricamente desde los feminismos. A nivel interno además estos nuevos proyectos políticos han tenido muy en cuenta en sus espacios de deliberación quien habla, cómo se habla, el respeto, la importancia de garantizar una facilitación de las reuniones que ponga atención en que todas las personas puedan participar y promueva que tomen la palabra personas que no suelen hacerlo.
Ahora bien, no olvidemos que la presencia equitativa de mujeres y hombres en los espacios de toma de decisiones políticas no es más que una precondición de la democracia. Lo se requiere para una verdadera radicalización democrática como la que se proponen estas organizaciones de nuevo cuño es la incorporación de una perspectiva feminista en los contenidos y en su agenda política. No será hasta que los programas de estas candidaturas estén más cerrados cuándo podremos realizar una valoración de esta cuestión. Seguiremos informando...
Las experiencias de Barcelona en comú y de Ahora Madrid serían sólo alguno de los ejemplos más destacados de estas nuevas candidaturas municipalistas, junto con otras iniciativas previas como serían las promovidas por las CUP en Cataluña. Estos proyectos comparten la voluntad de crear unas prácticas políticas donde el conjunto de la población pueda ser partícipe de las decisiones que les afectan y donde se pueda poner en el centro la defensa de los intereses, las necesidades y los derechos del común de la ciudadanía.
Garantizar la participación de las mujeres en la toma de decisiones en pie de igualdad no es una tarea sencilla. Persisten obstáculos vinculados a las desigualdades en el tiempo disponible -fruto de la desresponsabilización de la sociedad y de los hombres en las tareas de cuidado-, a la tendencia a identificar el liderazgo con lógicas masculinas, o al predominio de determinadas formas de deliberación y acción, entre otras cuestiones. Autoras como Nancy Fraser o Judith Butler llevan tiempo señalando las fuertes desigualdades en la esfera pública: ni todos/as tenemos las mismas posibilidades de intervenir ni todas las voces son escuchadas ni se les concede la misma legitimidad por parte de los demás actores.