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Trapero tilda el procés de “barbaridad” y remarca su distancia con el Govern de Puigdemont

El major de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero, la intendente Teresa Laplana, el exdirector de los Mossos Pere Soler, y el exsecretario general de Interior César Puig, en la Audiencia Nacional

Oriol Solé Altimira / Elena Herrera

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Distanciamiento del Govern y defensa de los Mossos d'Esquadra. Así se puede resumir la declaración como acusado del major de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, este lunes en la Audiencia Nacional. Trapero ha llegado a tildar de “barbaridades” las distintas resoluciones que el Parlament aprobó desde 2016 y culminaron con la ley del referéndum, y ha dado detalles que no había mencionado en el Supremo sobre su alejamiento progresivo del Govern para rebatir las tesis fiscales que lo sitúan como un peón de los partidos independentistas en favor de la secesión.

Trapero ha explicado que ya en 2016 se sentía “muy incómodo” con la deriva independentista y que en ese año advirtió, en una reunión a la que fue convocado por el entonces secretario del Govern Joan Vidal de Ciurana, de que los Mossos acatarían las órdenes judiciales, tal y como reiteró en persona a Carles Puigdemont a tres días del 1-O. Según su versión, Vidal de Ciurana preguntó al major qué harían los Mossos en caso de un referéndum y de una “doble legalidad”, una española y otra catalana. Trapero fue contundente: “Le respondí que la doble legalidad no existe, o hay una o hay otra, y yo le dije que los Mossos iban a estar a lo que dijeran los jueces”.

Fruto de la “desconfianza” de los partidos independentistas hacia él por su falta de compromiso soberanista, Trapero ha asegurado que el exconseller de Interior Jordi Jané tuvo “muchas peticiones” para que no fuera nombrado major en abril de 2017, pero que logró el cargo por mediación del entonces director general de la policía, el ahora teniente de alcalde de Barcelona Albert Batlle (PSC). Batlle, al igual que Jané, terminaría dimitiendo antes de la deriva unilateral de otoño de 2017.

Trapero, pese a su desacuerdo con el Govern, no lo hizo. El desencuentro culminó en la reunión del 28 de septiembre de 2017 en el Palau de la Generalitat en la que mandos de los Mossos d'Esquadra advirtieron a Puigdemont, Forn y Junqueras de la posibilidad de que en el 1-O se produjeran problemas de orden público. A preguntas del fiscal, Trapero asegura que en esa cita trasladó a la cúpula del Govern la preocupación por la imagen del cuerpo policial como consecuencia de las declaraciones sobre su supuesta adhesión al referéndum que algunos de sus responsables estaban realizando y que advirtió de que los mossos no iban participar en “la ruptura de la legalidad”. Según Trapero, el president Puigdemont le respondió que “más importante que la imagen de los Mossos es la imagen del Gobierno”.

Los Mossos, superados el 1-O

Trapero ha respondido con contundencia para zafarse de los intentos del fiscal de vincularle a los políticos independentistas. Sin embargo, la actuación de los Mossos previa al 1-O ha despertado los primeros titubeos en las respuestas del major. El fiscal ha incidido en preguntar por qué los Mossos no actuaron de forma preventiva en los centros, cuando la orden de la jueza del TSJ catalán les facultaba para impedir cualquier acto preparatorio del referéndum.

El major ha alegado que no entendió la ocupación de escuelas previa al 1-O como “actividad preparatoria del referéndum”, y ha agregado que tampoco lo hicieron el resto de cuerpos. El fiscal ha reprochado que lo único que hizo el fin de semana previo al 1-O la policía catalana fue levantar acta de dichas ocupaciones en vez de desalojarlas. Trapero ha mantenido su defensa de la actuación del cuerpo, y ha comparado los avisos que hicieron los Mossos para que no hubiera gente en los colegios con la difusión en la prensa de las órdenes de la Fiscalía para impedir el 1-O.

El major sí ha admitido sin rodeos que todas las previsiones previas de la policía se vieron superadas por la resistencia de los votantes en los colegios para impedir la actuación policial el 1-O. “No pudimos prever una desobediencia a la autoridad con un carácter tan general y la defensa de las urnas tan generalizada”, ha aseverado el major, que ha tildado de “difícil de entender” la “defensa de las urnas”.

Trapero ha insistido en que los planes de los Mossos pasaban por una resistencia pasiva en más de 2.000 centros y en medio centenar de posibles disturbios a cargo de determinados colectivos, tanto independentistas como de signo opuesto. Pero que la reacción de la gente en los colegios les sorprendió: “Siempre habíamos pensado que la mayor parte de gente haría resistencia pasiva, ni yo personalmente ni el resto de mandos pudimos prever el grado y el ver cómo la gente defendía esas urnas. Era poco imaginable”.

Críticas a Jordi Sànchez por el 20-S

El major ha centrado sus dos primeras horas de declaración en desmarcarse de los líderes independentistas y en defender el dispositivo del 20 de septiembre de 2017 frente a la conselleria de Economía. Ha negado que tuviera una “relación estrecha” con Carles Puigdemont y ha cargado contra el exlíder de la ANC Jordi Sànchez, que tuvo un papel controvertido frente al departamento. “Le dije que él no haría el dispositivo y le colgué el teléfono”, llegó a espetar Trapero a Sànchez en una conversación telefónica, ha explicado el major.

La Fiscalía ha mostrado a las claras en varias preguntas cuál es su tesis: una supuesta unidad de acción entre Trapero -y los Mossos- y los políticos independentistas para permitir el referéndum y llevar a Catalunya hacia la independencia unilateral. En ese marco, la concentración de 20-S se ve por parte de los fiscales Miguel Ángel Carballo y Pedro Rubira como un primer paso de los independentistas para imponer la secesión a costa de cercar a la Guardia Civil.

Trapero ha negado la mayor. “Nosotros quisimos ayudar a la Guardia Civil”, ha sostenido Trapero, que ha insistido en que el líder de la ANC no interfirió en los planes de los uniformados. Y ha relatado una llamada pasadas las 22 horas de la noche con Sànchez que acabó mal: “Me llamó airado y yo le digo 'tú no me vas a decir a mi como hacer un dispositivo y le cuelgo el teléfono. Él no es nadie para decirle a la policía como hacer las cosas”. En esa misma idea había insistido el major unos minutos antes: “El señor Sànchez no es nadie para imponer condiciones a la policía”.

El major ha negado que Jordi Sànchez ejerciera como mediador con los Mossos d'Esquadra durante la concentración del 20-S, aunque sí ha reconocido que fue su interlocutor y que habló por teléfono varias veces con él durante esa jornada para “controlar la situación”. A preguntas del fiscal Carballo, ha defendido que las conversaciones con líderes “con ascendencia” sobre las concentraciones son una práctica habitual en los Mossos. Desde 2013, ha explicado el major, en la policía catalana se opta por un modelo de orden público en que prima la mediación en las concentraciones “de todo tipo de signo ideológico”.

El fiscal ha ido desplegando en su interrogatorio la tesis de que el major estaba en sintonía con los planes independentistas de Sànchez. Ha llegado a leer varios tuits en los que el líder de la ANC llama a participar en la concentración frente a Economía. “¿No es contradictorio hablar con quién pide que acude más gente?”, le ha preguntado el fiscal, a lo que Trapero ha replicado: “Esto pasa en cualquier concentración. Nosotros no vamos a renunciar a hablar en las concentraciones porque tiene efectos positivos”.

Frente a las preguntas del fiscal Carballo que insinuaban pasividad de la policía catalana el 20-S, el major ha mantenido que una actuación de los antidisturbios frente a los concentrados en la conselleria hubiera sido contraproducente. En este sentido, ha defendido que los Mossos “quisieron ayudar” a la Guardia Civil para que la situación “no se fuera de las manos” pero que con los efectivos que tenían no podían hacer frente a todas sus peticiones de apoyo.

En otro momento del interrogatorio, el major ha relatado una conversación con el juez que había ordenado los registros, el ya fallecido Juan Antonio Ramírez Sunyer, que le genera confusión porque contradice la información que recibía de la Guardia Civil. Así, Trapero ha explicado que la Guardia Civil, sobre las 21:00h., había indicado que el registro en la conselleria se podía alargar hasta pasadas las 22:00h. “o incluso toda la noche”. Por contra, en la conversación con el juez, Trapero ha explicado que Ramírez Sunyer le aseguró que el registro había terminado y le ordenó que facilitara la salida de la secretaria judicial.

Sin relación “estrecha” con Puigdemont

En el inicio del interrogatorio, el fiscal ha insinuado con sus preguntas que Trapero fue nombrado major por su cercanía al procés y al entonces president de la Generalitat Carles Puigdemont, algo que el acusado ha negado con contundencia. “No tenía ningún tipo de relación estrecha con el president”, ha reivindicado Trapero, para a renglón seguido reiterar que su relación con Puigdemont no era “ni buena ni mala”. Ha asegurado, en este sentido, que el president “ni se enteró” de la propuesta para nombrarle major en 2017, que corrió a cargo del entonces número dos de la conselleria de Interior Albert Batlle con el aval del entonces conseller Jordi Jané.

De momento la Fiscalía reclama para Trapero once años de cárcel por rebelión, si bien ha dado a entender que rebajará su petición al final del juicio habida cuenta de que es subordinado de los políticos condenados por sedición, un delito menos grave, la rebelión. La sentencia del Tribunal Supremo fue un arma de doble filo para el major. Le salvó en la práctica de la rebelión, pero no despejó totalmente su futuro penal al censurar con contundencia su papel en el 1-O.

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