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Los Mossos vuelven a apelar a la falta de pruebas para que dos agentes sean absueltos de una agresión

Sin autor no hay condena. Y si no se puede identificar con claridad a los antidisturbios que apalearon a un antifascista, los dos policías acusados deben ser absueltos. Esta es la estrategia de defensa que han seguido los dos agentes de los Mossos d'Esquadra acusados de agredir a un joven antifascista el 12 de octubre de 2012 en el juicio que se ha celebrado este lunes en la sección tercera de la Audiencia de Barcelona. El mismo tribunal y la misma línea de defensa que, hace unos meses, siguieron los antidisturbios del caso Ester Quintana y que resultó un éxito para los intereses de los agentes.

Ambos casos se parecen y, tras lo visto en el juicio, todo indica que terminarán igual: con la absolución de los agentes acusados. Como con Ester Quintana, los vídeos y los informes forenses señalan sin ninguna duda a agentes de la policía catalana como autores de la agresión al joven antifascista Pau Andaluz. En uno de los vídeos, de hecho, se observa una actuación policial desproporcionada y fuera de todo protocolo: dos agentes agreden al joven mientras se encuentra en el suelo. Pero, y ahí está la gran baza de las defensas, no se puede señalar con exactitud que los policías agresores sean los dos agentes que han llegado al banquillo. Y ya se sabe que in dubio, pro reo (en caso de duda, a favor del acusado).

Como consecuencia de los golpes que recibió en la cabeza y los ojos, el joven casi pierde la visión del ojo izquierdo y, según ha declarado, temió que se le agravara la epilepsia que sufría. Su testimonio ha impactado al tribunal y quizás también al abogado de la Generalitat, que tras pedir la absolución, ha abierto la puerta a que el agredido logre una indemnización por la vía civil. La Fiscalía y la acusación particular reclaman a la Generalitat que indemnice a la víctima con 10.000 y 16.000, respectivamente. Ambas solicitan también cinco años de prisión para los acusados.

La defensa ha seguido a la perfección su estrategia de autor desconocido para lograr la absolución de los acusados. El único testigo propuesto por las defensas, otro agente antidisturbios, ha declarado que no vio que los acusados agrediesen al joven y que en el momento de la agresión había en la plaza Universitat “14 o 18” agentes de otras furgonetas antidisturbios.

Además, el día de los hechos, el 12 de octubre del año 2012, el chaleco reglamentario de los antidisturbios tapaba el código identificativo que lucen todos los agentes. Esto supone un obstáculo para acreditar por completo que los dos acusados son los policías que agredieron al joven. Los peritos solicitados por la defensa, un miembro de la Guardia Civil y otra de la Policía Nacional, han declarado que resulta “imposible identificar” a los policías que golpearon al joven, dando así alas a la petición de absolución.

Por si no fuera suficiente, ambos policías han realizado un ejercicio de memoria selectiva: han recordado todos y cada uno de los momentos anteriores y que siguieron a la agresión al joven antifascista, pero no el episodio por el que están sentados en el banquillo de los acusados. Pero han negado ser los autores de las lesiones y no se han reconocido en las fotografías que, para la Fiscalía y la acusación particular, les incriminan y prueban que son culpables de un delito de lesiones.

“No estuve cerca de nadie que estuviera en el suelo, seguramente estaba separando a la gente”, ha declarado uno de los mossos acusados. Se refería el agente a las circunstancias en las que se produjo la agresión: un hombre se encaró a la manifestación antifascista que cada 12–O se hace en Barcelona agitando una bandera española. Los antifascistas se la intentaron quitar, y en el momento de la trifulca aparecieron dos antidisturbios, que tiraron al suelo al joven y le golpearon. ¿Qué dos mossos lo hicieron? La pregunta no se ha respondido con claridad en el juicio, lo que acerca más a los acusados a la absolución.