Si hay un movimiento prolijo en locuciones es el independentismo. Una de las que ha hecho más fortuna es la de ‘jugada maestra’, utilizada normalmente por los sectores más próximos a Carles Puigdemont para presumir de sus victorias judiciales, y repetida en redes y artículos hasta el punto de ser el título de un gag del programa Polònia.
En ERC ironizaban a menudo con esa expresión para denostar los triunfos en los tribunales europeos (a veces parciales y otras evidentes) de sus entonces socios. Pero ahora recurren a ella para exhibir la pericia demostrada por Pere Aragonès a la hora de cerrar la crisis creada por la salida de Junts del Govern. Se ha sustituido a sus consellers rápido y con nombres que en algunos casos han sorprendido. Porque, aunque el presidente de la Generalitat prometió incluir a perfiles independientes, no era nada fácil conseguirlo en unas circunstancias tan complejas.
La selección de los miembros del Govern que este martes tomarán posesión responde a la voluntad de ERC de reforzar su perfil de izquierdas y su apuesta por un referéndum acordado, una opción con mucho más apoyo que la de la independencia. Según el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), mientras la propuesta de “una vía pactada” estaría respaldada por un 81% de los catalanes, la de la secesión sigue descendiendo en todos los sondeos.
Los republicanos tienen claro qué quieren hacer. Más complicado será que lo consigan. Aragonès ya podrá presidir el Consell Executiu con su nuevo Gabinete pero sigue disponiendo de los mismos diputados que tras consumarse la ruptura con Junts. Solo 33 de los 135 que hay en el Parlament. Con los socialistas no quiere contar a no ser que dejen claro que es gratis. “Nada de intercambio de cromos que nos debilite en Madrid”, insisten en ERC. Por su parte los socialistas catalanes consideran que Aragonès se mueve solo por tacticismo y actuando “con la calculadora electoral en la mano”.
Más fácil lo tendrá con los comuns, aunque también ellos le han recordado que, por más que presuma de Govern, sigue con una debilidad parlamentaria como ningún otro president había tenido antes. Que una de las conselleras elegidas sea la politóloga Gemma Ubasart, que fue impulsora de Podemos en Catalunya, no modifica la visión que tienen los comuns. “Parece que Aragonès pretenda gobernar con 33”, resumen con malestar en la dirección del partido de Ada Colau. ERC da por hecho su apoyo aunque, más allá de las promesas de intensificar las relaciones, aún no se ha producido ninguna reunión de trabajo entre ambas formaciones para ver cómo se materializa una mayor entente.
Con todo, el tono de los partidos del flanco izquierdo no tiene nada que ver con la beligerancia de Junts. En las formas y en el contenido. Carles Puigdemont y Laura Borràs insisten en cuestionar la legitimidad del Govern, algo que ha llevado a la consellera de Presidència y mano derecha de Aragonès, Laura Vilagrà, a comparar su actitud con la de Vox cuando la extrema derecha usa la misma expresión para atacar a Pedro Sánchez. Junts argumenta que, si el president ya no cuenta con la misma mayoría que le permitió obtener el cargo, debería someterse a una cuestión de confianza, y que no hacerlo es lo que resta legitimidad a su nuevo Gabinete. No deja de ser paradójico que sea el argumento que utiliza Borràs cuando ella sigue reivindicándose como presidenta del Parlament pese a que tampoco cuenta con los votos que le permitieron acceder al cargo.
Los paralelismos con los ataques que recibe la coalición del PSOE y Podemos no se acaban aquí y Ciudadanos ha tildado también de “Gobierno Frankenstein” al nuevo Ejecutivo de ERC. El futuro de los de Arrimadas en Catalunya no es difícil de pronosticar. Ahora lo que está por ver es cómo sobrevive el Govern a las embestidas que recibirá del resto de grupos del Parlament.