El nuevo gobierno municipal de Barcelona encabezado por Ada Colau será monocolor, al menos de momento. Barcelona en Comú ha asumido que ningún otro partido entrará en el gobierno en un primer momento, y centra sus negociaciones en recabar apoyos para el próximo sábado, cuando se producirá el pleno de investidura del que Colau saldrá, según todos los pronósticos, siendo portadora de la vara de alcaldesa. A la líder de BComú, siendo la fuerza más votada en las elecciones, le vale con que no haya una mayoría absoluta en el pleno a favor de otro candidato para convertirse en alcaldesa. Pese a eso, los municipalistas desean obtener el apoyo al menos de otras dos fuerzas para transmitir imagen de estabilidad.
Ni ERC ni el PSC formarán parte del primer gobierno de Colau, pero eso no es un obstáculo para que se incorporen más adelante. Por parte de Esquerra no hay prisa para entrar en el gabinete municipal. Su negativa inicial es a todas luces un aplazamiento de la decisión hasta después de las elecciones autonómicas del 27-S, donde la formación es consciente de que deberá jugar la carta más independentista, una labor que podría verse deslucida si comparten gobierno en la capital con una formación de diferentes sensibilidades nacionales.
El líder de ERC, Alfred Bosch, marca como prioridad garantizar la creación de empleo, y vincula su apoyo en la investidura a que BComú a que acepten algunas de sus propuestas estrella, como crear una agencia de empleo y afianzar la apuesta de Barcelona por los grandes eventos. El republicano intenta evitar “especulaciones” sobre si la negativa de entrar al gobierno tiene que ver con la inminencia de las autonómicas, pero ERC ya vivió presiones por parte de CiU cuando Trias simuló buscar un pacto para conservar la alcaldía.
Situación distinta tiene el PSC. La formación liderada por Jaume Collboni tenía interés en entrar al gobierno municipal y su propuesta pasa por un gobierno “de izquierdas y estable”, una fórmula en la que incluye a ERC. Sin embargo, ante la negativa de los independentistas, la posibilidad de un gobierno a dos con el PSC no es del agrado de Barcelona en Comú, que se ha resistido a reeditar un gobierno con composición similar a los que han regido Barcelona durante 32 años, el pacto clásico PSC-ICV. Pese a las reticencias de los de Colau, Collboni mantiene su apuesta por entrar en puestos de gobierno después de la investidura.
La última candidatura de las tres con las que Barcelona en Comú ha buscado un pacto, la CUP, ya anunció inmediatamente después de las elecciones que no contemplaban acceder al gobierno municipal. Con la decisión más importante tomada antes de las elecciones, CUP-Capgirem ha convocado asambleas durante las últimas semanas para decir el sentido de su voto en la investidura. Por fin la candidatura ha resuelto apoyar a Colau solo con uno de los tres votos de los que disponen. Según explican en un comunicado, los dos votos restantes “irán destinados a dos luchas de la ciudad, como muestra de apoyo a las luchas de calle y como garantía de contrapoder”.
Barcelona en Comú última el diseño de su gobierno
Al mismo tiempo que tratan de reunir apoyos para la investidura, Colau da los toques finales al que será, al menos en su etapa inicial un gobierno monocolor con varios fichajes sonados. El exlíder del PSC, Jordi Martí será el corazón de una máquina administrativa que descansará sobre 4 grandes áreas de gobierno: Economía, Bienestar, Participación y Urbanismo y Vivienda. Además, Barcelona en Comú ha propuesto a Amadeu Recasens, exdirector de la Escola de Policia de Catalunya, el cargo de jefe de la Guardia Urbana. Por el momento no está decidido quien llevará la cartera de Seguridad, una de las más complicadas.