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El Govern de Torra encara su cuenta atrás pendiente del pacto Sánchez-Iglesias

Quim Torra

Neus Tomàs

La cuenta atrás para el Govern de Quim Torra depende de lo que acabe pasando en las negociaciones entre el PSOE y Podemos. Esa es la opinión mayoritaria en la dirección de ERC, que reconoce que la legislatura catalana ya no da para más pero que no se atreve a especular todavía con una fecha electoral porque esta no depende solo de lo que pase en Catalunya.

Si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no se ponen de acuerdo, el 10 de noviembre habrá elecciones generales, pero entonces las autonómicas catalanas tendrán que esperar. El motivo, según fuentes independentistas, es que la coincidencia de ambas citas reforzaría mucho a los socialistas en Catalunya y debilitaría tanto a los partidos separatistas como también a los 'comuns', a quienes en ERC ven como potenciales aliados en el futuro.

Los republicanos aseguran que ellos no quieren que se produzca una nueva repetición electoral en España. Lamentan que Pedro Sánchez, con sus referencias al 155 y su desdén hacia las fuerzas independentistas, no les pone nada fácil su apoyo en el Congreso. Aun así, en el partido de Oriol Junqueras son mayoría los que consideran que no les conviene votar en contra. En cambio, en Junts per Catalunya, hay más debate. Los presos ya han dejado claro que son partidarios de investir a Sánchez mientras que afines a Carles Puigdemont defienden que tras la alianza entre Junts per Catalunya y el PSC en la Diputación de Barcelona (muy criticada incluso por algunos diputados cercanos al expresident) necesitan marcar distancias de nuevo con los socialistas.

Además, hay otro elemento que condiciona los movimientos de ERC y Junts per Catalunya: la sentencia de procés. El president Torra lleva semanas reuniéndose con entidades y partidos para intentar fijar una posición unitaria. Una parte del independentismo, el alineado con ERC y con el PDeCAT, no quieren ni oír hablar de explorar una vía que conlleve un regreso a la unilateralidad y, por lo tanto, el riesgo de que se aplique otro 155. En el Palau de la Generalitat hace meses que ya se analizó cuál debería ser la respuesta ante una nueva suspensión del autogobierno. Fue antes de los comicios generales, cuando tanto el PP como Ciudadanos prometieron en campaña electoral que si ganaban aplicarían de inmediato el 155. Los partidos de derechas no consiguieron una victoria y, además, a posteriori, el Tribunal Constitucional, ha aclarado que una medida de este tipo debe estar justificada y subraya que solo es de aplicación en casos excepcionales.

Si Sánchez e Iglesias logran finalmente llegar a un acuerdo que evite una repetición electoral, es mucho más probable que las autonómicas catalanas se adelanten. Pese a que Torra, que es quien tiene la potestad de convocarlas, públicamente insiste en que quiere seguir, en los partidos que sustentan el Ejecutivo se reconoce que las diferencias entre ellos y una gestión más que cuestionada (el Govern solo ha conseguido que el Parlament le apruebe una ley), hacen que esta legislatura esté ya en tiempo de descuento.

Los candidatos

¿Si hay adelanto en Catalunya quienes serán los candidatos independentistas? En ERC hay dos aspirantes: el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, y el presidente del Parlament, Roger Torrent. Un buen conocedor de la estrategia republicana resume los pros y contras de ambos: Aragonès puede ser un buen presidente y Torrent es mejor cabeza de cartel. De momento, tiene más apoyos Aragonès que Torrent. La última palabra, como siempre, la tendrá Oriol Junqueras.

En el caso de Junts per Catalunya la cosa está más complicada. La diferentes familias que conviven en este espacio (desde fuera a menudo se diría que más bien malviven) llevan semanas intentando diseñar una estrategia lo más unitaria posible para intentar no seguir perdiendo votos y poder. La Crida, el movimiento que ideó Puigdemont, no ha funcionado, el PDeCAT es quien controla la estructura municipal y las finanzas, y se ha tenido que recurrir de nuevo a Artur Mas para que ejerza de pacificador entre los sectores enfrentados. Mas sigue sin aclarar si está dispuesto a regresar a primera línea una vez se acabe su retiro obligado por el Supremo (está inhabilitado por el 9N hasta el 23 de febrero del año que viene). En sus filas se ha llegado a especular con configurar “una lista de 'presidents”, con Puigdemont de número uno y con Mas como segundo. De momento, solo es una de las opciones que se han barajado como salida a un partido que lo fue casi todo en Catalunya y que ahora intenta sobrevivir a las broncas internas que en otros tiempos tanto desgastaron a ERC, cada día más adversario que socio de la antigua Convergència.

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