“Será la decisión más complicada que haya tenido que tomar nunca la CUP”, asegura categórico Lluc Salellas, concejal de la CUP en el ayuntamiento de Girona. La candidatura anticapitalista afronta este domingo en Sabadell una asamblea en la que se decide no solo la investidura de Artur Mas, sino el papel de la propia organización, en la que hasta ahora habían podido convivir dos visiones estratégicas divergentes. Cerca de 3.500 militantes decidirán en la Pista de Atletismo de Sabadell entre cuatro opciones; dos de ellas le darán la presidencia al líder de CDC, mientras que las otras dos la bloquean aún a riesgo de abocar a unas nuevas elecciones.
Los militantes pueden escoger cualquiera de las posibilidades, y lo harán con voto secreto. Así lo ha decidido el colectivo después de que un 42,3% de los inscritos lo hayan solicitado al registrarse antes de comenzar la asamblea. Los votos se depositarán en 50 urnas. La forma de proceder evitará el método de la mano alzada, el normalmente empleado en las asambleas de la CUP.
El empate eterno entre las principales corrientes cupaires ha permitido la cohesión del espacio durante más de dos décadas, los 3 últimos años en el Parlament. Pero estos equilibrios han llegado a un cuello de botella pues, siendo al menos dos diputados de la CUP decisivos para la investidura del candidato de Convergència y sin apenas opciones de que él se mueva, la decisión es binaria, un sí o un no. En esta situación, el futuro de las principales instituciones del país, Govern y Parlament, así como el propio proceso soberanista, depende de los militantes de la CUP, tradicionalmente más centrados en las luchas sociales de base y en la política municipal.
Dos organizaciones y algo más
Pese a que este domingo se votan 4 opciones, en realidad la militancia de la izquierda independentista está partida en dos grandes grupos, quienes están a favor del acuerdo con Junts pel Sí y al investidura de Mas, y quienes están en contra. De los primeros es Lluc Salellas. “Votaré a favor del pacto, entendiendo que no hay una solución óptima. Lo que planteaba desde el principio la CUP de un acuerdo en tres ejes y una presidencia de consenso me parece la óptima y lo sigo viendo así. Pero eso no pasará”, explica el concejal gerundense.
Como él, un centenar de concejales y exconcejales de la CUP, de los 372 conseguidos en mayo pasado, presentaron el viernes un manifiesto reclamando el pacto con Junts pel Sí y, por tanto, la investidura de Mas. Muchos de ellos son militantes o cercanos a la organización Poble Lliure, sucesora del extinto Moviment de Defensa de la Terra, mayoritaria dentro de la CUP en las Comarques Gironines o el Maresme. Poble Lliure apoya públicamente el pacto con JxS y lo defenderá en la asamblea de este domingo.
En el extremo contrario se encuentra Endavant, la otra de las dos organizaciones con más influencia en la candidatura. Endavant, que tiene su peso principal en las comarcas del Vallès i Barcelonés, se ha posicionado con claridad contra la investidura, junto a muchos de sus militantes. Es el caso de Pau Lozano, concejal de la CUP en la localidad leridana de la Seu d'Urgell, quien, si nada cambia, este domingo votará en contra del pacto. “Vamos a una asamblea y voy a escuchar lo que se diga, pero en principio me posiciono por no investir a Mas y por no aceptar la propuesta de JxS”, asegura.
El peso de estas dos organizaciones es importante, pero la CUP se ha nutrido en los últimos tiempos de importantes capas de militantes no alineados en ninguna de ambas. Espacios como la Crida Constituent, En Lluita, Lluita Internacionalista, Corrent Roig, Col.lectiu Drassanes, o personas sin más afiliación organizativa que la propia CUP, confieren de una heterogeneidad impredecible a la masa de votantes que el domingo decidirán el destino del hombre que ha regido los destinos de Catalunya durante los últimos 5 años.
Argumentos de uno y otro lado
“A nivel plan de choque, es absolutamente insuficiente, recoge muy pocas cosas de las que planteábamos y Junts pel Sí se ha movido poco de su programa. No hay más que ver el presupuesto”, considera Lozano, que se queja de lo que considera una mala actitud del otro lado durante las negociaciones. “Durante este tiempo [los diputados de JxS] se han dedicado más presionar que a negociar, y a intentar rompernos”, opina.
Salellas está de acuerdo sobre que el plan de choque social es mejorable. “Ahí no estamos donde deberíamos estar”, asegura, pero pone en valor los acuerdos en los otros dos ejes negociados. “Estamos en un momento en el que hay acuerdo en la ruptura y en proceso constituyente. Eso permite abrir un escenario de ruptura con el Estado y comenzar ya a hacer un proceso constituyente interesante, en el que poder disputar la hegemonía”, explica.
Pese a su disconformidad con el plan de choque, para Lozano el argumento principal para dar un 'no' el domingo no tiene que ver con la negociación sino con la figura de Mas. “Lo más relevante es el hecho de la presidencia, quien controlara el procés de forma efectiva”, explica, “Mas ha subordinado el proceso a sus propios intereses y los de CDC, y eso se demuestra en que el movimiento independentista haya planteado muchas veces opciones en las que solo ellos quedaban fuera del consenso, pero como CDC controlaba el proceso, se ha acabado haciendo su voluntad”. El de la Seu pone como ejemplo la fórmula del 9-N, el aplazamiento de las elecciones 10 meses desde el proceso participativo hasta el 27-S o la propia lista conjunta de JxS, a la que califica de “claro chantaje”.
El esquema que traza Lozano no convence a Salellas. “El hecho de que yo pueda estar imputado junto al alcalde de Convergència por el apoyo a la declaración de ruptura es un escenario de choque con el estado que avanza hacia las contradicciones de CDC, no de las nuestras”, asegura. “A mi me parece mucho más interesante jugar esa carta, que deja la ruptura como salida común, que la opción de restroceso que implicaría volver a elecciones”.
Las posiciones de Lozano y Salellas resumen los argumentos que se esgrimen a uno y otro lado en los dos grupos que, por fuerza, acabarán batiéndose en debate este domingo. El proceso asambleario se llevará a cabo en el interior de la Pista de Atletismo, pero la presión estará afuera. Desde Junts pel Sí, sobre todo desde el círculo más cercano a Mas, el mensaje lanzado es contundente: Un no trunca el proceso independentista, pues lo aboca a unas elecciones en marzo en las que muchos consideran que el independentismo podría obtener un peor resultado que este 27-S.
Esa presión, que ampliada por los medios de comunicación se ha dejado sentir en la calle, ha llevado a una parte de la militancia a considerar que la votación debería ser secreta. Este será el primer punto que se votarán en la asamblea, que se pondrá en marcha si es reclamado por el 25% de los asistentes.
El fantasma de la fractura
La dinámica interna de la CUP no ha sido precisamente pacífica. La frontera entre los defensores y los detractores de la investidura de Mas ha acabado marcando los contornos de las dos tendencias que históricamente han estado enfrentadas aunque conviviendo en la organización. La receta para esta cohabitación ha sido el equilibrio interno, por momento cercano al malabarismo. Pero la votación de este domingo desempatará y sobre la organización ya planea el fantasma de la fractura interna.
“Cualquier decisión que se tome nos lleva a un duro choque interno”, reconoce Lluc Salellas. “No creo que haya una ruptura a lo bestia, como que un 30% de la organización se vaya, pues el proyecto tiene sentido al menos hasta las siguientes elecciones. Pero, ¿que gente individual decida abandonar la militancia activa según la decisión que se tome? Esto casi seguro pasará”. En pocas palabras, Salellas describe una de las peores situaciones que pueden dar en una organización, como es la necesidad de tomar una decisión que a buen seguro desencantará a activos personales de uno y otro lado.
Tampoco Lozano descarta la posibilidad de que haya quien rompa el carné el domingo por la noche. “Cuando hay decisiones complicadas, y esta lo es, hay cierto riesgo de que eso pase”. No obstante, el de la Seu tiene esperanza en que se pueda lograr una decisión en la que la mayor parte de la militancia se sienta cómoda. “Como izquierda independentista y movimiento popular llevamos muchos años intentando construir consensos, viniendo de un tiempo en el que ha habido una gran conflictividad, y hasta ahora lo hemos conseguido”.