El día que a ERC se le agotó la paciencia
82 días después de la celebración de las elecciones a ERC se le acabó la paciencia. Durante la tarde se había especulado con la posibilidad de cerrar un acuerdo. El candidato de los republicanos, Pere Aragonès, incluso cambió su agenda para verse con el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, pero al final no hubo encuentro. El viernes acabó como el resto de días, sin el pacto para desencallar la investidura y la formación del Govern. Así que a última hora ERC convocó a los medios para el sábado por la mañana y avisó de que esta vez no era para decir lo de siempre. El día 83, Aragonés dio el golpe en la mesa y para desconcierto de Junts anunció que enterraba la negociación y se proponía gobernar en solitario. Estas son las claves de la decisión de los republicanos y las opciones de que logren su objetivo.
Ahora sí es un ultimátum
ERC ya había planteado dos ultimátums a Junts. El primero tenía como fecha límite el 1 de mayo. El argumento fue que el país no podía esperar más y que la paciencia de la gente estaba al límite. En el partido de Puigdemont, que ahora es sobre todo el partido de Jordi Sànchez, restaron toda trascendencia a la urgencia de los republicanos y de hecho les replicaron pidiéndoles paciencia y respeto. Llegó el 2 de mayo y no pasó nada. Siguieron las reuniones, algunas en la cárcel de Lledoners, y lo que para Junts eran “flecos” para los republicanos seguían siendo los mismos escollos del primer día, desde el papel del Consell de la República a la estrategia a seguir en Madrid.
Pese a todo continuaron negociando aunque viendo que no había manera de cerrar el acuerdo, el pasado jueves ERC lanzó un segundo ultimátum por boca de Sergi Sabrià, uno de sus negociadores. “Si llegamos al día 20, entiendo que nadie quiere elecciones y por lo tanto habrá que explorar el resto de posibilidades que hay encima de la mesa”, advirtió. Se estaba ya diseñando la estructura y reparto de carteras del nuevo Ejecutivo, no sin pocos problemas, pero las diferencias persistían.
El viernes por la mañana, el hombre fuerte de Junts, Jordi Sànchez, compareció para alejar de nuevo la posibilidad de una repetición electoral aunque reconoció que en el caso de que las bases del partido no avalasen un acuerdo con los republicanos, la cosa se complicaría. Era la primera vez que se deslizaba en público la posibilidad de unos nuevos comicios. De todos modos, el pronóstico de Junts era que el pacto se pudiese cerrar “en los próximos días”.
La comparecencia de Sànchez no gustó en ERC. “Estamos cansados de tantas excusas”, resumía un dirigente del partido. La reunión del viernes por la tarde sirvió para constatar, según fuentes republicanas, que Junts continuaba mareando y decidieron que había que dar el golpe de timón que mucha de su gente les reclamaba y aferrarse a una posibilidad que quien primero lanzó fue precisamente Junts: un gobierno en minoría de ERC.
Si algo se ha comprobado tras las elecciones en la Comunidad de Madrid es que los debates en las redes no siempre coinciden con los de la calle y los republicanos han constatado que el agotamiento por esta situación de interinidad es muy amplio también entre el electorado independentista. De ahí que Aragonès diese un paso que es arriesgado pero que pretende acabar también con la imagen de ‘pagafantas’ que a menudo se atribuye a ERC. “Ya basta”, tuiteó Gabriel Rufián este sábado para expresar el hartazgo de los republicanos. En su comparecencia ante los medios, Aragonès repitió, como ya había subrayado en sus discursos en el Parlament, que hay que poder gobernar “sin tutelas” en referencia al Consell de la República y el protagonismo que Junts quiere que tenga este organismo controlado por Puigdemont y sus afines.
Sorpresa en Junts
“El acuerdo se cerrará en unos días si no se produce ningún accidente”, afirmaba una fuente de Junts el viernes por la tarde. Pero para sorpresa de esta formación se produjo un “accidente”, la comparecencia de Aragonès. La decisión de ERC de anunciar su intención de abandonar las negociaciones para configurar un nuevo gobierno de coalición cogió por sorpresa a Junts. “Si es por el estado de la negociación no se entiende”, aseguraban. El partido de Puigdemont celebra este fin de semana un congreso para acabar de configurar su estructura de organización y no contaba con que Aragonès se plantase como lo ha hecho. Públicamente Junts no disimuló el malestar generado aunque mostró su predisposición a seguir negociando, sin aclarar cuáles serán sus próximos pasos y evidenciando que no se lo pondrán nada fácil a ERC.
Puigdemont aprovechó su intervención por videoconferencia en el congreso de Junts para proclamar que su partido “se prepara para seguir batallando desde donde haga falta”, mientras que Jordi Sànchez, en un mensaje desde la cárcel de Lledoners, fijó la posición a modo de órdago e invitó a Aragonès a buscar el apoyo de CUP y ‘comuns’ para la investidura. Si lo consigue, añadió, Junts le podría ofrecer los cuatro votos que aún le faltarían para ser elegido presidente de la Generalitat. Los anticapitalistas ya tienen un preacuerdo firmado con ERC aunque insisten en que querrían un frente independentista más amplio mientras que la líder de En Comú Podem, Jessica Albiach, considera que el pacto entre CUP y ERC es un buen punto de partida pero insuficiente y tras la comparecencia de Aragonès se mostró dispuesta a abrir la puerta a “un Govern con fuerzas progresistas”.
Durante toda la negociación se ha constatado que en Junts no todos comparten la misma estrategia. Mientras que algunos próximos a Puigdemont creen que no pasaría nada por estar en la oposición, otros dirigentes, tanto algunos de los actuales consellers como otros de los que están en prisión, consideran que sería un error quedarse fuera del Ejecutivo. También hay cuadros territoriales que pensando ya en las elecciones municipales defienden que es mejor estar en la Generalitat. Otro elemento que pesa a la hora de medir los próximos pasos son los más de 200 cargos de Junts que se quedarían sin trabajo.
Las prisas del PSOE y la estrategia del PSC
Salvador Illa no se ha movido de donde estaba la noche de las elecciones e insiste en que no cambiará de opinión. Argumenta que él fue el ganador de las elecciones y que si los independentistas son incapaces de ponerse de acuerdo lo que tiene que hacer ERC es facilitarle la presidencia a él. “Señor Aragonès, acepte la realidad y deje que haya en Catalunya un Govern de servidores públicos de izquierdas”, ha repetido este sábado tras conocer las nuevas intenciones del candidato republicano.
Mientras, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, después de expresar la necesidad de que en Catalunya se forme un Govern cuanto antes, lanzó un capote a los republicanos al reconocerles su papel en el Congreso. “Esquerra es un partido progresista con el que nosotros alcanzamos acuerdos habituales porque somos un gobierno reformista”. Donde el PSOE ve a un socio parlamentario mucho más estable que Junts, el PSC ve a un partido debilitado al que podría derrotar todavía más claramente en unas nuevas elecciones. En ERC algunas voces especulan con la posibilidad de que el PSOE pudiese obligar al PSC a facilitar la investidura de Aragonès a cambio de asegurarse el apoyo del grupo de Rufián en el Congreso. Esta es una opción que los socialistas catalanes a fecha de hoy siguen descartando. Además, Aragonès ha asegurado que no tiene intención de llamar a su puerta.
Recta final en el calendario
ERC abre ahora una ronda de contactos con ‘comuns’, CUP y Junts para explorar su apoyo a la investidura para evitar las elecciones. La presidenta del Parlament, Laura Borràs, es quien debe proponer el nuevo pleno y solo se podrá celebrar si ella firma la convocatoria, por más prisas que tenga el grupo republicano.
Quedan 18 días para agotar el límite. Si Aragonès no ha conseguido ser investido antes del 26 de mayo se convocarían automáticamente unas nuevas elecciones. Si lo logra, será todo un reto aguantar sin tener una mínima mayoría asegurada. Joan Tardà pronosticaba esta semana en una entrevista en La Vanguardia que si ERC gobierna sola tendrá que afrontar un peligro: que el PSC y Junts rivalizarán diariamente para ver quién revienta antes el Govern republicano.
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