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ENTREVISTA

Gemma Nierga: “Tengo la sensación de que me he reinventado”

Gemma Nierga, fotografiada tras la entrevista.

Neus Tomàs

20 de julio de 2021 22:28 h

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Por las opiniones de los colegas de profesión y los comentarios en las redes, puede afirmarse sin que suene a peloteo que Gemma Nierga (Girona, 1965) es una periodista que cae bien. Quedamos en una terraza del Poblenou, el barrio donde vive y a solo unos metros de la sede de RNE en Barcelona, donde también está el plató del ‘Cafè d’Idees’, el programa con el que la periodista catalana se ha destapado como una hábil entrevistadora a políticos de todos los colores.

Una de las cosas que le ayuda es que escucha, algo que debería ser normal en las entrevistas pero que no siempre sucede. Lo atribuye a la experiencia de haber conversado durante años con personajes anónimos. Como escucha, repregunta, y es ahí donde acostumbran a salir los titulares. José Martí Gómez le ha enseñado muchas cosas y una de ellas fue que nunca formulase preguntas para lucimiento suyo. Porque si la pregunta no va a llevarte a una buena respuesta, no hace falta hacerla.  

De su madre, ya fallecida, admiraba valores como la humildad. Su padre sigue siendo una persona que no se rinde nunca. Un tesón que la periodista ha heredado y que, según relata en esta conversación, ha aplicado en los peores momentos. 

Una de las frases que circula entre los periodistas catalanes es que, si a un político no le saca Nierga el titular, es que no lo consigue nadie. ¿Hay algún truco?

Una cosa que me gusta hacer es pensar que el político es una persona. Es algo que a veces a los periodistas se nos olvida. Supongo que al haber entrevistado a tanta gente anónima en mi vida, me he acostumbrado a hablar con personas de carne y hueso y ahora cuando tengo un político delante nunca me olvido que también lo es, que es una persona de carne y hueso. Es también saber que él viene a decir una cosa pero que probablemente piensa otra distinta. Nuestro trabajo como periodistas siempre es intentar averiguar qué hay más allá de la consigna.

¿Si el entrevistado es un político se pregunta de forma diferente?

Creo que no. Intento organizarme las entrevistas de la misma manera, igual que hacemos todos, documentándome, intentando averiguar muchas cosas del personaje. Y una vez lo tienes delante, no tener miedo. A veces confundo el miedo con el respeto y pienso que no preguntaré según qué cosa para no ofender. Por eso lo que he hecho es obligarme a hacer todas esas preguntas que me daba un cierto respeto plantear. Incluso en aquellos casos en los que tuviese dudas. Siempre he pensado que sería mejor tener que pedir disculpas, que no lo he hecho, que irme a casa con una pregunta que no he formulado. Cuando acabo la entrevista y doy paso a los tertulianos, siempre me hacen ver cosas y pienso, “lástima, esto debería haberlo repreguntado”.

El tiempo de las entrevistas es limitado.

Sí, pero esa sensación es algo que me acompaña. Este intento de que no se te pase la repregunta, que es en realidad donde sacamos los titulares.

¿Recuerda alguna especialmente complicada?

La de Carles Puigdemont. Porque no lo tenía delante y ese día me di cuenta de lo importante que es escuchar al político respirar. Para mí es básico mirar al entrevistado a los ojos, intento bajar lo mínimo la mirada para consultar las preguntas, aunque lo hago porque procuro prepararlas muy bien. Me dibujo las entrevistas, igual que Carlos Sainz y Luis Moya lo hacían con el circuito en un rally. Sé cómo quiero empezar, cómo quiero acabar y las curvas que tendré por en medio. Hay preguntas que son curvas complicadas y sé cómo quiero enfocarlas. Citaba la de Puigdemont porque al no tenerlo delante es difícil repreguntar y se convierte en un cuestionario que van contestando. Nosotros no estamos para que el político se explique sino para fiscalizarlo y la única manera de hacerlo es repreguntando.

Además, en el caso de la de Puigdemont estuvo acompañada de polémica política porque PP, Ciudadanos y Vox criticaron que en TVE se le entrevistase.

El director de TVE en Catalunya en ese momento, Pere Buhigas, tuvo que responder a preguntas parlamentarias y quedó resuelto. Estaba más que justificado que entrevistásemos al que fue presidente de la Generalitat, que sigue teniendo una gran influencia en la política catalana, y que en ese momento era también el autor de unos libros que han sido muy vendidos en Catalunya.  

Y más recientemente, la que se lió con la entrevista al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. 

¡Ostras!

¿Durante esa entrevista era consciente de la que se iba a montar por lo que estaba diciendo sobre los indultos?

Este es un ejemplo claro de lo que comentábamos antes. Preparar bien la entrevista, saber qué dirá durante 25 minutos sobre una serie de temas, salario mínimo y otros del ámbito económico, en los que sé qué contestará porque me he documentado. Pero habrá cinco minutos en los que no intuyo por dónde irá y en ese momento me gustaría encontrar a la persona, no a la consigna que viene a dar. En este caso tenía muy claro que era el tema de los indultos. Veníamos del presidente del Cercle d’Economia, Javier Faus, posicionándose a favor y nos parecía que nuestra pregunta debía empezar haciendo referencia a esa afirmación. Aquí es donde salió el Garamendi más genuino. Solo dijo: “Si sirven para solucionar, bienvenidos sean”. Pero, la que se armó. Estamos tan poco acostumbrados a que digan lo que en realidad piensan…

Y luego hubo políticos que tergiversaron la frase y se le criticó incluso por cosas que no dijo.

Exacto, es que él solo dijo que si servían, bienvenidos sean. Le agradecí mucho esa entrevista porque no es fácil que el presidente de la CEOE venga hasta aquí, a Ràdio 4, a la 2 de TVE en catalán, un espacio humilde que hemos construido muy poco a poco. Él se fue contento. Cuando acabó la entrevista no estaba arrepentido de nada de lo que había dicho. 

Cuando tengo un político delante nunca me olvido de que es una persona de carne y hueso

Ministros, consellers, personajes influyentes del ámbito económico... No eran el perfil de entrevistado que se asociaba a su trayectoria. ¿Tiene la sensación de que se ha reinventado?   

Sí, tengo la sensación de que me he reinventado. Además la visualizo con encuentros que tuve con compañeros que acostumbráis a seguir la información política para ver por dónde respirabais, dónde debía documentarme y dónde encontrar fuentes, que era algo que me preocupaba. Me sentía muy perdida y tengo clarísimamente la sensación de que me he reinventado. No es un verbo que utilice mucho pero te lo compro. Con 52 años acabó una etapa profesional muy larga, muy sólida, que yo veía muy segura, y cuando me vi en la intemperie tuve claro que tenía que buscar cuerdas de las que agarrarme para construir otro camino profesional. Cada cuerda que alguien me lanzaba, yo la cogía. Si era Ricard Ustrell para ir a Catalunya Ràdio, la cogía, si era ir a Madrid para el programa de Màxim Huerta, también. En 8TV hice unas entrevistas a políticos que después se convirtieron en unos artículos aquí en elDiario.es.

Era consciente de que todo aquello eran pequeñas ventanas que se me iban abriendo, que tal vez no me llevarían a nada en concreto, pero me mostraban un camino. Y la política estaba muy presente. Cuando Ràdio 4 me propone hacer entrevistas políticas, me lanzo. No me da vergüenza decir que yo no tenía claro el nombre de los consellers del Govern porque controlaba mucho más de política española. Cogí las fotos de todos, me los aprendí, me preparé y decidí que los entrevistaría a todos.

Dice que cuando le fallan otras cosas tira de intuición. ¿Es lo que hizo al salir de la Ser?

Sí, en ese momento se me ofrecieron muchas posibilidades y tuve que tirar de intuición. Cuando me despidieron quedé muy tocada anímicamente y, por lo tanto, muy débil. Me propusieron algunos trabajos que notaba que no tenía ganas de hacer y tuve que decir que no. Pero a la vez tengo una familia y necesitaba trabajar. Pensé mucho en que no podía volver a hacer lo de siempre, no podía volver a hacer el mismo magazine en otra cadena de radio. Sabía que si hacía eso, me aburriría. Probablemente en los últimos tiempos ya tenía la mirada cansada y cuando te pasa eso no transmites ilusión, porque no tienes energía. En esos momentos no la tenía y necesitaba algo para conectarme y recargarla. He conseguido un trabajo en el que tengo la sensación de haber empezado de cero, de que cada día estoy aprendiendo. Es la sensación de hacerlo cada día un poco mejor, de sentirte cada día un poco más segura. 

Cuando me despidieron de la Ser quedé muy tocada anímicamente y por lo tanto muy débil

Su época en la Ser se asocia a escritores, periodistas o filósofos que eran colaboradores pero también amigos, aquellos que participaban en las fiestas de fin de temporada que organizaba hasta horas intempestivas en su casa. Son nombres que forman parte de un imaginario colectivo. ¿Cómo es Juan José Millás?

Es la persona más original que he conocido. Es único. Su manera de observar el mundo es diferente, No hay nadie que se parezca a Juan José Millás. Tal vez solo Juan Carlos Ortega puede parecérsele un poco porque ambos son personas que se salen de cualquier modelo de persona que conozcas.

¿Javier Cansado?

Es el ingenio. Es la palabra rápida, el colaborador que te regala la réplica más brillante que tú quieres en ese momento.

¿Boris Izaguirre?

El más divertido. Estar a su lado me hace feliz. Boris me ha hecho reír en situaciones dramáticas. El día de la manifestación para condenar el asesinato de Ernest Lluch, el del “ustedes que pueden, dialoguen” fue una noche con muchas llamadas. Algunas de enhorabuena por haberlo dicho, otras preguntándome por qué lo había hecho, otras diciéndome que no debería haberlo dicho...Y a las tres de la madrugada llegó la llamada de Boris: “Mi amor, un acierto la cazadora de cuero roja, y he visto muy buen pelo”. En ese momento pensé que solo alguien como él podía ser capaz de hacerme reír en uno de los días más terribles y dramáticos de mi vida.

¿Lo recuerda aún como uno de los días más terribles de su vida?  

Sí, es así. Esa semana yo tenía a un sobrino de 4 años muriendo de cáncer en el Vall d’Hebrón y a eso se le juntó el asesinato de Ernest. Mi cabeza no podía soportarlo, no podía entender que la vida fuese tan sumamente injusta. El día de la manifestación fue una explosión de dolor y a la vez de homenaje a Ernest. Fue una mezcla de dolor y orgullo. Lo estaba entonces y ahora que han pasado casi 21 años todavía hoy estoy orgullosa de haberlo dicho.     

¿Llevaba la frase escrita o fue una improvisación?

Yo llevaba el manifiesto del ayuntamiento y me añadí al final del texto, con bolígrafo, aquello de “ahora lo diré en castellano para que me entiendan todos, estoy segura de que Ernest hubiera dialogado con el que le mató...” Lo escribí todo a mano. Todavía lo conservo.  

¿Echa de menos tertulias de “sabios” como la que protagonizaban Carrillo, Herrero de Miñón y Pere Portabella en su programa?

Sí, rotundamente. Primero eran Lluch, Carrillo y Herrero de Miñón y cuando mataron a Ernest fue cuando entró Portabella. De hecho, la empezó Ernest porque él tenía una sección de Economía y le comenté que teníamos que darle una vuelta. Un verano me llevó a una pizzería de Madrid y ahí fue donde conocí a Carrillo y Herrero de Miñón. En el funeral de Carrillo lloré mucho porque tanto a él como a Miguel los sentí siempre muy cerca. Yo por edad no viví el momento político de consenso en el que fueron protagonistas pero gracias a ellos lo pude revivir. Podías invitar a Martín Villa y que le dijese a Carrillo: “Yo te detuve Santiago, ¿te acuerdas?” mientras Carrillo le contestaba: “Sí, pero yo me puse una peluca para que no me pillases en la frontera”. No quiero reivindicar el régimen del 78 sino esos años de comprensión entre adversarios políticos.   

Un último nombre de los que formaban parte de esa familia de La Ventana: Judith Mascó.

Descubrí la persona que había detrás de una belleza tan intimidante. La primera vez que hablé con ella para contratarla para el programa me intimidó que fuese tan hermosa pero al cabo de unos minutos ya estábamos hablando de la vida y descubrí que la persona era todavía más bella que su físico. Recuerdo que en una de las fiestas de fin de temporada de La Ventana acabó desfilando en el comedor de mi casa después de que Boris le pidiese por favor que queríamos ver a una top model caminando como en la pasarela.    

¿Sigue poniéndose nerviosa antes del directo? ¿Son nervios o respeto?

No, no es respeto, son nervios. Yo era una niña de 10 años que levantaba siempre el brazo cuando la monja preguntaba quién quería leer la lectura en la misa. En el camino del aula a la misa, me desmayaba. Me desmayaba de nervios y es algo que me ha pasado mucho a lo largo de mi vida. Yo quería presentar La Ventana y diez minutos antes estaba en el suelo pensando “cómo he podido decir que sí a esto”. Puede ser por la responsabilidad. A las personas que somos tan perfeccionistas, nunca nos acaba de gustar nada del todo. El doctor Corbella me dio un consejo: “El día que entiendas que no hace falta llegar a este imaginario que tú tienes, sino que es muy correcto quedarte en un 8’5, serás más feliz”. Me ha costado mucho, pero he entendido que con el 8’5 puedo ser feliz. Cuando miro atrás me doy cuenta de que he tolerado poco los errores de mi equipo y veo qué bien los tolero ahora. Me siento muy bien porque he entendido que la imperfección nos acompaña en la vida.

En el manifiesto por Ernest Lluch añadí con bolígrafo aquello de 'ahora lo diré en castellano para que me entiendan todos...' Todavía lo conservo

Los días de Gemma Nierga ahora empiezan a las cinco de la mañana. Es la hora de las repeticiones en la radio. Le gusta la del 'Tu diràs' de RAC1, una versión desenfadada y divertida de la información deportiva. Del 87.7 pasa al 92.0, Catalunya Informació, la que todo periodista que trabaje en un matinal catalán pone a primera hora para refrescar informaciones y saber si durante la noche ha pasado algo. A las 6, ya a punto para irse a la redacción, escucha 'Las Mañanas de RNE con Íñigo Alfonso y a Carlos Alsina en Onda Cero. Así tiene la perspectiva de lo que se está destacando en Catalunya y en Madrid. Porque no siempre coinciden las agendas informativas, lo que define como los “marcos mentales” distintos. 

¿En Madrid se practica un periodismo distinto del de Barcelona?

No creo que sea distinto. Utilizo la expresión del “marco mental ”porque aquí el procés ha hecho que vivamos durante unos años en una rueda informativa, con unos conceptos y una manera de tratar los temas que desde Madrid se enfocaban de manera distinta. Desde aquí a veces no se entiende el enfoque que se tiene desde allí y al revés.

Escribió un libro sobre el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, algo que sorprendió porque no se le sitúa precisamente en la órbita del independentismo. ¿Por qué aceptó hacerlo?

Me lo pidió Marcel Mauri [vicepresidente de Òmnium] de parte de Jordi Cuixart. Me dijo que quería hacer un libro, que fuese en catalán y en castellano porque quería que en el resto de España también lo conociesen y que lo escribiese una persona que no fuese del núcleo independentista. Al principio arrugué un poco la nariz porque yo no me defino ni como una cosa ni como otra. No me he querido colocar nunca en un bando y pedí que no se me colocase en ninguno. Los periodistas estamos para informar y cuanto menos se sepa de lo que pensamos, mejor. Lo contrario nos invalida porque estamos para hacer preguntas, no para hacer política. Y es lo que decidí hacer. Le dije “Vale, iré a hacerle preguntas a Cuixart”. Eso me permitió como periodista acercarme al mundo del independentismo y conocer esa realidad. Me alegré de haber aceptado porque logré hacer el trabajo de aproximación a ese mundo y a la vez gané dos amigos, Cuixart y Mauri.  

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