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CRÓNICA

El independentismo se la juega y Salvador Illa, también

Así van las encuestas en Catalunya
13 de febrero de 2021 21:56 h

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El único pronóstico fácil de acertar este domingo en Catalunya es que lloverá y que lo hará especialmente por la mañana y más en la zona de costa. Hay otra predicción en la que la posibilidad de adivinar es muy alta: Ciudadanos no solo dejará de ser la primera fuerza del Parlament sino que puede quedarse con menos de un tercio de los diputados actuales. Un nuevo problema y no pequeño para Inés Arrimadas, la triunfadora del 21-D, que prefirió irse a Madrid y a la que Albert Rivera más que un partido dejó un campo de minas. 

Vaticinar que Ciudadanos no volverá a ganar es fácil, lo que es más arriesgado es saber qué partido llegará esta vez el primero. Ahí va la primera duda: ¿Victoria en votos o en escaños? No es una cuestión menor y hay precedentes. En 1999, Pasqual Maragall ganó en votos pero Artur Mas lo hizo en escaños. Entonces no existía una ley electoral propia y más de dos décadas después sigue sin haberla. Catalunya se rige aún por la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG) y eso implica una sobrerrepresentación de las provincias donde es más fuerte el independentismo. Así que a Salvador Illa le podría pasar lo que a Maragall, que llegue primero pero no sea el que obtenga más diputados. 

Ningún sondeo, ni los publicados ni los internos que han encargado algunos partidos, permite despejar ese interrogante porque las horquillas colocan a Illa, Laura Borràs y Pere Aragonès en un triple empate cuyo desenlace irá muy ligado a la participación. Una baja participación favorece al independentismo y cuanto más baja sea, más beneficia a Junts. Sus cálculos son que para que el PSC pudiese ganar en escaños, la participación debería superar el 60%. La media ponderada de las encuestas deja una participación del 57,5%. Esto supondría un descenso de 20 puntos respecto a 2017, y situaría el porcentaje de votantes de este domingo como el tercero más bajo de los doce procesos electorales autonómicos celebrados en Catalunya desde la recuperación de la Generalitat. En las elecciones de Euskadi y Galicia de julio, se notó una significativa caída de la participación, de 7,2 y 4,7 puntos porcentuales, respectivamente. Esto pese a que se celebraron en un contexto de contagios mínimos. En el caso más reciente y cercano, el de las presidenciales en Portugal, la bajada fue de 9 puntos.

Para ser presidente, Illa necesita tres cosas: ganar en escaños, que el bloque independentista no alcance la mayoría absoluta y que en caso de que la obtenga sea incapaz de ponerse de acuerdo para investir a Borràs o Aragonés. Lo sabe el PSC y también el resto de formaciones. De ahí que los socialistas hayan apelado en las últimas horas a concentrar el llamado voto constitucionalista en el exministro. Illa se ha comprometido a presentarse a la investidura si gana las elecciones, tenga o no apoyos suficientes, al menos de entrada. Se la juega él y también Pedro Sánchez, puesto que el presidente del Gobierno es uno de los impulsores de la 'operación Illa' y su estabilidad en el Congreso podría complicarse aún más en función de quién esté al frente de la Generalitat.      

El independentismo ha sustituido la táctica ofensiva del 21-D por una basada en la defensa. Un 'catenaccio' frente a Illa. Divididos y enfrentados, como las dos últimas legislaturas, pero con el propósito de que la presidencia siga en manos de Junts o ERC. El secesionismo ha dado pruebas sobradas de su resiliencia y aunque algunas encuestas han situado este bloque al límite de perder la mayoría, todas vaticinan que lo más probable es que la suma de Junts, ERC y la CUP llegue a los 68 escaños necesarios para conseguirla.

Si llega primera, Borràs puede contar con los republicanos y la CUP para ser presidenta y está por ver qué haría el PDeCAT, que tiene opciones de tener representación y no ha aclarado cuáles serían sus planes, más allá de negarse también por escrito a gobernar con el PSC. Aragonès, a quien Junts se resiste a dar por anticipado el apoyo, suspira por un Govern en solitario y a algunos dirigentes de su partido les gustaría que fuese un Ejecutivo de coalición solo con los 'comuns'. Una aspiración que la aritmética dejaría muy lejos de la mayoría absoluta. ERC asegura que su estrategia en Madrid no variará pase lo que pase este domingo, y la duda es qué papel jugaría el PSC y si estaría dispuesto a permitir que Aragonès fuese investido para evitar una repetición electoral que incluso antes de votar nadie se atreve a descartar. 

Así que será un domingo en el que tal vez no sepamos todavía quién será el próximo presidente o presidenta de la Generalitat o qué alianzas acabarán configurando el nuevo Govern. Lo que cambiará seguro es que el Parlament dejará de ser una cámara sin presencia de la extrema derecha. Vox entra, superará al PP y en algunos sondeos, los menos, se apunta que incluso pudiera pasar por delante de Ciudadanos. Un año después de que el president Torra diese por finiquitada la legislatura, en plena pandemia, y con el conflicto político latente, los catalanes vuelven a decidir.

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