El independentismo mantiene el pulso en la calle a la espera de los pasos del Govern

La Diada de 2016 ha vuelto a convertirse, por quinto año consecutivo, en un grito masivo en favor de la independencia de Catalunya. El movimiento soberanista ha mostrado que su capacidad de convocatoria no decae, consiguiendo mantener el pulso en cuanto a afluencia de gente, y reforzando desde la calle el llamado “proceso de desconexión” que promete el Govern de la Generalitat. Las ciudades de Barcelona, Tarragona, Lleida, Salt y Berga han quedado colapsadas este domingo, con manifestaciones nunca vistas fuera de la capital.

La movilización descentralizada ha sido una de las notas diferenciales de la Diada de este año, como también el concepto de República catalana, marcado como objetivo por los convocantes con la pretensión de apelar también a los soberanistas que no se sienten dentro del independentismo. Bajo el lema de “a punto” [para la República catalana], el movimiento social independentista que mostró por primera vez su rotundidad en la Diada de 2012 ha manifestado ahora su disposición para que las instituciones declaren con celeridad la independencia y la República.

Los pronunciamientos de los líderes políticos han sido más prudentes. A pocas horas de que comenzara la manifestación, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha reintroducido en el debate la posibilidad de un referéndum pactado con el Estado, anunciando que lo volverá a ofertar por última vez en la cuestión de confianza que ya tiene ganada. El referéndum pactado está contemplado en la hoja de ruta de Junts pel Sí, siempre que haya receptividad por parte de las instituciones españolas, aunque buena parte del independentismo lo considera “superado”. Según ha considerado, un referéndum así sería “la única forma” en la que España podría salir del bloqueo provocado por la falta de investidura.

Más allá de quedar abierto al referéndum pactado, Puigdemont también ha marcado como punto de fuga de la legislatura unas elecciones “constituyentes” que, según ha explicado, pretende convocar para estas fechas del próximo año. Con la reafirmación de Puigdemont del horizonte electoral, con unas “constituyentes” que el programa de JxSí prevé tras la declaración de la independencia, el jefe del Govern se mantiene dentro del plan previsto y pasa página al debate sobre un referéndum “unilateral”, es decir, una consulta vinculante impulsada desde las instituciones catalanas fuera de sus competencias autonómicas y sin el acuerdo del Gobierno español.

Esta fórmula de consulta unilateral es reclamada por diversos actores, como la CUP o los socios de la ANC, que votaron sobre la cuestión en julio pasado. Sin embargo, el PDC ha venido enfriándolo como posibilidad hasta el punto que no se prevé que Puigdemont lo proponga. El debate sobre las diferentes vías para avanzar hacia la independencia seguirá encendido este curso, mientras el Parlament continúa haciendo pasos den importancia como la tramitación de las leyes de desconexión, fuera de las competencias autonómicas y bajo la amenaza del Tribunal Constitucional.

El mandato de los socios de la ANC en favor del referéndum no ha sido suficiente para que el presidente de la más potente organización civil independentista, Jordi Sánchez, pronunciase la palabra “referéndum” en su discurso. Sí se ha referido, en cambio, a “hacer piña para ganar una convocatoria a las urnas”, fórmula que tanto vale para un referéndum pactado como para uno no pactado o para unas elecciones.

Para un movimiento acostumbrado a superarse cada año, el cálculo de cifras de asistencia de este 2016 no batirá récords globales. Según los cálculos de las diferentes policías locales de cada una de las cinco ciudades, la afluencia total no ha llegado al millón de personas, una cantidad que sí consideran superada desde los organizadores. Esta cifra quedará lejos de las estimaciones que se hicieron para la manifestación de la Diada del año pasado, cuando la Guardia Urbana calculó 1,4 millones de asistentes a la Meridiana.

En todo caso las de 2016 sí serían cifras nunca vistas para la mayoría de puntos de la manifestación fuera de la capital. Así, en Lleida la policía calcula una afluencia de 30.000 personas, mientras los organizadores hablan de más de 100.000. En Salt, la horquilla se sitúa entre las 135.000 y las 200.000 personas y, en Berga, la policía habla de 60.000 asistentes. Para todos estos puntos, las de este 11 de septiembre son movilizaciones inéditas.

La Diada de este año ha tenido además una afluencia de líderes inusitada. Por primera vez un president de la Generalitat se ha manifestado por la independencia. Carles Puigdemont ha asistido a la movilización de Salt, rompiendo la tradición de su predecesor, Artur Mas, que no asistía mientras fue president. Sí lo ha hecho este año, como líder del Partit Demócrata Català. Como él, la presidenta del Parlament, Carme Focadell, que ha acudido a la llamada de Tarragona. A la manifestación de Barcelona también han asistido figuras que se reclaman no como independentistas sino como soberanistas, como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el líder de los comunes en el Congreso, Xavier Domènech.

Para el espacio político de Colau y las candidaturas formadas a su alrededor, la del 2016 también será una Diada especial. En el acto convocado por la mañana en Sant Boi, en conmemoración de los 40 años de la primera manifestación tras la muerte de Franco, Xavier Domènech ha marcado la fecha como el inicio de la construcción de su nuevo partido, reivindicándolo heredero del catalanismo popular de la Transición.

La mayoría de los elementos en juego de este 11 de septiembre marcarán el curso político que este domingo se inicia de forma oficiosa. Por un lado, el debate en el seno del independentismo sobre cómo culminar el proceso. Más allá de ello, el avance paulatino de las instituciones fuera de la legalidad española, y su posibles repercusiones judiciales. Y como posible revulsivo en el mundo soberanista, la consolidación del potente actor político en torno de Barcelona en Comú.